Religiones y cambio climático

Religiones y cambio climático

Por Pbro. Mario Arroyo

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San Juan Pablo II en tres ocasiones (1986, 1993 y 2002) reunió a los líderes religiosos del mundo para orar por la paz en Asís. Quería mostrar de esa forma cómo la religión en general puede ser una fuerza de paz, generar paz a su entorno y no violencia como algunas veces sucede — en el 2002 estaba muy reciente el atentado a las Torres Gemelas perpetrado por fundamentalistas islámicos. La crítica atea suele señalar que la religión es quizá la causa más profunda de la de división en el mundo, y por ello sería un deber moral atacarla. El Papa santo salió a refutar tal crítica tendenciosa y mostró cómo los líderes religiosos pueden obviar sus diferencias, dialogar y unirse para orar por la paz.

Ahora, en el 2021, la humanidad, junto con la necesidad de paz, que nunca puede darse por descontada, tiene la urgencia de cuidar el planeta. ¿Pueden unirse las religiones para pedir por la salud del planeta y hacer frente al cambio climático? Lo que san Juan Pablo II hizo por la paz, lo hace ahora Francisco con el cambio climático: El Papa reunió en el Vaticano cerca de 40 líderes religiosos para expresar su apoyo a la COP 26 de Glasgow y su preocupación por el cambio climático. Todos firmaron un llamamiento para frenar el cambio climático. Entre los participantes se encontraban el Arzobispo de Canterbury, el Patriarca Ecuménico Bartolomé y el Imán de Al-Azhar, entre otros: Las religiones unidas para hacer frente a la contaminación y defender la salud del planeta.

Basura en el bosque. Foto: Leonid Danilov

Junto a los representantes de las diferentes confesiones cristianas, había líderes judíos, musulmanes, hinduistas, budistas, sijs, confucionistas, taoístas y zoroástricos. Representantes de las religiones más representativas del planeta. Todos expresaban su común preocupación por el clima y la ecología. Esta realidad muestra cómo las religiones tienen puntos en común, a pesar de sus diferencias históricas y culturales, y esos puntos en común convergen en beneficio de la humanidad. El cambio climático contribuye de esa forma también a la unidad entre los diferentes credos, pues muestra como todos juntos pueden trabajar en pro del hombre y la sociedad. Las diferencias doctrinales no son obstáculo para poder hacer el bien en conjunto, en equipo.

El Papa Francisco tuvo el detalle de no leer su discurso, para no extender en demasía la ceremonia y dar pie a que los demás líderes religiosos pudieran explayarse. Pero les entregó escrita su intervención. En ella insiste, fiel a su habitual esquema de pensamiento, en tres puntos: “la mirada de la interdependencia y de compartir, el motor del amor y la vocación al respeto”. Fiel a sus intuiciones de fondo, Francisco recuerda que “todo está conectado”, y por ello debemos tener una “mirada abierta a la interdependencia y al compartir”. Todos somos miembros de la única familia humana, y compartimos la responsabilidad de sacarla adelante.

“Planeta sobre beneficio”. Manifestación Fridays for future.
Foto: Markus Spiske.

El tercer elemento señalado por Francisco es el “respeto por la creación, respeto por el prójimo, respeto por sí mismos y respeto hacia al Creador. Pero también respeto mutuo entre fe y ciencia”, para que el fecundo diálogo entre ellas esté orientado al “cuidado de la naturaleza, a la defensa de los pobres, a la construcción de redes de respeto y fraternidad”. Como se puede observar, el Papa Francisco es ambicioso en su perspectiva. Considera que es mucho lo que la religión puede aportar a la ciencia, y cómo juntas pueden contribuir para frenar el cambio climático. En el ámbito cristiano, este cuidado formaría parte la espiritualidad católica.

¿Hay esperanza en una cultura abortista?

Por Ana Fernández Núñez

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Se ha hablado mucho en los últimos días acerca de la resolución de la Suprema Corte sobre la supuesta inconstitucionalidad de la prohibición del aborto en México. Nunca dejará de ser un tema ampliamente polarizado entre pañuelos azules y verdes. Independientemente del marco legal que ahora existe en nuestro país quisiera plantear algunas cuestiones importantes a propósito del comunicado que publicó la Conferencia del Episcopado Mexicano el pasado 8 de septiembre.

            Me sumo a la invitación que hace la CEM a todos los llamados actores sociales: reflexionar, fuera de la polarización ideológica y política, para llegar a un camino común hacia la solución de las grandes problemáticas que existen alrededor del aborto y la realidad de la mujer mexicana. Además me parece sumamente relevante, hoy más que nunca, formar en una cultura de la vida: de la seguridad, del amor y de la entrega.

            Fuera de todos los estudios estadísticos que se han hecho sobre el aborto hay una realidad muy clara: el proceso por el cual una mujer llega a siquiera plantearse abortar es difícil y doloroso. Por eso, como promueve la CEM, hemos de considerar a la mujer que sufre antes de dar nuestra opinión respecto al tema… pero que esto no nos lleve a negar el  valor absoluto que tiene la vida del ser humano en el vientre de la madre. Como mujer, me duelen muchos comentarios que he escuchado en la semana. Por un lado, algunas celebran el día histórico en el que México “superó una legislación retrógrada”. También me duelen quienes pierden la esperanza en el país, pues consideran que no hay marcha atrás.

            Sin embargo, hemos de comprender qué significa la resolución de la Corte. Me alegro por la claridad del comunicado emitido por la CEM. El cuestionamiento más importante al que nos invita es el siguiente: ¿qué estamos valorando como sociedad? Sumándose a una expresión del Papa Francisco, la CEM afirma que vivimos en una época de «patologías sociales». En este punto estoy completamente de acuerdo. Las posturas que adoptamos tienen consecuencias sociales graves. Este no es un asunto para tomarse a la ligera. La posibilidad de un aborto es muy grave, así como las circunstancias que orillan a la mujer a cometerlo.

            Pero hay esperanza. Hay esperanza para todas aquellas mujeres que son violentadas. Hay esperanza para todas las personas no nacidas. Hay esperanza para que México salga de la cultura del aborto y comience una cultura de la vida en la que el marco legal sea lo de menos.

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