Días de encierro

El año pasado, fue un año duro para todos. Hubo que encerrarse varios meses, y la pandemia aún sigue despedazando a la sociedad, así que poco se logró. Durante esos meses de encierro, mi hermano, un amigo extranjero y yo, decidimos hacer equipo para acompañarnos. Nos cuidábamos, sí, pero también cocinábamos, bebíamos, y platicábamos.

Aún recuerdo la primera vez que lo vi. Hicimos una reunión en mi casa mi hermano y yo y lo invitamos. La pandemia estaba por comenzar y no sabíamos lo que nos esperaba. Cuando llegó, se puso a platicar con otro amigo mío por varias horas. Yo no presté mucha atención. Éramos muchos, había muchos con quien platicar.

Eventualmente se fueron todos de la fiesta, y sólo quedó mi nuevo amigo, mi viejo amigo, mi hermano y yo. En ese momento me enteré de lo que habían estado platicando. Resulta que mi nuevo amigo cree en las teorías de conspiración, y le estuvo platicando a mi viejo amigo la teoría más nueva. No la recuerdo a detalle, pero algo tenía que ver con que Trump, ahora ex presidente de Estados Unidos, era el salvador del mundo, y él, junto con unos generales del ejército norteamericano, estaban salvando a la tierra de los demoniacos demócratas.

Y así fue como comenzó todo.

Parecía una breve conversación, incluso una inocente teoría. Como hablar de una trama de película: pase lo que pase, al día siguiente es otro día.

Pero no fue así.

Cada fin de semana nos veíamos, y cada vez tenía una nueva historia, presentada en video de YouTube, generalmente, o en alguna plataforma extraña, algo así como un lugar de mala muerte, pero del internet. La pasábamos bien, no me malinterpreten. Pero ver cómo poco a poco estas teorías lo iban consumiendo, era algo triste de ver. Las teorías, quizás no sobra decir, rondaban desde extraterrestres caminando en la tierra, hasta que John Kennedy Jr. había fingido su muerte. Y siempre, fundamentado por estos videos de YouTube o de los de dudosa procedencia. De hecho, había videos que muchas veces desaparecían, algo que para él era prueba de la veracidad de estos, y no de lo contrario.

Mi amigo, cada determinado tiempo, aseguraba que algo increíble iba a suceder. De hecho, todavía lo dice. Nos decía, a mi hermano y a mí, que el mundo estaba por cambiar radicalmente. Que si ya no iba a costar la electricidad; que si iban a encarcelar a la mitad de las personas más exitosas del mundo por pederastia, o qué sé yo. El chiste es que siempre estaba por pasar algo que cambiaría nuestras vidas para siempre.

Sobra decir, que esto nunca pasó. O al menos no ha pasado nada.  

Una de sus ideas más increíbles, que desafiaban todo pronóstico, era que Donald Trump iba a ganar las elecciones por más del 70%. Ganando todos los estados y todos los votos del colegio electoral. No pasó.

Pero siempre que una de sus teorías no pasaba, algo parecía suceder que lo regresaban al camino de la incertidumbre. De la ansiedad por algo que está por suceder. Siempre ¿Qué pasaba? ¿Ingenuidad? ¿Estupidez? Tonto no era, yo platicaba con él, y me daba cuenta de que era una persona preparada y capaz en su trabajo. Ingenuo tampoco me parecía, en ciertos aspectos.

¿Qué era, entonces, eso que lo hacía pelearse con la realidad tangible? ¿Qué pasaba, con mi nuevo amigo, que a fuerzas quería creer que no habíamos llegado a la luna, y que la tierra era plana? ¿Serían los días de encierro los que lo llevaban a tal extremo de la racionalidad humana? Tampoco creo; gente así, siempre ha existido. Quizás ahora más, o apenas estamos despertando a ellos, no lo sé. 

Es difícil de saber qué pasa por la mente de una de estas personas. Lo cierto es que no es el único. Qanon, uno de los focos más luminosos en las teorías de conspiración reciente, cuenta con millones de seguidores. El mismo Donald Trump ha dicho que las elecciones fueron un fraude, embaucando en ese camino a sus votantes, que, para fines prácticos, son la mitad de Estados Unidos.  

Soy optimista de poder regresar al camino de lo tangible a mi amigo. Mi hermano y yo no hemos podido. Lo intentamos con cariño, con afecto, con respeto. Es decir, lo valoramos como un amigo. Pero hemos fracasado hasta ahora.

Su credulidad por estas teorías no parece tener fin.

Sí suena como un problema ¿Cómo vivir en democracia? ¿Cómo vivir en sociedad? En comunidad. Si cada vez más, millones y millones de personas, piensan que la NASA es una empresa fantasma para robarnos nuestros impuestos.

Y los que fabrican estos videos, ¿creerán realmente lo que dicen? ¿O sabrán que están engañando a una parte de la sociedad?

Desafortunadamente, yo no tengo la respuesta a estas preguntas. Solo tengo la ambición de hacerle ver a mi amigo que la ficción que sigue todos los días, es solo eso, una ficción.

Ahora él ya está en su país de origen. Y yo y mi hermano seguimos aquí, en casa, en medio de una pandemia desbordada y cruel ¿Qué sigue para las teorías de conspiración? ¿La conquista del mundo? ¿La ruina de la sociedad? ¿Será, así, como lleguemos a nuestro fin y no por el apabullante cambio climático?

No lo sé.

¿Y qué onda con YouTube y las redes sociales? ¿Deben ser espacio para semejantes disparates? ¿Cuál es la línea entre censurar y la sensatez? Entre ser una fuerza dictatorial, o una de razón ¿Cómo proceder? De hecho, recientemente he leído sobre varios personajes que han sido censurados en Twitter por hablar de teorías de la conspiración ¿Es ese el camino? ¿Crear algo así como un imperio de la razón? ¿Un imperio que aplaste por la fuerza a toda idea o foco insensato?

Yo, por mi parte, me entristezco por mi amigo.

MDNMDN