Si algo hacen bien las películas de Hollywood es llevar a todos los rincones del planeta sus historias. Antes de eso, en México, no eran muchos los conocedores de la obra literaria The Lord of the Rings; aunque no tengo números para sostener esta afirmación. Me baso en el hecho de que México es un país que lee poco y el acceso masivo a los libros siempre ha sido escaso. Pedirle a jóvenes y niños que lean la trilogía que suman más de mil páginas resulta una proeza. Por eso la película, como dicen, vino a “democratizar” la impresionante obra de J.R.R. Tolkien.
En ese sentido, me siento afortunado. Haber leído la trilogía de Tolkien antes de ver las películas me hizo conectar con el autor de la obra, con su amor a las historias épicas y fantásticas que pusieron a trabajar mi imaginación a marchas forzadas. Abrió un mundo nuevo para mí. Como muchos, también vi la película y debo decir que encuentro serias diferencias con Peter Jackson en lo que se refiere a cómo veía en mi mente la Tierra Media, sus personajes y sus batallas. Aun así, me gustan las películas, tratan de ser hasta cierto punto, fieles con la historia y la selección de los actores que representan a los personajes de la historia parecen tomarse en serio la importancia de cumplir fielmente con sus roles.
Tengo que aceptar que ya no era un niño cuando lo conocí. La primera vez que tuve contacto con la trilogía, no fue porque me la contaron o me lo recomendaron. De hecho, mi primer encuentro con la obra fue un acto de censura de mi parte. Aunque suene raro viniendo de un seguidor asiduo de El Señor de los Anillos, la primera vez que estuve cerca del libro, fue para prohibirlo e inhibir su lectura.
En ese entonces tenía quizá unos 15 años y recuerdo que estaba trabajando como voluntario en un campamento de verano. Creo que mis papás aceptaron que fuera como “instructor” porque preferían que hiciera algo de provecho en lugar de estar echado en la alfombra viendo Supervacaciones (así se llamaba la barra de caricaturas matutinas en esa época) por horas.
Edición conmemorativa por los 50 años. Foto: Vincent M. A. Janssen.
El campamento, como muchos que existen, tenía una larga lista de actividades que mantenía a los niños y adolescentes ocupados. Estaba yo encargado de una tribu (un pequeño grupo de niños de todas las edades que dormían en la misma cabaña) muy heterogénea, con niños de 6 a 13 años, con todo tipo de personalidades, afinidades y gustos. El campamento tenía un sistema de premiaciones grupales; la tribu sumaba puntos conforme iba ganando competencias y cumpliera con ciertas disposiciones, dejara la cabaña limpia, llegara a tiempo a las actividades del día, etcétera.
Me gusta competir y por supuesto, ganar. Para mi desilusión, mi tribu nunca estaba a tiempo para las actividades y cada noche me atrapaba un sentimiento de derrota a causa de esto. Cada mañana me proponía conseguir que mi tribu estuviera a tiempo a todas las actividades, pero sin resultados: siempre me hacía falta uno de sus integrantes: Fernando (nombre falso para tratar de esconder la verdadera identidad del semejante individuo, aunque seguramente ya sobrepasó los cuarenta) un adolescente de 13 años que parecía importarle poco el esfuerzo colectivo.
Un día cansado de esperar y viendo la cara de frustración de los otros miembros del equipo, me decidí buscar a Fernando. Ya era hora de enfrentar el problema y tener una álgida plática que le hiciera ver que, si no ponía de su parte, la tribu no podía ser la mejor del campamento.
Y ahí estaba Fernando, recostado cómodamente sujetando con las dos manos uno de los libros más gruesos que había visto hasta entonces. Estaba tan concentrado con la lectura que no vio que me acercaba. Repentinamente tomé el libro y se lo arranqué de un solo tajo. Fue como si lo hubiera despertado de un trance. Me enfrentó pidiendo que le devolviera inmediatamente el libro. Le dije –Todos te estamos esperando y tú ¿leyendo? – Me pidió de nuevo que le devolviera el libro que estaba en la parte más interesante y que no quería perdérselo. Ante tanta insistencia, por fin volteé a ver la publicación y allí estaba: pesado y denso. En la portada aparecía una enorme torre negra rodeada por un cielo rojo y amarillo. Luego leí el título y el nombre del autor: El Señor de los Anillos, J.R.R. Tolkien. En mi cabeza pensaba, -este chico ha de ser muy brillante, porque tiene en sus manos un libro sin ilustraciones, escrito por un señor con apellido extranjero y definitivamente con tantas páginas que pareciera inacabable-. ¿Cómo era posible que teniendo tantas y tantas actividades divertidas que realizar, Fernando (que no tenía en ese entonces un porte intelectual) pudiera preferir leer un libro tan serio, tan grueso, con tantas palabras y con tan pocas ilustraciones?
Le dije a Fernando que no volvería a ver el libro hasta el final del campamento. Tenía que ver un significativo esfuerzo por participar junto con la tribu en todas las actividades para poderlo tener de vuelta.
Me quedé con el libro, prometí devolverlo una vez terminara el campamento. Lo dejé a lado de mi cama en la cabaña donde dormía. No lo leí, no lo abrí, lo dejé allí reposado en una vieja mesa.
No había otra reacción de parte de Fernando, más allá de pedirme el libro todos los días. Cada vez que me lo pedía, yo le preguntaba intrigado las razones por las que le parecía tan bueno el libro. Y cada día recibía una respuesta diferente. Cada vez que le preguntaba era como si de repente volviera el trance que le hacía describir las maravillosas situaciones por las que tenían que pasar los personajes.
De hablar sobre las aventuras de la Tierra Media saltamos a nuestros intereses y nuestras ingenuas opiniones sobre todo lo que nos rodeaba: los miembros del equipo, nuestras familias, nuestros amigos, el deporte, el estudio y de todos los temas que a dos adolescentes podrían interesar.
Pasaron los días, terminó el campamento. Seguí viendo a Fernando en la escuela, a fin de cuentas, sólo estaba dos grados escolares arriba de él. Nuestra convivencia no era tan intensa como en el campamento, pero cada vez que nos veíamos nos poníamos al día sobre nuestras vidas, gustos y aficiones.
Página de La comunidad del anillo, canción del lamento de Galadriel. Foto: Zanastardust.
Mi gusto por la lectura fue creciendo por esos meses, especialmente por los libros de ficción. Me di cuenta de que en casa tenía la primera publicación de J.R.R. Tolkien: El Hobbit. Me gustó. Fue fácil de leer y de imaginar. Hasta ese momento no había hecho la conexión entre las obras. Al final de esa edición venía una lista de otros libros del autor y allí estaba: El Señor de los Anillos. Fue ahí que todo se conectó. Lo vi y supe que tendría que leer esa enorme obra, tan llena de aventuras como de palabras.
Quedé maravillado. Recuerdo haber visto a Fernando a quien le comenté lo emocionado que estaba con tan magnifica obra. Él, en lugar de abrir las rencillas del pasado, me preguntaba si ya había pasado tal o cual parte del libro. Era uno de nuestros temas favoritos para charlar, además del fútbol, por supuesto.
De ahí nació una gran amistad, una amistad como esas que aparecen en el libro, como esas que existen en la realidad pero que exclusivamente los libros de fantasías recogen con total fidelidad. La obra de Tolkien, es tener a la mano un tratado sobre la amistad, comunidad, solidaridad y heroísmo.
A veces buscamos sin estar perdidos, a veces encontramos tesoros sin la intención de descubrirlos.Así son los libros que más nos impactan la vida, pero así también son las amistades que perduran, las que se encuentran periódicamente en la vida pero que siempre están allí esperando la oportunidad de retomar las conversaciones iniciadas hace más de 35 años.
Me pidieron escribir sobre la importancia de El Señor de los Anillos en la actualidad. Como las grandes obras universales, esta me cambió de muchas maneras e incidió en la forma en que veo la vida. Pido disculpas por lo egoísta y personal de mi relato, pero sólo cumplí con mi deber de reiterar lo que dice Bilbo Baggins: “Don’t adventures ever have an end? I suppose not. Someone else always has to carry on the story.”
Porque para mí, a fin de cuentas, la obra de Tolkien no puede ser más actual ya que refleja lo significa la amistad: una aventura que nos lleva por caminos insospechados.
Las crónicas de Narnia es una novela de 7 tomos del género ciencia ficción escrita por C.S.Lewis entre 1950 y 1956. Todos los libros son muy interesantes y están relacionados entre sí. Te recomendamos toda la saga porque es interesante, divertida y mágica. Además de que la obra de Lewis es muy importante dentro de la literatura juvenil del siglo XX.
Narnia es un mundo alternativo al nuestro lleno de magia y alegría pero hay rincones oscuros donde puede encontrarse mucha maldad, en este país viven seres fantásticos como: Faunos, centauros, minotauros, driades, unicornios, gigantes, enanos, terranos, etc. Y también tiene animales parlantes e inteligentes como: monos, caballos, yeguas, castores, leopardos, perros, lobos, etc.
Los personajes principales de esta historia son: Aslan que aparece en todos, Polly y Digory en el libro 1, en el libro 2, Peter, Susan, Edmund, Lucy, en el 4 estos 4 últimos y Caspian, en el 6 Jill, Charcosombrío, Rilian y Eustace, este último también en el 5 junto con Lucy, Edmund y Caspian, Tirian con Jill y Eustace en el 7 y Cor, Hwin, Aravis y Bree en el 3.
La saga comienza cuando cuatro hermanos son enviados a la casa de un profesor a las afueras de Londres en tiempo de la guerra. Se entrevé que el autor se refiere a la Segunda Guerra Mundial. Un día de juegos, como cualquier otro, la pequeña Lucy se esconde en un armario, que es un portal a Narnia, que es un sitio en el que siempre es invierno y se encuentra con un Fauno. Después sus hermanos también llegarán a Narnia y junto con Aslan lucharán contra la malvada Bruja Blanca.
En cada tomo los personajes se enfrentan a nuevas aventuras, que van desde atravesar armarios y cuadros para descubrir Narnia, hasta batallas épicas y viajes a tierras lejanas.
Un dato interesante sobre estos libros es que C.S. Lewis escribió los libros en desorden el primero que escribió, es el segundo libro El león la bruja y el armario y no pensaba escribir más, pero con el impacto que tuvo en sus lectores continuó la saga.
Hasta ahora se han hecho 3 películas inspiradas en estos libros (2, 4 y 5). El libro está hecho para niños y niñas entre 8 y 12 años, pero a pesar de esto, puede llegar a interesarle a adultos y adolescentes.
Queremos invitar a los niños a descubrir el fantástico mundo de Narnia, seguramente no se arrepentirán, porque es la edad más adecuada para leer esta historia.
Estatua C. S. Lewis entrando al ropero. “El buscador” de Ross Wilson en Belfast. Créditos: Genevessel
Acerca del autor:
C.S. Lewis fue un amigo y colega de Tolkien, nació en 1898 en Irlanda y falleció en 1963, su mamá murió cuando tenía solo 9 años y fue enviado a un internado con su hermano. A pesar de que su educación fue interrumpida por la Primera Guerra Mundial y en 1916 con tan sólo 19 años se alistó en el ejército, logró graduarse en Oxford. Poseía una pasión por la mitología nórdica, lo cual marcaría su gran obra (Narnia).
Tanto Lewis como Tolkien participaron en varias batallas de la Primera Guerra Mundial y desde las trincheras escribieron poesía, buscando la belleza incluso en el horror.
Aunque le enseñaron la religión cristiana desde muy pequeño, perdió la fe cuando era adolescente, sin embargo años después se convirtió. Tolkien influyó en su conversión, así como un grupo de debate llamado los Inklings. Este es un dato importante, porque Narnia es una analogía del cristianismo, donde puede leerse entre líneas la creencia de que aunque existe el mal, es posible resistirlo.
Tristemente con los años Lewis y Tolkien se distanciaron un poco, aunque mantuvieron una relación cordial.
Estos días de menor actividad y de frío (al menos en el hemisferio norte) son un tiempo ideal para leer. Colaboradores de SPES presentamos recomendaciones variopintas para esta temporada. ¡Feliz Navidad!
El árabe del futuro. Una juventud en Oriente Medio Riad Sattouf
El 5 de noviembre de 2020 Riad Sattouf publicó en Instagram una fotografía del quinto tomo de la serie El árabe del futuro y no sólo eso, ya comenzó a trabajar en el sexto y último tomo. Una gran noticia, para mí y sus lectores, pues en el cuarto volumen nos dejó con la angustia al máximo nivel. Solo tras la muerte de su padre, Riad Sattouf, sintió la confianza de contar su historia y la de su familia. ¿Por qué es tan especial una novela gráfica autobiográfica? Además de las encantadoras ilustraciones, es una ventana a un mundo ajeno: Oriente Medio. Sattouf es hijo de una madre francesa y un padre sirio, que vivió su infancia en Libia, Siria y Francia. Cada tomo nos muestra las diferencias culturales entre Oriente y Occidente, las dificultades de una familia bicultural, los abismos que se generan por los extremismos y la importancia de adaptarse. Los dramas familiares vistos desde la perspectiva del niño Sattouf son divertidos y profundos. (AF)
Maus Art Spiegelman
Maus es un clásico de la novela gráfica y la única ganadora de un premio Pullitzer. Art Spiegelman –dibujante y editor de la revista The New Yorker– tardó 13 años en desarrollar el proyecto; que además de una intensa documentación, consistió en las grabaciones de las conversaciones con su padre. Parte del proceso, puede leerse en Metamaus. Finalmente fue publicada en 1992, en dos tomos, aunque la nueva edición es de un solo volumen. Maus es una historia íntima, no solo porque narra el horror del holocausto vivido por el padre de Art Spiegelman, Vladek, y las secuelas de haber sobrevivido a la pesadilla, sino porque es un vistazo a la intimidad de la relación padre-hijo. La peculiaridad del cómic es que los personajes se representan como animales: los ratones son los judíos, mientras que los gatos son los alemanes, los cerdos son los polacos, los franceses son ranas, los ingleses peces y los estadounidenses perros. Si bien durante el régimen nazi los judíos fueron equiparado en el imaginario colectivo como ratones, Spiegelman, utilizó la metáfora y le dio un nuevo sentido. Impresa monocromáticamente, blanco y negro, transmite la oscuridad y el terror de aquellos tiempos. Maus es una novela gráfica imprescindible, que conmueve hasta las entrañas y transmite la dureza de la vida. (AF)
Ensayo sobre la ceguera José Saramago
En un año de pandemia queda muy bien leer un libro que trata sobre una pandemia de ceguera. Curiosamente, el libro no llegó a mis manos por una “recomendación de libros para leer en una pandemia” sino porque es el libro favorito de mi amiga Lida y me lo regaló por mi cumpleaños. Todo comienza cuando un hombre queda súbitamente ciego ante un semáforo. De ahí los casos se transmiten de manera exponencial, el médico, los pacientes y todos aquellos que se relacionaron con ellos, exceptuando a la mujer del médico. Nosotros podemos pasar la cuarentena en casa, pero en el Ensayo sobre la ceguera, los ciegos son encerrados en un manicomio y otros desafortunados están condenados a vagar por la ciudad, sin poder volver a casa y buscando comida. Saramago hace un experimento mental sobre el carácter humano en una situación límite; siempre habrá quien se aproveche de las situaciones, quienes la empeoren y la violencia del más fuerte, pero también la solidaridad y organización de los bien intencionados. (AF)
Suave es la noche Francis Scott Fitzgerald
Muchos asocian a Fitzgerald como un representante de la Generación Perdida y con su libro más célebre: El gran Gatsby; algunos otros piensan en su tormentoso matrimonio con Zelda Fitzgerald. Suave es la noche es una narración, con tintes autobiográficos, de un encantador matrimonio norteamericano, Dick y Nicole Diver, que en los años 20 se instalan en la Riviera francesa. Dick es un psiquiatra, que lleva años intentando escribir un libro que revolucione la psiquiatría y Nicole es, como lo fue Zelda, un icono de aquellos años, la primera flapper. Aparentemente es la pareja perfecta: bellos, encantadores, inteligentes, elegantes y ricos. Sin embargo, debajo de la aparente perfección y felicidad, se esconde un secreto. Las grietas comienzan a salir a la luz, cuando aparece en la Riviera una joven actriz, que se enamora de Dick, pero también siente una gran admiración por Nicole. La pareja ejerce una gran impresión en aquellos de su círculo. Sin embargo es imposible seguir con el ritmo de las apariencias, el desgaste mental y emocional cobra su cuenta. Los problemas del matrimonio se acrecientan con el tiempo y con sus manías destructivas. Los Diver son un reflejo de la celebridad y los tormentos del matrimonio Fitzgerald. En Suave es la noche, Fitzgerald, narra la superficialidad, el amor, la destrucción, la complejidad y la fragilidad, de las relaciones que en estos tiempos simplemente se catalogan como “tóxicas”. (AF)
The Lord of the Rings J. R. R. Tolkien
La trilogía de El señor de los anillos no necesita una reseña o presentación. Es un clásico de la literatura y también para muchos estudiosos. Nunca está de más recomendarlo, pues no tiene desperdicio. Y es muy buen gancho para iniciar a los jóvenes en la literatura. Se pueden encontrar diversas ediciones y muy variadas según las traducciones, por lo regular, los tres volúmenes se encuentran separados. Aunque el propio Tolkien intentó publicarlo como un solo libro, los editores en 1954 propusieron dividirlo en tres partes. Un solo tomo puede ser muy pesado incluso si se utiliza un papel ligero. Sin embargo, en el 2004, la editorial Houghton Mifflin Harcourt, por el cincuenta aniversario de la publicación, prepararon una hermosa edición. Los tres libros fueron unificados en un solo tomo, justo como Tolkien lo hubiera querido. La edición fue cotejada con la versión que tenía menos erratas (que el propio Tolkien y sus lectores enviaban a los editores), con los manuscritos y el arduo trabajo de Christopher Tolkien y otros expertos. El volumen es una joya que cuenta con una nota del texto; una palabras de Tolkien sobre las erratas; el prólogo sobre los Hobbits y otras cuestiones; los tres libros (subdivididos en seis libros); un apéndice escrito por Tolkien con leyendas, calendarios, el alfabeto, árboles genealógicos, pronunciaciones y lenguajes; un índice de poemas, canciones y nombres; y mapas de la Tierra Media. (AF)
El seductor de la patria Enrique Serna
Cuando estudié medicina hubo dos momentos en los que tuve que hacer un alto para reponerme y después continuar. Realicé mi año de servicio social en una comunidad de mi estado que se caracteriza porque la gente es inconforme, voraz y demandante. Este libro me llegó en el momento oportuno para cerrar ese ciclo de mi vida como persona y como profesional y me ayudó a darle su justa dimensión a lo ocurrido. Se trata de una novela inspirada en la vida de un personaje controvertido de la historia de México, que pese a ser ficción, no deja de mostrar una realidad torcida. Esta realidad muestra la parte trastornada, no solo de la mente de un hombre, sino de una sociedad entera. Esta sociedad sumida en su ignorancia y egoísmo, era la misma que un día podía cargar en hombros y decir alabanzas a su gobernante, y al siguiente día lo ponían contra el piso para escupirle en la cara y despreciarlo. La lectura es ágil, entendible, interesante y risoria al leer la vida de un hombre ordinario que se vuelve atrayente para los de su época. Antonio López de Santa Anna, representa lo absurdo y lo irónico de los acontecimientos humanos. Como un mismo hombre puede inspirar tanto amor, respeto, admiración, odio y repudio. Los años que dura en el poder le permiten observar a la sociedad que gobierna. Descubre los claroscuros de la gente de sus tiempos, la necesidad de definirse como nación, el surgimiento de su independencia y el estupor que dejaban las guerras internas y externas a un país que estaba en plena restauración. Tal parece que este hombre y la nación tuvieran el mismo destino. Pero no, y él mismo lo deja claro. La patria se debe a todos los hombres y mujeres que viven en ella, no solo depende de una persona. Y en la misma forma que este hombre enfrenta el desprestigio y la condena, él también alza la voz y lo hace no solo para defenderse sino también para otorgar a cada quien su propia culpa, como lo dice en algunas de sus frases: “¿Vender yo la mitad de México? ¡Por Dios! Cuándo aprenderán los mexicanitos que si este barco se hundió no fue sólo por los errores del timonel sino por la desidia y la torpeza de los remeros.” Que chistoso, esta frase me suena políticamente actual. (MTSG)
Nueva historia mínima de México COLMEX
La Historia es una de las disciplinas más importantes para entender al ser humano, entender por qué estamos aquí, por qué somos lo que somos. Es un espacio creativo donde podemos tener muchas ideas y dónde desechamos otras al darnos cuenta de que algo ya se ha hecho, y nunca rindió frutos. No siempre es fácil, en el camino uno puede dejar de creer en héroes, abandonar el sentimiento patrio e incluso, decidir salir para siempre de un país. Dejas de creer en Buenos y malos, entiendes las reglas del interés y quizá esos ideales que tenías tan arraigados, de pronto, pierden sus raíces. Todo esto es lo que quizás te provoque, si eres mexicano, leer “Nueva Historia mínima de México”, publicada por el Colegio de México. Claro, quizá tengas tan arraigada tu ideología que este libro no te duela y lo edites mentalmente para algún debate acalorado. Sin embargo, aún confío que un poco de esa duda, gracias a una estructura y redacción que cuida bastante el tono objetivo de la investigación, entre a tu sistema de creencias mexicano y te permitas entender mejor a tu país. Si algo necesitamos en esta época es un golpe de realidad bien documentado. Este libro, en su versión electrónica, está disponible completamente gratis en el portal digital del Colegio de México. Da click aquí para entrar. (YM)
Medico de cuerpos y almas Taylor Cadwell
En otro momento en que hice un alto en mi carrera profesional que me sirvió para decidir cuál sería mi especialidad médica, mi mamá me sugirió este libro. Ella decía que había carreras profesionales y vocaciones profesionales. La medicina es una vocación porque siempre escucha el clamor que pide sanar aquello que además de estar mal, también duele. A través de este libro entendí lo que me dijo mi mamá acerca de ser médico. Lo mejor es que volvió a encender una llama que se debilitaba entre mis primeras experiencias laborales en un mundo en el que hasta la vida se cuestiona como derecho para algunos; y,al ser tan limitado el acceso a la salud, se le termina por poner precio. Taylor Cadwell; es una novelista que se puede disfrutar en varias de sus obras. El protagonista de esta novela fue siempre una obsesión para la autora. La primera versión fue escrita cuando ella solo tenía 12 años. Entre leyendas y datos valiosos del campo de la medicina antigua y moderna Cadwell logra un escrito vibrante y revelador. Lucas, el evangelista, inspira esta obra en la que se habla de la búsqueda de Dios y su revelación final que da sentido a la vida del hombre. Este hombre en su búsqueda descubre la vida de otro hombre de su época llamado Jesús del que le dicen puede mostrarle el camino que le lleve a encontrarse con Dios. Es así como emprende el viaje desde Roma hasta Tierra Santa para ir a los lugares en los que se entera anda Jesús para conocerlo y escucharlo. La vida del protagonista nos atrapa por la creativa narrativa en la que se nos cuentan diferentes episodios: su infancia al lado de las primeras figuras de influencia para Lucas, sus amores, sus viajes, las diferentes personalidades de sus tiempos con las que convivió. Y sin duda uno de los más emocionantes momentos es cuando a través de sus maestros tiene contacto con los conocimientos y las habilidades de los antiguos científicos babilónicos cuyos aprendizajes le ayudan en su formación como médico. Médico de cuerpos y almas muestra cómo el hombre es un todo compuesto por diferentes esferas en las que el cuerpo y el alma no se separan, más bien se mantienen en equilibrio teniendo como manifestación máxima a la salud. Que hermosa y majestuosa enseñanza para un médico la de saber que, cuando toca a otro ser, no sólo está tocando a un organismo o sistema, está tocando a otro igual que él en dignidad y derechos. San Lucas; vivió en la Roma imperial cruel y decadente. Tiempos iguales estamos viviendo ahora. Por eso este libro nos puede recordar el valor de todo hombre y los valores sublimes que pueden llenarnos de fuerza en medio de una pandemia que en este invierno se ha llevado casi todo menos nuestra esperanza de que ha de llegar la primavera. (MTSG)
Larousse de la cocina mexicana Alicia Gironella
Recetas exquisitas que despiertan todos nuestros sentidos al evocar nuestros recuerdos más entrañables de las cocinas en las que hemos experimentado el amor y las tradiciones familiares de todos los tiempos y de todas las festividades que nos distinguen a cada uno y a los nuestros. Así son las recetas que contiene esta obra tan propia para los que amamos comer y cocinar, aunque lo segundo no sea nuestra mejor habilidad. A través de una estructura básica de las recetas más representativas de cada región de nuestro país, Larousse de la cocina mexicana nos lleva de la mano a los menos experimentados para lograr cocinar diferentes productos y platillos de una forma maestra. Nos enseña a preparar para los que amamos ese patrimonio sin límites de los manjares mexicanos, a través de colores, olores, sabores, texturas y temperaturas distintas. Se aprende a amar lo que se hace y dejarlo plasmado en cada plato que no se sirve de forma ordinaria sino de forma extraordinaria, porque entre sus ingredientes lleva varias rebanadas de amor. Sopas, entradas, platos fuertes, salsas, bebidas y vinos forman parte del aprendizaje contenido en este libro que comparten diferentes maestros culinarios de origen mexicano o extranjero que reconocen la riqueza cultural que se transmite de generación a generación a través de sus guisos y de lo que representa para el mexicano la hora de comer. Ya sea para empezar el día o para terminarlo, una comida corrida o gourmet, el alimento del día o una celebración importante, nunca falta el pretexto para sentarnos y alrededor de la mesa encontrarnos en un viaje por México y por el tiempo con nuestra familia de ayer, de hoy y con la que soñamos en un futuro. Manjares que a los más terrenales nos hacen sentir dioses; y que, en estas celebraciones de Navidad y Año Nuevo, nos pueden llevar a aquellos que ya no están o que no estarán por estos tiempos de pandemia. Deleitarnos con estos sabrosos platillos nos hará sonreír y recordar, pero en los labios nos dejarán la promesa de tiempos en que sustancialmente podremos valorar y disfrutar la presencia de la compañía del otro en mi mesa, tu mesa.