Por: Ana Paola Arce Lujano
Alumna de 3° de secundaria
Cuando miramos una fotografía podemos reconocer lugares y personas. Cerramos los ojos y nos imaginamos ahí, en ese lugar del mundo y en nuestros sueños lo recorremos, nos transportamos.
Se cuenta que el filósofo prusiano, Immanuel Kant, conocía los detalles de puentes y calles de ciudades lejanas, aunque nunca salió de Königsberg. Era un hombre de mundo, que podía dar detalles de Londres o París como si hubiera estado ahí muchas veces e incluso mejor que algunos viajeros. No en vano se consideraba ciudadano del mundo.
Con el Internet podemos mirar tantos lugares e incluso situarnos y caminar algunas calles con la vista satelital de Google Maps. Entre tantos lugares, quiero que recorramos el Palacio de Cibeles y una calle en Pamplona.
Madrid, España. El Palacio de Cibeles, es una increíble construcción, de Antonio Palacios y Joaquín Otamendi, inaugurada en 1909. Solo con verlo, causa una bonita sensación. Construido en hierro, cristal y piedra; las figuras que lo decoran son magníficas. No basta con asombrarnos con el exterior, también vale la pena apreciar lo que está en el interior:
Dentro del Palacio de Cibeles puedes disfrutar de un buen rato en las salas de reflexión y lectura, también puedes visitar el sorprendente auditorio, disfrutar de una buena bebida en la cafetería y admirar las obras artísticas.
Algo que me parece muy padre, es que en la última planta hay un mirador. Este monumento, día o noche, es portentoso. Esta imagen es solo una pequeña parte de esta asombrosa construcción. Está 100% comprobado que aquí no te vas a aburrir, lo recomiendo infinitamente porque, con tantas actividades y belleza seguro no vas a querer salir nunca de ahí.

Pamplona, España. Udazkena, un lugar muy recomendable para ir en otoño. Es asombrosa la forma en la que podemos profundizar en nuestra mente y relacionar cada estación con nuestra vida diaria.
Podemos caracterizar nuestras emociones e incluso nuestras etapas de desarrollo y crecimiento. En un momento las hojas están muy verdes, representando la infancia ¿recuerdas cuando eras niño? cuando nunca parabas, siempre haciendo algo y a pesar de no tener muchas cosas, seguías jugando y tratando que todos jugaran contigo, en ese momento compartías tu emoción con los demás.
Después las hojas se vuelven color amarillo, ésta etapa sería tu pubertad, pasas de niño a joven, empiezas a ver las cosas buenas y malas, comienzas a tomar decisiones, aunque todavía pides consejos de tus más cercanos, comprendes cuales son tus gustos, tu estilo y tus amigos verdaderos.
Posteriormente, las hojas se vuelven rojas, aquí se refleja la juventud, cuando defines tu futuro, empiezas a priorizarte y analizas como organizar tu vida para poder lograr tus objetivos, te reúnes con tus amigos y te gusta pasar horas con ellos; más tarde esas hojas cambian a color naranja y llega la adultez. Empiezas a trabajar, generalmente cumples los planes que ideaste en la juventud y empiezas a disfrutar más el tiempo en familia.

Por último llega al color café, aquí empezamos a disfrutar lo último, te preocupas un poco más por la salud, pero generalmente disfrutas todo y sigues tu día sin estrés ni trabajo.
Hasta que el árbol pierde sus hojas, con el invierno, y tras la muerte llega de nuevo la vida. La naturaleza tiene ciclos y nosotros somos parte de ella. Lo vez, es así como en una simple calle con un árbol puedes reflexionar sobre la vida.
Simplemente hermoso, que gran análisis 💖👏
Imaginar, te hace transportarte a lugares inimaginables y hermosos donde solo tú y tu creatividad pueden vivir, gracias por tan hermosa reflexión de los ciclos de vida a través de una foto y un sueño
Un artículo impresionante que te pone a reflexionar, como una fotografía hoy en día no solo plasma un momento si no se quedan ahí las emociones, vibras, olores y sonidos aunque el lugar esté a mil kilómetros lejos de donde estás, así mismo la correlación que se hace con la vida cotidiana y la naturaleza.