Coger al toro por los cuernos: Conversación con Jorge Arriaga El Andariego
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“¿Lo creerás, Ariadna? –dijo Teseo-. El Minotauro apenas se defendió.”
La casa de Asterion
Jorge Luis Borges
En la mitología griega existe un personaje condenado al encierro en un laberinto: el Minotauro, que es un ser con cuerpo de hombre y cabeza de toro y su nombre significa toro de Minos. Pasífae, quien fuera la esposa del rey Minos, sintió una gran atracción por un toro blanco que Poseidón le entregó a Minos para sacrificar, por lo que pidió al inventor Dédalo que fabricara una carcasa donde pusiera introducirse y la cubriera con piel de vaca para yacer con el toro de Creta. De esta unión nació el Minotauro, quien se alimentaba de carne humana y crecía en tamaño y agresividad. A petición de los reyes, Dédalo construyó un laberinto en la isla de Creta y encerraron al Minotauro en el lugar.
En aquel tiempo, Minos venció a los atenienses y, como parte de las condiciones de derrota, cada año eran enviados 7 jóvenes y 7 doncellas atenienses como tributo para alimentar al Minotauro. En uno de los envíos, Teseo, el hijo del rey Egeo, pidió ser incluido para el tributo, con la idea de matar al Minotauro. Teseo partió con velas negras, prometiendo a su padre que si volvía con vida cambiaría las velas negras por velas blancas. Teseo llegó a Creta, la princesa Ariadna se enamoró de él y prometió ayudarle. Le entregó una madeja de hilo para que la atara en la entrada del laberinto y así lograra salir. Cuando Teseo se encontró con el Minotauro, lo apuñaló con su espada y, una vez que le diera muerte, salió del laberinto siguiendo el camino de la madeja. La historia continúa y es dramática, pero basta con mencionar que Teseo abandona en una isla a Ariadna y que se olvida de cambiar las velas negras, por lo que al verlas desde el puerto Pireo, el rey Egeo, se suicida arrojándose al mar.

Pero no solamente en la mitología el hombre ha luchado contra una bestia. Existen otros ejemplos, como los gladiadores en el circo romano que se enfrentan a leones, así como antecedentes muy antiguos de la tauromaquia, que significa el arte de luchar con toros. La tauromaquia tiene diferentes representaciones, desde correr delante de un toro como hacen en Pamplona hasta las corridas en las plazas de toros, que en el siglo XIX alcanzaron su etapa dorada. Alrededor de la corrida de toros se desenvuelve la fiesta brava, que incluye tradiciones y festejos en los que tanto el torero como el toro son los protagonistas. Las corridas tienen un origen profundamente español, pero también en México existe la afición, la industria y los toreros.
Mi experiencia con el toreo es nula, jamás he ido a una corrida y lo más cerca que he estado de la Plaza de Toros México ha sido para comer unos tacos de El Villamelón. Mi abuelo, quien a alguna corrida habrá ido, llevaba su hijos, y mi madre nos llevó a mi hermano y a mi. Chonita, con sus manos curtidas por el chile y la cecina, me ha visto crecer; cuando era niña me impresionaban las cabezas de toros que colgaban en el local y prefería no mirarlas.

En esta ocasión, desde Berlín, recuerdo los tacos de El Villamelón, los que están frente a la Plaza México, con nostalgia y con antojo, y haciendo honor al nombre, porque soy una villamelona, una profana escribiendo de lo que no sabe: de las corridas de toros y toreros.
Existen trabajos que a veces no lo parecen, porque la vocación y el talento es claro, por ejemplo con cantantes, actores, futbolistas, pintores y toreros. Hay gente que nació para cantar y que tienen la fortuna de poder vivir de eso. Otras profesiones que también tienen una vocación muy clara son los médicos, enfermeras, profesores y aquellos que combinan el trabajo social. Sin embargo, sin importar qué trabajo se ejerza, es en el tiempo libre, en el que nos dedicamos a aquellas aficiones que nos alegran el día; como jugar una cascarita, entonar o desentonar en el karaoke, hornear pasteles, leer un buen libro o certificarnos como buzos después de un largo día en la oficina. Lo mismo ocurre con los toreros.
Cuando pienso en los toreros me viene a la mente un hombre delgado, vestido con colores vistosos, montera, medias y zapatillas; y mi primera asociación mental y único contacto con un torero es El Jarameño, el matador que le ofreció a Santa, la protagonista del mismo nombre de la novela de Federico Gamboa, sacarla de la prostitución hasta que ella lo engaña y vuelve al burdel. Recuerdo especialmente la escena antes de que El Jarameño saliera al ruedo; Gamboa escribe que no bebió su café como de costumbre, que fue a afeitarse con un barbero profesional y se vistió. Santa le pidió ir a la corrida porque se sentiría muy nerviosa sin saber de él; pero El Jarameño se negó porque tenía la fuerte idea de que si ella lo viera torear moriría. Y como siempre hacía antes de partir plaza, encendió unas veladoras a la Virgen de los Remedios, que apagaría cuando regresara.

Mi experiencia taurina es puramente literaria, sin el toro y sin la corrida, solamente cuento con el imaginario del torero. El 23 de mayo del 2021 se presentó en el Cortijo El Breco como novillero Jorge Arriaga, El Andariego, y aprovechando la ocasión de reflexionar sobre el trabajo y la presentación le pedí una entrevista.
Jorge, muchas gracias por tu tiempo. ¿Cómo comenzó tu afición por las corridas de toros?
Desde que era niño mis padres me llevaban a las corridas de toros, aunque ya en el momento crucial en el que el matador entraba, mi mamá me cubría los ojos, para que no viera cómo mataban al toro, porque quería protegerme de una imagen violenta, pero yo siempre quería ver, quería mirar el desarrollo de la línea del toro. Porque desde esa edad yo quería ser torero. En la casa mis padres tenían cuadros del maestro Carlos Ruano Llopis, que es uno de los máximos exponentes del arte taurino, como El toro guapo. Veía como el toro salía levantando la arena.
Cuando tenía 14 años, mi vecino, Eulalio López, El Zotoluco, me invitó a una ceremonia íntima en Tlaxcala. Mientras manejaba, yo me dirigía a él como “señor Lalo”, hasta que me dijo que cuando se enfunde el traje de luces dejaría de ser el señor Lalo para convertirse en El Zotoluco, y eso fue realmente impresionante. Regularmente no dejan entrar a menores de edad, pero mi padre me subió los pantalones para que me viera más alto y me dejaran pasar. Después de la corrida le dije a mi papá que quería ser torero.

¿Qué dijo tu padre cuando le dijiste que querías ser torero?
Al principio mi papá no me dijo nada, se quedó callado, luego se rió un poco, pero con el tiempo, me cachondeaba. Me decía “nada más no te llevo a la Quebrada porque vas a querer ser clavadista”. Mi papá me dijo que no podía ser torero, que primero estudiara una carrera y después hiciera lo que quisiera. Entonces, estudié derecho. Cuando terminé la carrera, volví a toparme con pared, mi papá me dijo que no bastaba el título, que me pusiera a trabajar. La relación con mi papá es muy tensa. Nuestro mayor vínculo de comunicación son los toros, cuando me cuenta de las diferencias de complexiones entre los toros españoles y los mexicanos o de alguna faena, pero aún así prefería que estudiara una carrera. Hace año y medio me dijo que soy un soñador, pero no me lo tomo a mal, para que las cosas ocurran, antes alguien tiene que haberlas soñado. Y con mucho orgullo soy un soñador y espero cumplir mi sueño. Debo reconocer que al principio me dolió, pero después me tocó el orgullo, y Dios que me puso los medios para lograrlo, porque no cae una hoja del árbol sin que Dios lo quiera.
Yo acabo de tener un hijo y, si un día me dice papá quiero ser futbolista, basquetbolista o lo que sea, yo no lo voy a impedir, aunque sea su padre, no soy nadie para cortarle las alas. Espero que cuando llegue el día, estar a la altura para apoyar cualquier sueño que tenga mi hijo.
Entonces eres un abogado torero, pero regularmente ¿los toreros se dedican cien por ciento a ser toreros como profesión o es una segunda profesión? En otras palabras ¿se puede vivir de ser torero?
Me parece que los toreros somos multifacéticos. Hay toreros que son poetas, que son arquitectos o abogados, como yo. Los tiempos han cambiado, no es como en los años dorados del toreo. Los contratos no llegan siempre. En el principio, tú pagas por torear, pagas el capote, el traje de luces, el toro. Antes te hacías torero para comprarle la casa a tu mamá, y ahora tienes que venderla para poder ser torero. Pero también hay que apoyar a la industria. Toda mi indumentaria, las banderillas, añadidos, monteras y espadas las compré en México, para apoyar a los artesanos mexicanos, que su trabajo es de gran calidad y tienen el mismo calibre que los artesanos españoles. La fiesta brava por excelencia viene de España, es una tradición heredada que también es parte de nuestra historia.

Esta pregunta es parte de mi ignorancia del mundo taurino, la imagen del torero es muy clara, pero ¿hay mujeres toreras?
Claro, es algo que apoyo y aplaudo mucho. Las mujeres que se visten de luces son muy valientes, algunas han sufrido cornadas y las admiro. También hay machismo, pero ha habido mujeres muy importantes como Conchita Cintrón, una magnífica matadora. Lea Vicens es una matadora muy importante, francesa de Nimes y que es bióloga. He visto algunos de sus vídeos, porque no ha venido a México y es maravillosa. Hay pocas, pero tienen mucho que aportar.
Así como los futbolistas tienen años mejores y alrededor de los 40 o antes deben retirarse, ¿aplica lo mismo para un torero? Como si fuera una carrera contra el envejecimiento, ¿hasta qué edad puede torear un torero?
El toro te va a embestir así seas guapo, feo, rico, clase media, mujer u hombre. Y lo mismo pasa con la edad, al toro no le importa si tienes 18 o 60 años, no te va a pedir el certificado médico o el acta de nacimiento, simplemente te va embestir; aunque el toro fuera muy grande, no vas a salir a cargarlo, sino a torearlo. Un torero al que admiro mucho y del que he aprendido bastante, tiene 70 años y sigue toreando, su edad no es impedimento.
¿Cómo es la disciplina de un torero? ¿Tienen entrenamientos?
Sí hay entrenamientos, desde practicar con las vaquillas que no tienen pitones (cuernos), se llaman los tentaderos, y presentas lo que entrenaste en el salón, o con una carretilla, el aparato o con una persona que pretende ser el toro. Pero siempre con mucho respeto, porque así sea una vaquilla, no hay que perderla de vista.

Antes mencionaste a Dios y me parece que hay una relación entre la religión y las corridas. De hecho, tu capa tiene la imagen de la virgen de Guadalupe.
Sí, regularmente los capotes de paseo tienen imágenes religiosas: la Guadalupana, el Cristo del gran poder, la Dolorosa, la Macarena. Y para mí es muy significativo, porque soy devoto de la virgen de Guadalupe. Cuando me lié el capote por primera vez, sentí como un choque eléctrico y mucha emoción. El traje de luces es algo que debe ser muy respetado, a lo mejor es lo último que usarás.
El matador sabe que se va, pero no sabe que va a regresar. Muchos tienen algunas señales, casi supersticiosas, pero que los ayudan a entrar al ruedo. Hay quienes no dejan calcetines en la cama, o dejan la luz encendida, como señal de que regresarán a apagarla.
Que interesante lo de las señales, esa esperanza de no morir. ¿No te da miedo? Porque debe ser muy imponente pararse frente a un toro.
Claro que da miedo, y aquél que diga que no es un mentiroso. A los toros hay que temerlos, pero sobre todo respetarlos. No hay enemigo pequeño, y pensar eso puede evitar peligros. No hay que perder de vista al toro de lidia, porque en ocasiones los accidentes pueden pasar por imprudencias. Dicen que a los toros no hay que quitarles la cara ni en bistecs, porque te puedes atragantar.
Especialmente ahora que tienes un bebé, ¿no te detiene la idea de que pudieras morir?
Claro que me da miedo. Mi esposa no está tan de acuerdo, pero, cuando estaba en la arena, lo primero que pensé fue en mi hijo. Claro que tuve miedo a lo incierto, lo que puede suceder en una lidia es impredecible y no sabes si regresarás a casa, pero es mi sueño, y todo el tiempo pensé en mi hijo, mi esposa y mi familia.
Cambiando un poco el tema. ¿Cómo es la afición taurina?
Los taurinos estamos para sumar e integrar a la gente. Me parece que es una afición unida, toda una verbena cultural. Los ves comiendo en El Villamelón, una birria en El Paisa o una paella; algunos con una bota y un puro, disfrutando la fiesta. Federico García Lorca decía que Fiesta de toros es la más culta, pero aún así no lo sabes todo de la Fiesta taurina, se sigue escribiendo sobre toros ¿Qué no se puede escribir sobre los toros? Bueno, pues desde el peso del toro, la vestimenta y las faenas. La compañía es muy importante. Ahora los jóvenes casi no van, creen que es una afición de “viejitos”, pero creo que es una fiesta para todos. Algunos van a la corrida sin respeto, sólo para tomar y dejarse ver socialmente, sin considerar que el toro con su bravura y el torero se juegan la vida.

Quisiera tocar un punto muy importante y un tanto sensible. ¿Qué opinas de las críticas de los anti-taurinos y los protectores de animales que no consideran que las corridas son un arte, sino una tortura y crueldad animal? Igual los rastros no ofrecen una muerte más misericordiosa, pero la corrida puede herir algunas sensibilidades, ante la idea de que un animal sufra y que se haga un espectáculo de su muerte.
Quiero comenzar con una frase del biólogo Jacques Cousteau: “Sólo cuando el hombre haya superado la muerte y lo imprevisible no exista morirá la fiesta de toros, se perderá en el reino de la utopía y el dios mitológico encarnado en el toro de lidia derramará vanamente su sangre en la alcantarilla de un lúgubre matadero de reses”. El toro sin la fiesta taurina moriría en el anonimato de un lúgubre matadero. El toro de lidia vive como un rey, el ganadero no lo tiene hacinado, sino que tiene un territorio amplio, en un cerro tiene su comida y en otro cerro el agua. El toro de lidia lucha por su vida y a veces por su bravura se le indulta la vida y el toro regresa a su campo y se convierte en semental. Si quieren prohibir las corridas, terminarán con la especie del toro de lidia. Creo que es necesario el respeto, de las otras comunidades. La carne es parte de la pirámide alimenticia. No es que los aficionados seamos sádicos, no vamos por el sufrimiento del toro, sino por el arte de torear. Sobre la sensibilidad, lo mismo podría suceder con la pesca o la caza. En la corrida el toro lucha y es un adversario digno, tiene una naturaleza combativa y es por eso que la vida del torero está en riesgo. El torero se juega la vida, es una lucha entre la fuerza y la astucia. No me parece que las corridas sean una crueldad; otras actividades como las luchas son más crueles, porque es una lucha entre hermanos, pero respeto a aquellos a los que les gusta.
La crueldad animal se da en la peleas de perros o de gallos. Algunos anti-taurinos por desprestigiar la Fiesta de Toros dicen que antes de que el toro salga le ponen Vic Vaporub en los ojos y golpean los testículos del toro, pero eso es una calumnia y completa falsedad porque no hay amor más grande hacia un toro que el del ganadero y el torero. Sin toro no hay corrida, es el centro, el toro te puede llevar para arriba y para abajo, pero el torero siempre lo respeta. Porque el torero necesita la bravura del toro.