Con el paso de las estaciones nos damos cuenta del avance de la vida. La temporalidad cambia de colores: los árboles cambian del verde al amarillo hasta perder el follaje; las mandarinas que encontramos en otoño se cambian por las fresas y cerezas del verano; los vestidos ligeros y coloridos de algodón dan paso a los abrigos pesados y obscuros.
La vida, dividida en cuatro temporadas, nos enseña a lidiar con los constantes cambios. Simbólicamente representamos la primavera con la infancia, el verano con la juventud, el otoño con la madurez y el invierno con la vejez. Las plantas, los animales y los hombres pasan por un ciclo, claramente hay un comienzo y un final; sin embargo no creo que podamos decir con tanta simpleza que la vejez es invernal y la infancia es primaveral. Me parece que somos seres estacionales, a veces nos sentimos más veraniegos, otras veces primaverales y otoñales. A veces una estación puede durarnos años y otras meses. En ocasiones pensamos que un amigo es más solar, siempre sonriente y viste con colores brillantes; y otras veces encontramos una ciudad, como Berlín, casi siempre vestida de negro, como un eterno otoño-invierno. Así que lejos de asociar el invierno con la decrepitud, simplemente hay que observar que así como la tierra necesita de una helada para preparar de nuevo el florecimiento de las flores; del mismo modo nosotros debemos pasar por altos y bajos.
Colaboración para el Berliner Planze Kalender 2022 Ilustración: La Météo
Nuestros recuerdos también se mueven dentro de esta temporalidad, recordamos la cerveza que tomamos con una amiga en el parque para aprovechar los primeros días soleados de primavera; un verano en la costa; alguna caminata con amigos mientras pisamos las hojas otoñales; la última Navidad de alguien. Y la vida se nos representa con este ciclo que va y viene. Las estaciones son el reloj del mundo.
La Météo, en francés, significa el tiempo o el clima. En palabras más técnicas, la meteorología estudia los fenómenos climáticos y atmosféricos para pronosticar el tiempo o el clima de un lugar específico. Precisamente esto hace Domitille Cure, con su marca de ilustraciones La Météo. Domitille estudia las estaciones, los colores, temperaturas, predice y graba la temporalidad en sus impresiones.
Podría parecer banal, pero una decoración adecuada puede ayudarte a sentirte en casa. En mi caso, después del caos de la mudanza, me encontré con las paredes desnudas y su palidez me pedía a gritos un poco de color. Diariamente tenemos que lidiar con lo que colgamos en las paredes, así que la imagen que verás mientras bebes tu café diario tiene que encantarte.
Imagiers La Météo.
Jamás he entendido a los coleccionistas de arte que compran una obra por estatus. Se debería comprar por la estética que te transmite. Como en el caso del famoso falsificador-pintor Wolfgang Beltracchi, quien tiene la habilidad de copiar el estilo de varios pintores y sus copias eran tan fabulosas que cualquiera podía jurar que se trataba de una obra perdida de algún pintor importante. Cuando lo descubrieron, siguió pintando con los diversos estilos que podía imitar, pero firmaba con su nombre. Pues la falsificación se produce solamente hasta que se firma con otro nombre. Sin embargo algunos de los que compraron sus obras, decidieron que perdieron valor, porque compraban una firma y un estatus, no una pintura que les gustara y evocara algo. Pero no es mi intención escribir un texto sobre estética. Quedémonos con una idea: que te guste y disfrutes lo que miras en tu casa.
Era finales de otoño cuando coincidí con Domitille Cure en una clase de alemán. Cuando llegó el invierno con sus mercadillos navideños compré mis primeras ilustraciones: unos limones (citrons) y un gato (chat). Cada vez que entro a la cocina, lo primero que veo son sus colores vivaces que me recuerdan el verano y tierras soleadas lejanas de Berlín.
Domitille es una artista francesa que estudió diseño en la Universidad de Glasgow y vive en Berlín, una ciudad en la que confluyen artistas internacionales y que cuenta con una gran variedad cultural. Desde hace tres años Domitille, junto con la artista sueca Maja Björk –quien ilustra imágenes de la vida y la cotidianeidad– participan en un mercado de arte. La pandemia cerró por mucho tiempo los lugares públicos y aunque los mercados son al aire libre, la vida cultural berlinesa está regresando lentamente desde el verano pasado; esto dio pie a que los ilustradores pasaran de las exhibiciones al Etsy, que tiene la ventaja de llegar a cualquier ciudad. Las impresiones de Domitille han llegado a México, Corea y varios países de Europa.
Platón consideraba que el artista era un entusiasmado, con un dios dentro (en-theos) y que su obrar era inspirado. En ocasiones se piensa que la inspiración es un impulso irracional que aparece sorpresivamente, pero me parece que la inspiración, aunque puede llegar a cualquier hora, también requiere del ejercicio constante. En palabras de Picasso: “la inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando”. Para comprender un poco mejor el trabajo, el esfuerzo y la inspiración de las ilustraciones que adornan mis paredes conversé con Domitille.
Muchas gracias por tomarte el tiempo para esta entrevista, creo que a muchos que conocen tu trabajo les da también curiosidad conocer un poco más a la ilustradora. Elegir una ilustración para decorar tu hogar u oficina es algo íntimo y se produce un vínculo, una relación entre el ilustrador, la imagen y quien la mira. De cierta forma, miramos el mundo a través de tus ojos. Y quisiera que me hablaras un poco sobre ese mundo. Por lo regular tus ilustraciones no son composiciones, sino que son imágenes precisas: tomates, mariposas, flores, animales. ¿Por qué dibujas lo que dibujas? Y ¿qué significan para ti tus ilustraciones? ¿Qué buscas transmitir?
Gracias por tan bello retrato de la esencia de mi mundo. Como bien dices, mi marca, La Météo, se inspira en las estaciones del año, en Francia, en la botánica y sobre todo en la idea de la temporalidad: tomo un elemento efímero de una estación y lo inmortalizo en otra. En los años 90, en Francia teníamos estos carteles inspirados en imagiers, que es un libro de imágenes, con animales o dibujos botánicos que se utilizaban a menudo como decoración de la cocina. Las imágenes se clasifican por temas y tienen su nombre asociado debajo. Es un concepto bastante simple, pero me gustó la idea de reapropiarme de él con mi propia estética y también de perpetuar la idea de un arte popular accesible para todos.
Para mi tus ilustraciones muestran pequeños detalles y escenas de la vida; como una invitación a poner atención a lo cotidiano y aprender a apreciarlo. Quisiera saber un poco más sobre tu proceso creativo, ¿cómo pasas de la observación a la ilustración?
¡Eso es exactamente! Mis dibujos pretenden realzar las cosas cotidianas que pueden parecer banales o que a veces nos olvidamos de mirar, dándoles una nueva mirada o un nuevo color, literalmente. Me gusta pensar que con la elección de paletas brillantes, mis ilustraciones pueden tener el efecto de las vitaminas en invierno, aunque claro, que también a veces son un poco nostálgicas. Mi proceso creativo se basa en mis exploraciones en la naturaleza, viajes, libros iconográficos como los de Taschen, imaginarios botánicos clásicos o las películas de la Nouvelle Vague. Me empapo de lo que veo y trato de inmortalizarlo en un boceto, un collage o un juego de colores. A veces mis imágenes son sencillas e iconográficas, como la serie botánica inspirada en los imagiers, otras veces intento expresar un momento concreto, como la escena del desayuno inspirada en la película Le Rayon Vert –El rayo verde– que me recuerda los veranos vividos en Francia y evoca la nostalgia de un momento pasado.
Cuatro postales de paisajes. La Météo.
No me parece una coincidencia tu nombre artístico, La Météo, en relación con tus ilustraciones. Creo que las estaciones influyen en tu proceso creativo. ¿Cómo comenzaste con este proyecto?
Absolutamente, quería expresar algo cambiante como una estación, pero expresarlo en relación con nuestras emociones y como una metáfora de nuestra espiritualidad. La Météo no trata sólo del tiempo y las estaciones, sino también del paso del tiempo y de los pequeños y sencillos momentos que forman parte de nuestras vidas. En el otoño de 2019 creé La Météo, justo cuando nos conocimos. Había empezado a trabajar en una serie de collages y quería encontrar la forma de imprimirlos. En esa época descubrí la risografía y empecé a imprimir mis ilustraciones en Drucken3000, una imprenta berlinesa especializada en este proceso. Y así comencé a imprimir con ésta técnica, en la que era necesario limitar la elección de colores, pero mantener los atrevidos contrastes de mis collages iniciales.
En cuestiones un poco más técnicas, el papel debe tener cierta porosidad para que el color se vea tan vivaz. ¿Podrías describir brevemente y de forma sencilla el proceso técnico de la impresión? O ¿cómo trabajas en tu taller?
Por supuesto. Utilizo dos procesos de impresión para mis grabados: la risografía y la serigrafía. Me gustan ambas técnicas por diferentes razones. La risografía por la textura granulada que da la tinta. La tinta es más transparente que la serigrafía y cuando las tintas se superponen, se pueden crear increíbles combinaciones de colores. Con solamente tres colores básicos se pueden crear varios de tonos diferentes. Y la serigrafía me gusta por los colores vivos y el aspecto casi pintado de la impresión final. Con esta técnica puedo crear contrastes ricos e interesantes. Me fascina el proceso de mezclar cada color antes de la impresión, es una parte realmente importante de mi trabajo porque definirá todo el ambiente de la ilustración final. Finalmente imprimo personalmente las serigrafías en el estudio que comparto con otros artistas en el barrio de Wedding y las risografías en Rosenthaler Platz. Todo mi trabajo se crea e imprime en Berlín, aunque con mi toque personal francés.
Domitille en el taller de impresión.
Quisiera abordar cuestiones más personales con dos preguntas muy concretas. ¿Dibujabas desde pequeña? Y ¿cuál fue la reacción de tu familia cuando decidiste ser ilustradora?
Sí, siempre me ha gustado dibujar y desde pequeña he sido creativa. Creo que encaja con mi personalidad soñadora y a veces me ayuda a expresarme sin necesidad de utilizar palabras. En el instituto, descubrí el movimiento fauvista, artistas como Gauguin y Matisse que pintaron mujeres y paisajes con colores vivos. El color aportaba mucha emoción a las obras, al tiempo que hablaba de viajes y descubrimientos. Esto me llamó la atención e inspiró mi forma de dibujar o pintar con el color. Más tarde, cuando tenía 20 años, viví una temporada en el sur de Francia siguiendo los pasos de los fauvistas, descubrí la Provence, cuyas paletas han inspirado mi trabajo en los últimos años. Sobre tu segunda pregunta, diría que no hubo realmente ese momento teatral –que te puedes imaginar en las películas– en el que anuncié: “mamá, papá, voy a ser ilustradora” (risas). No, fue más bien algo que se estableció orgánica y lógicamente con el tiempo. Mis padres no siempre entendieron a dónde iba y por qué, pero siempre me apoyaron en mis decisiones de ir a vivir al extranjero o de estudiar arte en la Escuela de Arte de Glasgow.
Todos tenemos algún libro, canción o pintura que nos ha influido en nuestra percepción de la vida. ¿Quién o qué ha sido tu mayor influencia?
Creo que la inspiración evoluciona y cambia a medida que conocemos gente nueva y descubrimos cosas nuevas, y esto es lo que principalmente construye y enriquece nuestra identidad creativa. Si tuviera que definir una obra que haya inspirado mi trabajo de forma continua durante años, creo que es el movimiento cinematográfico de la Nouvelle Vague de los años 60, en particular las películas de Eric Rohmer. Me parece que este director domina el arte de la sencillez a la perfección. De hecho, todas sus películas se hacen sin guiones. Representa una Francia del pasado, un poco ingenua y llena de ligereza en una atmósfera muy rica en colores, típica de la estética de este movimiento cinematográfico.
Domitille Cure en Design-Market: imagiers y Le Rayon Vert. La Météo.
Quizá sea difícil decidir cuál es tu ilustración favorita. Pero ¿cuál es la ilustración más vendida y por qué crees que eligen más esa?
Me gusta mucho la ilustración del desayuno inspirada en la película Le Rayon Vert de Eric Rohmer. Es la que me resulta más íntima y la que, en definitiva, más evoca esta idea de estacionalidad. Para mi, esta imagen, es mi magdalena (madeleine) de Proust de mis veranos en Francia. Desayunar al aire libre, bajo el sol, leyendo el periódico mientras bebo un café en una taza grande. Es curioso porque otros franceses me han dicho que también les recuerda a eso y me alegro de haber conseguido captar ese fugaz momento.
Muchas veces en las entrevistas de trabajo preguntan: “¿dónde te ves en cinco años?” Esa pregunta siempre me ha parecido difícil de responder, porque en lo personal me cuesta planificar o tener un esquema de la vida. Por el contrario, creo que la vida muchas veces acontece como menos lo esperábamos. Así que me parece un poco injusto preguntarte sobre el futuro y que adivinemos sobre el porvenir. Aunque sí quisiera saber un poco sobre tus planes… no sobre las ilustraciones de los siguientes años, pero al menos si ya tienes una idea de la próxima. Y si te gustaría ilustrar en otros materiales, por ejemplo bolsas de algodón, playeras, cuadernos o libros.
Esa es una buena pregunta. Me interesa mucho seguir trabajando en ilustraciones inspiradas en películas y también quisiera recopilar todos mis dibujos botánicos en un libro infantil. Más allá de las ilustraciones en papel, me encantaría ofrecer artículos de papelería o de moda, como, por ejemplo, unos bonitos calcetines afrutados. Estoy impaciente por seguir desarrollando y perfeccionando este proyecto tan querido para mí.
Auto-retrato.
Si quieres conocer más sobre el trabajo de Domitille Cure o conseguir alguna de sus ilustraciones puedes visitar el Instagram de La Météo o su tienda de Etsy.
With the passing of the seasons we become aware of the progress of life. Seasonality changes colors: trees change from green to yellow until they lose their foliage; the tangerines we find in autumn change for the strawberries and cherries of summer; light and colorful cotton dresses give way to heavy and dark coats.
Life, divided into four seasons, teaches us to deal with constant change. Symbolically we associate spring with childhood, summer with youth, autumn with maturity and winter with old age. Plants, animals and humans go through a cycle. Clearly there is a beginning and an end. However, I don’t think we can say so simply that old age relates to winter and that childhood relates to spring. It seems to me that we are seasonal beings; sometimes we feel more summery, other times we feel more like spring or autumn. Sometimes a season can last for years and sometimes for months. Sometimes we think of a friend as more solar, always smiling and brightly colored; and other times we find a city, like Berlin, almost always dressed in black, like an eternal autumn-winter. So, instead of associating winter with decrepitude, we must simply observe that just as the earth needs a frost to prepare the newblooming of flowers, in the same way we must go through highs and lows.
Collaboration for the Berliner Planze Kalender 2022. Illustration: La Météo
Our memories also move within this temporality. We remember: the beer we had with a friend in the park the first sunny days of spring; a summer at the coast; a walk with friends while stepping on the autumn leaves; someone’s last Christmas. And life presents us with this cycle that comes and goes. The seasons are the clock of the world.
LaMétéo, in French, means weather or climate. In more technical words, meteorology studies climatic and atmospheric phenomena to forecast the weather or climate of a specific place. This is precisely what Domitille Cure does with her illustration brand La Météo. Domitille studies the seasons, colors, and temperatures in order to predict and engrave the seasonality in her prints.
It may seem banal, but the right decoration can help you feel at home. After the chaos of moving to another house, I found my walls bare and their paleness was crying out for a little color. On a daily basis we have to deal with what we hang on the walls, so you should love the image that you see while drinking your daily coffee.
Imagiers La Météo.
I have never understood art collectors who buy an artwork just for status. They should be bought for the aesthetics they conveys. As in the case of the famous falsifier-painter Wolfgang Beltracchi, who had the ability to copy the style of several painters and his copies were so fabulous that anyone could swear that it was a lost work of some important painter. When he was discovered, he continued to paint in the various styles he could imitate, but he signed his name. For falsification occurs only until you sign with another name. However, some of those who bought his works decided that they lost value, because they were trying to buy a signature and a status, not a painting that they liked and evoked something. It is not my intention to write a text on aesthetics. Let’s stay with one idea: that you should like and enjoy what you see in your home.
It was late autumn when I met Domitille Cure in a German class. When winter arrived with its Christmas markets, I bought my first illustrations: some lemons (citrons) and a cat (chat). Every time I enter the kitchen, the first thing I see are her lively colors that remind me of summer and sunny lands far away from Berlin.
Imagiers La Météo.
Domitille is a French artist who studied textildesign at the University of Glasgow and lives in Berlin, a city where international artists converge and has a great cultural variety. For the past three years Domitille, together with the Swedish artist Maja Björk, who illustrates images of daily life, has been participating in an art market. The pandemic closed public places for a long time and although the markets are open-air, Berlin’s cultural life has been slowly returning since last summer. This has led the illustrators to move from exhibitions to Etsy, which has the advantage of reaching any city. Domitille’s prints have reached USA, Canada, Mexico, England, Korea and several countries in Europe.
Plato considered that the artist was an enthusiast, with a god within (en-theos) and that his work was inspired. Sometimes it is thought that inspiration is an irrational impulse that appears unexpectedly, but it seems to me that inspiration, although it can come at any time, also requires constant exercise. In Picasso´ s words: “inspiration exists, but it must find you working”. To better understand the work, effort and inspiration behind the illustrations that adorn my walls, I spoke with Domitille.
Thank you very much for taking the time for this interview, I think that many who know your work are also curious to know a little more about you as the illustrator. Choosing an illustration to decorate your home or office is something intimate and it produces a link, a relationship between the illustrator, the image, and the one who looks at it. In a certain way, we look at the world through your eyes. And I would like you to tell me a little bit about that world. Usually your illustrations are not compositions, but precise images: tomatoes, butterflies, flowers, and animals. Why do you draw what you draw? And what do your illustrations mean to you, what do you want to transmit through them?
Thank you for this beautifully written portrait that well captures the essence of my little world. My label La Météo is inspired by the seasons, by France, by botanics and, as you said so well in the presentation, there is the idea of temporality, of taking an ephemeral element specific to one season and immortalizing it in the next one. In the 90s in France we had these posters inspired by imagiers with animals or botanical drawings that were often used as kitchen decorations. The images were categorized by theme with their associated name underneath. It’s a pretty simple concept but I liked the idea of reappropriating it with my own aesthetic and also to perpetuate the idea of a popular art, something accessible to all.
For me your illustrations show small details and scenes of life; as an invitation to pay attention to everyday life and to learn to appreciate it. I would like to know a little more about your creative process, how do you go from observation to illustration?
That’s exactly it! My drawings aim to enhance everyday things that may seem banal or that we sometimes forget to look at by giving them a new gaze or a new color. I like to think that with my choice of bright palettes, my illustrations can have the effect of vitamins in the winter, although sometimes, they also have something a little nostalgic. My creative process is based on my explorations in nature, travels, iconographic books such as those from Taschen, classic botanical imageries or Nouvelle Vague films. I soak in what I see and try to immortalize it with a sketch, a collage or a play of colors. Sometimes my images are simple and iconographic, like the botanical series inspired by the imagiers, sometimes I try to express a specific moment, like the breakfast scene inspired by the film Le Rayon Vert, which reminds me nostalgically of summers spent in France.
Four landscape postcards. La Météo.
I don’t think La Météo as your artistic name is a coincidence in relation to your illustrations. I think the seasons influence your creative process. How did you start with this project?
Absolutely. I wanted to express something changeable like a season specifically in relation to our emotions. La Meteo is not just about the weather, it’s also about the passing of time and the small simple moments that are part of our lives in this 4-part temporality. I created La Météo in the autumn of 2019 just around the same time we met. I had started working on a series of collages and wanted to find a way to print them. I discovered risography at that time and started to have my illustrations printed at Drucken3000, a Berlin printing studio specializing in this process. The work on the color themes was done using this printing technique. It was necessary to limit the choice of colors while keeping the bold contrasts of my initial collages.
On a more technical note, the paper must have a certain porosity for the color to be so vivid. Could you briefly and simply describe the technical process of printing? Or how do you print in your workshop?
Of course. I use two printing processes for my prints; risography and screen printing. I like both techniques for different reasons. Risography for the grainy texture that the ink gives. The ink is more transparent than silkscreen and when the inks are layered, you can create amazing color combinations. For example, with three basic colors, you can create a multitude of different tones. I like screen printing because of the bright colours and the almost painted look of the final print. With this technique I can create rich and interesting contrasts. I really enjoy the process of mixing each colour before a print, it is a really important part of my work that will ultimately define the whole mood of the final illustration. I personally print the silkscreens in my studio in Wedding and the risographs in Rosenthaler Platz. All my work is created and printed in Berlin with my own personal French touch.
Domitille in the print shop.
I would like to address more personal issues with two very specific questions. Did you draw since you were a child? And what was your family’s reaction when you decided to become an illustrator?
Yes, I’ve always liked drawing and being creative in general. I think it fits my dreamy personality and sometimes helps me to express myself without necessarily using words. In high school, I discovered the Fauvism movement. Artists like Gauguin and Matisse painted women and landscapes in bright colours. These palettes brought so much emotion to the works, while speaking of travel and discovery. This spoke to me a lot and inspired my way of drawing or painting with colour. Later, when I was 20, I lived for a while in the south of France. Following the footsteps of the Fauvists, I discovered the Provence region of France, whose palettes have inspired my work in the last few years. About your second question, I would say that my process of becoming an illustrator has happened organically over the years. I studied Textiles Design and my process of working on fabric prints led me to a more illustrative approach. My parents have supported me in my creative path even during the times when they didn’t fully understand where I was going.
We all have a book, song or painting that has influenced us in our perception of life. Who or what has been your biggest influence?
I think that inspiration evolves and changes as we meet new people and discover new things, and this is mainly what builds and makes the richness of our creative identity. If I had to define a work that has continuously inspired my work for years, I would say it is the Nouvelle Vague Cinema movement of the 1960s. I am specifically focused on the films of Eric Rohmer at the moment. I find that this director masters the beauty of the simple to perfection. In fact, all his films were directed without scripts to allow actors to portrait more natural interactions. His films represent a France of the past, a little naive and full of lightness in a very rich coloured atmosphere proper to the aesthetics of this cinematographic movement.
Domitille Cure at Design-Market: imagiers and Le Rayon Vert. La Météo.
Maybe it is difficult to decide which is your favorite illustration. But what is the illustration that sells the most and why do you think people choose that one the most?
I really like the illustration of the breakfast inspired by Eric Rohmer’s film Le Rayon Vert. It’s the one that is most intimate to me and which, in the end, most evokes this idea of seasonality. It’s a sort of Madeleine de Proust of my summers in France. Having breakfast outside in the sun, reading the newspaper while drinking coffee from a bowl. It’s funny because other French people have told me that it reminds them of that too. I’m glad I managed to capture this very peculiar moment.
Many times in job interviews they ask: “Where do you see yourself in five years?” That question has always seemed difficult for me to answer, because personally I find it hard to plan or have an outline of life. On the contrary, I believe that life often happens as we least expect it. So it seems a little unfair to ask you about the future and to guess about it. Although I would like to know a little about your plans… not about the illustrations of the following years, but at least if you already have an idea of the next one, and if you would like to illustrate in other materials, for example cotton bags, t-shirts, notebooks or books.
That’s a good question! I’m very interested in continuing to work on illustrations inspired by films, or compiling all my botanical drawings into a children’s book. Beyond illustrations on paper, I would love to offer stationery or fashion items, for example, some nice fruity socks. I can’t wait to continue to develop and refine this project that is close to my heart!
Domitille Cure self-portrait.
If you want to learn more about Domitille Cure’s work or purchase any of her illustrations you can visit La Météo’s Instagram or her Etsy store.
Afganistán ha estado varias veces en la mira y como centro de las noticas: país clave para la ruta de la seda, régimen talibán, ocupación soviética, guerra civil, invasión y abandono de las tropas estadounidenses, la captura y muerte de Osama bin Laden y el regreso de los talibanes. Afganistán tiene una vasta historia y cultura, que desgraciadamente es casi ignorada e incluso intenta ser borrada por el régimen totalitario. Las ruinas arqueológicas no sólo no son estudiadas, sino que incluso son destruidas en un afán de borrar la memoria histórica, dejando al pueblo en la ignorancia de sus orígenes.
Desde hace años, Afganistán tiene una situación precaria: pobreza, corrupción, guerra, violencia y falta de libertad. Debido a estos y otros problemas más, se ha convertido en uno de los lugares más peligrosos del mundo para las mujeres.
En una provincia cercana a Kabul, nació Maryam H., una de las pocas mujeres afganas que ha podido ir a la universidad. Maryam estudió para convertirse en maestra y trabajaba en una escuela de su localidad. El padre de Maryam era un hombre más liberal, por lo que permitió que su hija estudiara y fuera más independiente; es la única mujer de su familia que ha estudiado hasta la universidad. La mayoría atiende la escuela hasta los 8 o 9 años. Sin embargo, aunque las mujeres estudien y trabajen, siempre van a depender de un hombre que se los permita. La hermana menor de Maryam no corrió con la misma suerte. Cuando su padre murió, su hermano se convirtió en su tutor y decidió que se quedara en casa a ayudar a su madre y cuñada en las labores del hogar.
Maryam se enfrentó a un régimen retrógrado al estudiar y trabajar, pero también ha luchado constantemente contra los papeles establecidos por la sociedad. En una comunidad que pide sumisión femenina, ella salía con su velo a educar a los niños y ganaba el dinero suficiente para sentirse independiente e ignorar las habladurías. Se dice que el ocio es la madre de todos los vicios, y en efecto, una mala concepción de ocio lo es. El aburrimiento nos hace estar muy al pendiente de lo que hace el vecino. En cuanto nos aburrimos, abrimos Facebook para chismosear lo que otros hacen o al menos los memes que comparten.
“Stop wars on migration” Detengan la guerra contra la migración. Edificio en Alexanderplatz, Berlín. Foto: AF
En un país en el que casi no hay trabajo y un gran porcentaje de desocupación los cotilleos no se hacen esperar: que si estudia; que si trabaja; que si no limpia bien la casa; que si es mala ama de casa; que no cocina bien; que no es buena anfitriona; que si sale con sus amigas; que si es seria o se ríe; que se compró una blusa nueva con su salario; que no atiende al marido como se debe; que está casada y no ha tenido hijos; que si es buena o mala musulmana e hija. Porque, a fin de cuentas, un pueblo chico es un infierno grande.
Hace casi cuatro años un cerebro se fugó de Afganistán: Maryam y su esposo tomaron un vuelo hacia Berlín y pidieron asilo político. Afortunadamente, no experimentaron una travesía riesgosa, de vida o muerte, como muchos migrantes que, huyendo de la violencia y la miseria, se ahogan en el Mediterráneo. Alí, el esposo de Maryam, vivió durante varios años en Italia por lo que les resultó un poco más fácil llegar a Alemania y pedir refugio. Sin embargo, esto no significa que la vida súbitamente se haya tornado sencilla.
Es un error pensar que el migrante se encuentra en una situación por completo privilegiada, si bien ya no teme que le corten la cabeza, en caso de que huyera de la violencia, tiene otras preocupaciones y tristezas.
No por estar en un país primermundista, de pronto, te encuentras nadando en dinero y con lujos. Quizá la mayor tristeza del migrante, y hablo también por mí misma, es tener el corazón partido en dos: estás aquí, en Berlín, pero también estás allá, en tu tierra (Heimat) y con los tuyos. Y tienes el corazón desgarrado: estás en un lugar donde los tuyos no están y piensas en tus padres, hermanos, amigos y en tu gente. Porque aunque estés en otro lugar, el destino de tu país te sigue importando. El migrante vive con un pie aquí y otro allá.
“Así surge algo en el mundo que parece ser la infancia de todos y en el que nadie ha estado todavía: el hogar”. Museo judío de Berlín. Foto: AF.
Hace algunos años conocí a Maryam en el curso de integración, que todos los migrantes que llegan a Alemania deben tomar. En estos cursos, he conocido a muchos migrantes con calidad de refugiados, con historias muy fuertes e interesantes, dignas de una película, de esas que te hacen llorar.
En esas clases, estaba Maryam, con sus hiyabs coloridos y sonriente, inmediatamente nos hicimos amigas. A pesar de las diferencias culturales e historia de vida, compartimos el hecho de ser mujeres migrantes en Alemania; y eso nos permite ponernos en los zapatos de la otra. Cada vez que en los cursos nos preguntaban de dónde veníamos, qué hacíamos antes, por qué estábamos en Berlín y cuáles eran nuestros planes; me sentía un poco avergonzada porque mi motivo puede resultar banal en comparación con los motivos de mis compañeros. No escapé de la guerra y tampoco me jugué la vida cruzando fronteras. Simplemente tomé un vuelo, con un par de escalas, desde la Ciudad de México con destino a Berlín. Ante aquellas preguntas, rompehielos, respondía escuetamente: me casé con un alemán y por eso estoy aquí. Banal o no, ese es mi motivo e historia.
Por el contrario, aunque Maryam tuviera un trabajo, se fue de Afganistán por la violencia y desempleo que azotaban al país. Maryam era maestra y no cabe duda que hacía un gran bien en Afganistán, sin embargo, su tierra no tenía las condiciones necesarias para que ella se desarrollara ahí; y eso es una mayor pérdida para Afganistán que para ella.
El camino del migrante en Alemania es más lento en comparación con los migrantes que van a lugares con un idioma más accesible. Primero, tiene que aprender el idioma y muchas veces tiene que replantearse lo que quiere hacer en el futuro.
Maryam era maestra en Afganistán, pero es muy posible que no vuelva a pararse en un salón de clases frente a los estudiantes. Para ello necesitaría un nivel de alemán muy alto, como si fuera su lengua materna, además de revalidar sus títulos (en caso de que sus estudios pudieran ser reconocidos en Alemania) y muy posiblemente tendría que estudiar de nuevo una carrera para ser maestra. No es imposible, pero es un largo camino. Por circunstancias como esta, muchos migrantes, a pesar de sus estudios universitarios y vocación, tienen que dar un giro laboral drástico al dejar su país. La llegada a un país obliga a reflexionar sobre el futuro, a buscar nuevas pasiones y diversas perspectivas.
Panorama berlinés. Terraza Klunkerkranich. Foto: AF
Ser migrante no es sencillo, y creo que ser refugiado es aún más difícil, aunque en ocasiones los refugiados tienen más ayudas gubernamentales que los migrantes, al menos en Alemania.
Maryam vivió por tres años en diferentes campos de refugiados. Al principio, pasó seis meses en una casa de mujeres, separada de su esposo. Después los asignaron a un nuevo refugio (Heim), en el que al fin pudieron estar juntos. Tenían una habitación propia y podían utilizar la sala común, los aseos y la cocina. Para evitarle preocupaciones a su madre, Maryam no le contó cómo vivían, y en una video-llamada le mostró la casa de una amiga como si fuera la suya. Mientras en Afganistán, todos hablaban de ella, sobre todo juzgándola porque no enviaba dinero a su familia ¿Pero qué dinero iba a enviar, si vivía en un refugio y sólo tenía los euros necesarios para la despensa mensual? Y si no la juzgaban por su supuesta fortuna, la juzgaban por su bebé perdido, presionando a su marido para que se divorciara de ella y se casara con una mujer que pudiera darle hijos.
Las preocupaciones y tristezas de Maryam eran muchas: el idioma, encontrar un departamento, buscar trabajo, la burocracia, que el marido cediera a la presión y la dejara, el bebé que perdió, la salud de su madre, la escasez de su tierra y recientemente el regreso de los talibanes que pone en peligro la vida de su hermana menor.
Afortunadamente, no todo en la vida es drama. Hace un año le avisaron a Maryam que habían sido elegidos para ocupar un departamento. Al fin tenía un lugar propio, que sí podía enseñar a su madre. Ya no tendría que mentirle para no preocuparla.
Maryam es una afgana moderna, aunque no reniega de su religión y costumbres; estudió, trabajó y se está integrando a la sociedad alemana. Maryam está construyendo una vida en Berlín. Después de mucho tiempo y los cuidados intensivos de un embarazo de riesgo, y soportando la presión social que la apachurraba desde Afganistán, dio a luz a una pequeña.
Hace un par de meses la visité, me sorprendió que me recibiera sin hiyab, por estar en casa y ser de confianza, en seguida me presentó a la pequeña Diana. Un nombre que me pareció más occidental que afgano. Ella me dijo que es mejor así, sin duda la decisión le facilitará las cosas a la bebé afgano-alemana. Aunque para la sociedad afgana lo más deseable es un varón, esas tonterías tienen sin cuidado a Maryam, quien está desbordada de amor y alegría por Diana. La pequeña tendrá el ejemplo de una mujer fuerte que hizo lo que quiso en una tierra llena de prohibiciones, y la pequeña gozará de libertad de ser lo que quiera en un país que no sofoca a las mujeres.
Foto: AF
En el exilio judío en Babilonia (586 – 537 a. C.), el emperador Nabucodonosor seleccionó a los intelectuales y a los que podrían ser de utilidad para ser deportados a su imperio, uno de los primeros registros de fuga de cerebros. Qué ironía que alguna vez estas tierras pertenecieron a un imperio que, lejos de expulsar cerebros, quisiera acapararlos.
Lo esperable es que cada miembro de la sociedad mejore la comunidad en que vive, no sólo por el bien propio, sino del país.
¿Qué se espera de una tierra que no ofrece las condiciones para que sus cerebros se desarrollen? Aridez. Así de simple. Alguna razón tendrán para desear que su gente continúe en la miseria, la turbulencia de la violencia y la ignorancia ¿Cuánto bien no habría hecho Maryam en Afganistán? ¿A cuántos niños habría educado? ¿A cuántas niñas habría inspirado a estudiar? Nunca lo sabremos.
Con certeza, puedo afirmar que Afganistán perdió a un miembro clave de su sociedad, que habría colaborado en transformar a Afganistán en un lugar mejor. Porque el bien común se construye a diario con pequeñas acciones. Maryam perdió su patria, probablemente nunca vuelva a pisar Afganistán; probablemente ni siquiera podrá acompañar a su madre cuando muera. No puede ayudar a su hermana, no verá a sus sobrinos crecer y se convertirán en desconocidos.
Mientras que la pequeña Diana crecerá hablando alemán, con algunas nociones del persa, conocerá a su abuela y a su tía solamente de oídas y sin una relación directa con la tierra de sus padres. Junto con la maestra Maryam, Afganistán perdió el abanico de posibilidades que representa Diana, quien sin duda tendrá más oportunidades en Alemania. El impacto de la fuga de cerebros muchas veces alcanza más de una generación.
Maryam tiene el corazón partido en dos, dividido entre Afganistán y Berlín; entre la familia que dejó y la familia que está formando; entre su pasado y el futuro que espera construir.
A unos cuantos metros de la Puerta de Brandenburgo se encuentra uno de los memoriales más impresionantes de Berlín: “El monumento a los judíos asesinados de Europa”.
Diseñado por Peter Eisenman, en un terreno desnivelado, se erigen 2,711 estelas de hormigón. La altura de cada una es variable. Una sensación de incomodidad se incrementa conforme el caminante avanza hacia el centro. El diseño simétrico y delimitado se vuelve laberíntico, confuso y agobiante. El visitante siente una atmósfera cargada que lo interpela.
Debajo de los hormigones se puede visitar el punto de información, donde además de documentar la persecución y exterminio, están escritos los nombres de las víctimas conocidas (información del museo Yad Vashem en Israel). Se calcula que leer cada uno de los nombres tomaría alrededor de seis años.
Monumento a los judíos asesinados de Europa.
Durante su construcción (2003-2005) se produjo una gran polémica: un artículo publicado en Suiza denunció que la empresa encargada de proteger las estelas con un líquido anti-graffiti era la misma que, durante aquellos años obscuros, produjo el gas Zyklon B. El memorial fue inaugurado en 2005 y hasta la fecha recibe millones de visitas diarias.
En ocasiones los turistas, se toman selfies frívolas y posan encima de las estelas, sin considerar que es un sitio de reflexión y respeto; pues las estelas simbolizan las tumbas desconocidas de muchas víctimas. El escritor israelí Shahak Shapira seleccionó algunas de aquellas fotografías y sustituyó el fondo con otras imágenes capturadas en los campos de concentración. Con el proyecto llamado Yolocaust, Shapira intenta concientizar sobre la banalidad de descontextualizar un lugar y olvidar su carga simbólica y sobre la falta de sensibilidad que en ocasiones podemos tener en lugares que exigen de nosotros respeto, silencio y reflexión.
En 1966 el artista Gunter Demnig comenzó un proyecto llamado Stolpersteine, que podríamos traducir como piedras de tropiezo. Berlín amaneció desde entonces con adoquines que saltan a la vista: una piedra de concreto de 10 cm cubierta con una placa de metal. Tras una investigación, se colocan las Stolpersteine, en el último lugar de residencia de las víctimas del nazismo. Los nombres, la fecha de nacimiento, de deportación y de muerte están grabados en la placa. Con el tiempo las piedras de tropiezo se difundieron por toda Europa.
Estas pequeñas piedras nos hacen recordar, por ejemplo a la pintora Charlotte Salomon, quien huyó a la Costa Azul; después de unos meses fue deportada a Auschwitz y murió –embarazada– en la cámara de gas; así como a su padre Albert Salomon –un famoso médico– y su madrastra Paula Lindberg –una cantante de ópera– quienes lograron sobrevivir.
“Aquí vivió Charlotte Salomon, nacida en 1917, huyó en 1938 a Francia. Internada en los campos de Gur y Drancy en 1940. Deportada y asesinada en Auschwitz en 1943.”
Las tumbas nos traen a la memoria a aquellos que partieron primero, pero ¿qué sucede cuando no hay una tumba que nos permita recordar? Estas piedras que “nos hacen tropezar”, porque saltan a la vista, son un llamado a la memoria.