La guerra del opio

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La guerra del opio es cruel, sangrienta, desalmada, injusta, ah, y está pasando justo ahora. Así es. La guerra del opio es tan presente como lo son nuestros celulares o como la presidencia de Joe Biden. En su más reciente documental, The Crime of the Century (el crimen del siglo), publicado este 2021, Alex Gibney, el director, narra cómo las farmacéuticas norteamericanas abusaron de su poder para vender opioides a enfermos y no tan enfermos. 

Un documental de sólo dos episodios, suficientes para dejar helado y perturbado a quien sea. Los opioides son drogas muy antiguas, usadas por artistas de renombre y sin renombre, por gente común o no tan común. Yo nunca los he probado, pero al parecer son tan adictivos y deliciosos como su fama lo pretende. La humanidad tiene muchos episodios con esta droga celestial. 

El documental muestra los últimos encuentros entre esta droga y la humanidad, teniendo como protagonistas a las siempre poderosísimas farmacéuticas, doctores sin alma ni ética y consumidores ingenuos, cuyo único error fue pensar que su doctor de cabecera no les recetaría una sentencia de muerte por las molestias que tenían. 

Uno de los aspectos que trata el documental, es la evolución del tratamiento del dolor. Hace unos siglos, antes del invento de la anestesia, el dolor no era tan mal visto. De hecho, era bien visto. Y con la llegada de la anestesia, las cosas cambiaron. Ahora sentir dolor es lo peor que te puede pasar. La vida deja de tener sentido. Es aquí donde los opioides entran a escena. 

Fueron diseñados originalmente para enfermos de cáncer terminal; es decir, gente sin expectativa de vida y que está en enormes cantidades de dolor. Pero las farmacéuticas pensaron que, para ganar más dinero y expandir su mercado (oh, malditas leyes del capitalismo actual), debían convencer a los médicos de recetar estas potentes drogas a casi cualquier persona con dolor. Y recetarle lo que sea. No sobra decir, que este proceso de convencimiento a los doctores pasaba por pagarles enormes cantidades de dinero. Dicho de mejor manera, de sobornarlos. 

De manera lógica, esto empezó a ocasionar muertes y adicciones innecesarias alrededor de todo Estados Unidos, y la creación de unas de las fortunas más sucias que puede haber en la tierra. 

Y la tragedia no para ahí. Porque este conflicto dejó algo en evidencia. Cuando la DEA (Administración de Control de Drogas), les cae a las farmacéuticas para obligarlas a rendir cuentas, resulta que estas fueron más poderosas que la DEA, y que las leyes en Estados Unidos. Las compañías vendedoras de opio, lo único que hicieron fue sobornar a todos, y así seguir con sus negocios ilícitos. Bueno, en este caso lícitos, porque son drogas legales. Pero sí, muy cruel. 

Básicamente lo que pasaba es que los consumidores morían de sobredosis, sin que nadie a su alrededor entendiera por qué. Y pues cómo: lo único que hicieron mal fue ir al médico. Imaginen. 

El deseo desmedido por ganar mucho dinero, a costa de lo que sea, cada vez queda más en evidencia de que está mal. Que genera crímenes y malestar en la sociedad innecesario. 

El documental narra los hechos con una frialdad inmejorable. Uno, hasta se sorprende de que lo hayan dejado producirlo. Pero lo produjeron, y está en HBO para que cualquiera pueda verlo, y caerse de bruces.

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