Sabotage de Black Sabbath: reinterpretado por no saber inglés
Cumplí quince años y, en un puesto del mercadito que se ponía los viernes en la Agrícola Oriental, vi un álbum de Black Sabbath, se titulaba Sabotage. Recuerdo que sólo lo escuché por cachos para ver si no estaba rallado (piratería, después de todo). No fue sino hasta que me compré en el mismo mercado un reproductor de CD’s usado con lo que me sobraba de los pasajes (quizá robado, ahora que tristemente reflexiono) que me puse a escuchar el disco completo.
No sabía inglés, no tenía ni idea de lo que decía, pero notaba que todas las canciones parecían estar unidas, como si fuera una ópera donde la siguiente canción contestaba, ya que se sobreponía a la siguiente. Mi imaginación no se contuvo. Ya Fantasía de Disney me había enseñado el camino. Ahora sólo debía de darle un sentido a esta megahistoria con lo que podía entender que decían los títulos con un diccionario de inglés. Había creado mi propio disco conceptual sobre el trabajo de otros músicos.
Hole in the sky y Don’t start (too late)
—“Hoyo en el cielo”. Vaya, sí sé inglés después de todo— me decía al ver que entendía la traducción del título.
En la canción se escuchan un montón de ruidos al fondo antes de que explote el riff principal. En mi fantasía, aparece un joven de quince años caminando en las rotas calles de la Agrícola Oriental. Cerca de él, unos desgraciados lo quieren asaltar, viene caminando de regreso de la asquerosa prepa, volvió a reprobar, la chica que le gusta lo cree un ser despreciable, la gente a la que le habla, sólo le habla por compromiso; todos pretenden pero, si muriera, a nadie le importaría.
Se escucha que le gritan (el grito del inicio de la canción) desde el cielo, la gente voltea y siente un extraño presentimiento. De pronto, explosión: inicia el riff y el cielo se rompe, caen pedazos de cristal cósmico y uno le cae encima a un asaltante y lo pulveriza.
Se crea un tornado rojo y la gente huye, menos el chico, que mira el tornado. Un agujero en el cielo del que emana fuego, rayos y destrucción parece hablarle. El chico teme y se echa a correr, el hoyo lo sigue. Tropieza, el hoyo se hace más grande.
—Niño, sálvate— le decía un sujeto que metía a la gente a la iglesia.
El chico para ¿Por qué salvarse? No, él quiere suicidarse y no desea saber nada de la vida. Mira al agujero y corre hacia él. Esta cosa lo absorbe y entra en una vorágine de otra dimensión.
Aquí inicia Don’t Start (too late). El chico sabe que quizá cometió un error, pero que ya no puede dar marcha atrás.
Symptom of the Universe y Megalomanía
Tengo lo que se conoce en el argot mexicanizado de la medicina como “Ojo chambón”, un problema genético que me impide ver bien. Por eso, por años creí que esta canción se llamaba “Sinfonía del Universo” cuando en realidad es “El síntoma del universo”.
De ahí mi error de creer que, en esta parte de la historia, el joven llega y se conecta con el Universo. Ahí conoce a Satanás, quien le explica las infinitas posibilidades dentro de él, pues en su corazón se encuentra la llave del universo, él sólo debe de abrirla y todas sus frustraciones y problemas se convertirán en sus aliados.
—¿Y cómo accedo a este poder?
—Dame tu alma, y yo te daré la guitarra con la cuál desentrañarás todo tu potencial oscuro. Todo el dolor y aislamiento habrá valido la pena.
El joven desentraña y compone la Sinfonía del Universo, canción que lo hace grande. Se convierte en un músico y artista oscuro, de oscuros placeres y que todos temen. Cuando alguien te teme, no hay estándares, ya no eres débil y puedes darle un golpe en la cara a este país violento de mierda; no te preocupa ser amado, porque eres el diablo y sólo te excita la destrucción y la sangre: eres poderoso.
Así inicia “Megalomanía”. Nuestro personaje se siente en la cima del mundo. Cada vez se interna más en la oscuridad, hace cosas peores, la gente huye de él. Está sólo, pero no una soledad como un castigo de la sociedad que te juzga, que es tan fuerte que te recluye a la esquina atemorizado por tu vida, no, ahora estás solo porque recluyes a la vida, haces sentir miserables a los que te hacían sentir miserable; porque es el más demoniaco en un México infernal. Pero Ozzy grita una palabra que en ese momento creía que sonaba como “Prise” que en ese momento interpreté como “Prisionero”. El lado oscuro comienza a no ser tan divertido, comienza a sentirse atrapado en esta oscuridad.
The trill of all y Superstar
“Mr. Jesus” eso entendía muy bien en esta canción ¿Cómo lo interpreté? Bueno, el chico en su orgía de asesinatos y destrucción, comienza a pesarle el olor a sangre y, de nuevo, la soledad ¿Cómo van a ser diferentes las soledades? Él sólo quería ser amado, se quiso vengar por el rechazo que sentía por ser él mismo y lo aprisionado que se sentía de vivir en un país tan inseguro lleno de brutos que resuelven todo con golpes.
Por eso le reclama a Jesús:
—¿No ves que quiero ser libre? ¿Por qué me pides ser bueno si allá afuera estos mexicanos me van a ver débil, afeminado y estúpido por serlo? A los imbéciles, a los corruptos, a los fuertes les va bien. Tomé el camino de Satán porque así me podía defender de los idiotas. Porque así podía sentir que no me importaba lo mucho que me herían todos a mi alrededor y que no podía decir nada porque si no me dirían “Ay, no seas nena”.
El artista oscuro sigue en el triunfo. Su extraña forma de ser hace que la policía, ley, opinión pública, políticos y crimen organizado no se le acerquen a pedirle cuentas de todos los destrozos que ha hecho, pese a que han perjudicado sus filas y reclutas. Es una superestrella oscura, como mi ojo chafa creía que decía la canción “Supertzar”, que no tengo idea qué quiere decir. Era el más chingón, que se chingaba a todos, el demonio número uno en este infierno. Nadie veía, como lo implicaba la estructura de la canción, que había un chico sensible y atemorizado detrás de ese monstruo. Uno que sólo quería sonreír, pero que ahora, rodeado de este mal, viviendo y alimentándose de él, casi no lo podía sacar a la luz. Moría dentro de él.
Am I Going Insane (radio) y The writ
El chico está en una entrevista en la Radio, todos lo miran con temor por las leyendas que corren de él. Él sólo siente cómo todo lo podrido de su rencor lo comienza a carcomer, se empieza a sentir triste como nunca antes y empieza a perder la noción de la entrevista. Trata de pedir ayuda, pero nadie le entiende, porque él se está gritando, llorando y perdiéndose dentro de esta máscara diabólica que creó con su pacto con Satán para sobrevivir a un mundo rudo.
Pero esta persona que usaba para que nadie lo molestara, ya no era él ¿No iba a poder ser él mismo nunca más? ¿No hay nadie allá afuera que quiera a alguien tan débil e inútil para esta vida? No. La gente de la radio se le queda mirando al cascarón.
La siguiente canción es el cascarón en pleno manicomio; nunca más volvió a decir nada hacia afuera. Nunca más volvió a expresar palabra alguna. Los doctores estaban confundidos. Dentro del muchacho, en un universo de oscuridad, unos demonios asesinaban gente y preparaban el fuego para destruirlo a él. Eran los demonios matando cada rastro de su humanidad, esto lo hicieron desde que firmó su pacto y aceleraban el paso mientras más se introducía al lado más oscuro, de ahí las risas que se escuchan al inicio de la última canción.
“Oh, you Satan” eran las palabras que entendía de esta última canción, y sentía que era la parte en la que el chico, desde este mundo alterno le reclamaba al lado oscuro: sacrificó todo por la oscuridad, porque la oscuridad le iba a dar un poder para poder sobrevivir y no sentirse miserable, pero sólo se hizo más miserable, porque sólo mostró su rencor.
Se mató a sí mismo por tratar de crear un personaje que no sufriera lo que tanto le había dolido en su adolescencia. Ahora, estaba viejo, sin conciencia, habiendo perdido la identidad y con ello la razón. Esto lo delatan esos cambios en la música que parecen como los de un hombre al filo de la locura. Se despide de todos. Lamenta que no haya nadie que lo ame ni lo extrañe, y sólo comparte su deseo de que le hubiera encantado poder ser apreciado por quien era, pese a lo imperfecto de su ser.
Conclusión
El álbum termina con una canción divertida tocada en el piano. En esa parte, me imaginaba a Jesús y al Diablo bailando, muy divertidos, mientras en el piso se encontraba el cadáver del chico.
No me pregunten qué significa esto, como ven la historia no tiene mucho sentido y a un chico de quince años esa imagen del diablo y Jesús bailando se le hacía curiosa.
Después de escuchar este disco e imaginarme esta historia quizá me sentía con un nudo en la garganta, sintiendo que mi futuro nunca iba a ser brillante. Afortunadamente, nunca me suicidé o decidí volverme un asesino para vengarme de un mundo que me hacía sentir un inútil. Sólo seguí adelante y pedí ayuda cuando fue inevitable.
Estos momentos de reescritura de discos para hacerlos propios es algo que hacía gracias a que en ese entonces no sabía nada de inglés. Quizá, este ejercicio en el cuál cambié las letras y me metía en la música para contar mi propia historia no era tan descabellado; quizá era la catarsis que necesitaba para superar una etapa difícil en mi vida.
Si eres alguien que va a criticarme y ponerme ejemplos de personas que “realmente han sufrido” (como si el sufrimiento fuera una competencia), sabed que, por personas como tú, quería exterminar a la raza humana. Si eres un joven que te sentiste identificado con este sufrimiento e inclinaciones, primero, no escuches al menso que mencioné antes, es un cretino. Respira, no te preocupes, en algún rincón del arte yace un murmullo, una pista que te hará mirarte a un espejo y saber que debes tocar fondo; la respuesta yace dentro de tu corazón, pero no escuches a la voz de la venganza pues, y utilizando el título del disco, esta sólo saboteará lo que realmente eres. Qué chistoso, al final mi historia sí habla de un sabotaje.