En busca de Q

Todos queremos libertad. Los países libres han conquistado al mundo (o casi todo). Y lo rigen. Desde la época de los egipcios a las tiranías fascistas, poco a poco la libertad se ha abierto paso en la Tierra, para que todos, todos, gocen de ella. Y cómo no gozar de ella, es increíble:

Poder ir a donde quieras. Pensar lo que te dé la regalada gana y luego, elegir qué decir. Podemos elegir carreras, películas que ver o no ver, fiestas a las que ir o no ir, votar o no votar, tomar una llamada o no tomarla. Ciertamente, cuando trabajas para una empresa esto cambia. Pero en teoría te pagan por tu tiempo. Y tú puedes elegir entre renunciar o seguir en la empresa, según tus mejores intereses. En pocas palabras, la libertad es buena.

Pero –siempre hay un pero– ¿cuáles son los límites de esta libertad? ¿dónde empieza y dónde termina? La libertad no es ilimitada. Y claramente, los límites de la libertad personal llegan a donde empieza la libertad de otro, la famosa otredad. Estos límites pueden ser muy obvios en algunos casos: no matar, no robar; en fin, hay muchas límites que nos parecen obvias y que no nos cuestionamos. 

Pero –regresamos a los peros–, hay áreas grises más difíciles de regular. Una muy importante la constituyen las enseñanzas de la historia. Por ejemplo, ya sabemos lo que el facismo puede germinar en una sociedad e incluso llegar a gobernarla. Comportamientos que nos acerquen a esta situación pueden ser peligrosos. Ya lo sabemos.

El documental de Q Into The Storm aborda de manera muy sutil estos temas, con ocasión de la la búsqueda de Q.

Q, es la figura de teorías de conspiración más representativa de los últimos años. Una figura que cuenta con millones de seguidores. Usando mensajes crípticos y acusaciones descabelladas, Qanon ha logrado mover al mundo, lo suficiente para hacerse notar.

Cullen Hoback, el director del documental, decide salir a buscarlo porque Q es una figura anónima. Nadie sabe, o sabía, quién era. La docuserie cuenta la historia de la búsqueda de Q a través de examinar a todos los posibles sospechosos. O, dicho de mejor manera: todos los Q posibles y verosímiles. Y esta historia es muy complicada, porque incluye robos de identidad y especulaciones de lo más delirantes. 

Como breve paréntesis, hay que decir que Qanon, mejor conocido como Q, nace en la página de 4chan. Esta, es una página anónima, de imágenes creada en el 2003. Usada inicialmente para compartir cosas de animé, se volvió eventualmente en el primer hogar de Q, antes de que se fuera a 8chan. Todo esto está explicado en el documental. Lo único aquí digno de decir, es que, al ser anónima, permite genuina libertad de expresión, que es justo donde los problemas empiezan, desafortunadamente. Les podría contar mucho más sobre esto, pero sería arruinarles el documental. ¡Mejor véanlo!  

La búsqueda nos lleva a lugares como Los Ángeles, las Filipinas, Japón, Italia. Y nos trae de ida y vuelta además.

La serie muestra la industria atrás de Qanon, y los problemas que plantea. No quiero entrar en detalles (para que vean el documental), pero lo que pone Q Into The Storm sobre la mesa, es muy importante, porque la libertad de expresión entendida como la libertad de decir lo que quiera sobre quién yo quiera, no es viable para mantener una sociedad democrática, pacífica, tolerante y civilizada.

¿Puedo decir mentiras sobre otras personas? ¿Puedo expresar públicamente a millones de personas conviciones antisemitas y declararme como seguidor y admirador de Hitler?

¿Puedo, básicamente, decir lo que quiera sin dar pruebas de nada, con el solo propósito de conseguir cada vez más admiradores, seguidores o hasta fanáticos y generar así muchos problemas? Son solo algunas de las preguntas que se formulan en este documental. 

Las respuestas no están en la serie de HBO, esas las debemos encontrar nosotros, a través de dialogar con personas diversas, aprender a conversar y de conocer el pasado.

Días de encierro

El año pasado, fue un año duro para todos. Hubo que encerrarse varios meses, y la pandemia aún sigue despedazando a la sociedad, así que poco se logró. Durante esos meses de encierro, mi hermano, un amigo extranjero y yo, decidimos hacer equipo para acompañarnos. Nos cuidábamos, sí, pero también cocinábamos, bebíamos, y platicábamos.

Aún recuerdo la primera vez que lo vi. Hicimos una reunión en mi casa mi hermano y yo y lo invitamos. La pandemia estaba por comenzar y no sabíamos lo que nos esperaba. Cuando llegó, se puso a platicar con otro amigo mío por varias horas. Yo no presté mucha atención. Éramos muchos, había muchos con quien platicar.

Eventualmente se fueron todos de la fiesta, y sólo quedó mi nuevo amigo, mi viejo amigo, mi hermano y yo. En ese momento me enteré de lo que habían estado platicando. Resulta que mi nuevo amigo cree en las teorías de conspiración, y le estuvo platicando a mi viejo amigo la teoría más nueva. No la recuerdo a detalle, pero algo tenía que ver con que Trump, ahora ex presidente de Estados Unidos, era el salvador del mundo, y él, junto con unos generales del ejército norteamericano, estaban salvando a la tierra de los demoniacos demócratas.

Y así fue como comenzó todo.

Parecía una breve conversación, incluso una inocente teoría. Como hablar de una trama de película: pase lo que pase, al día siguiente es otro día.

Pero no fue así.

Cada fin de semana nos veíamos, y cada vez tenía una nueva historia, presentada en video de YouTube, generalmente, o en alguna plataforma extraña, algo así como un lugar de mala muerte, pero del internet. La pasábamos bien, no me malinterpreten. Pero ver cómo poco a poco estas teorías lo iban consumiendo, era algo triste de ver. Las teorías, quizás no sobra decir, rondaban desde extraterrestres caminando en la tierra, hasta que John Kennedy Jr. había fingido su muerte. Y siempre, fundamentado por estos videos de YouTube o de los de dudosa procedencia. De hecho, había videos que muchas veces desaparecían, algo que para él era prueba de la veracidad de estos, y no de lo contrario.

Mi amigo, cada determinado tiempo, aseguraba que algo increíble iba a suceder. De hecho, todavía lo dice. Nos decía, a mi hermano y a mí, que el mundo estaba por cambiar radicalmente. Que si ya no iba a costar la electricidad; que si iban a encarcelar a la mitad de las personas más exitosas del mundo por pederastia, o qué sé yo. El chiste es que siempre estaba por pasar algo que cambiaría nuestras vidas para siempre.

Sobra decir, que esto nunca pasó. O al menos no ha pasado nada.  

Una de sus ideas más increíbles, que desafiaban todo pronóstico, era que Donald Trump iba a ganar las elecciones por más del 70%. Ganando todos los estados y todos los votos del colegio electoral. No pasó.

Pero siempre que una de sus teorías no pasaba, algo parecía suceder que lo regresaban al camino de la incertidumbre. De la ansiedad por algo que está por suceder. Siempre ¿Qué pasaba? ¿Ingenuidad? ¿Estupidez? Tonto no era, yo platicaba con él, y me daba cuenta de que era una persona preparada y capaz en su trabajo. Ingenuo tampoco me parecía, en ciertos aspectos.

¿Qué era, entonces, eso que lo hacía pelearse con la realidad tangible? ¿Qué pasaba, con mi nuevo amigo, que a fuerzas quería creer que no habíamos llegado a la luna, y que la tierra era plana? ¿Serían los días de encierro los que lo llevaban a tal extremo de la racionalidad humana? Tampoco creo; gente así, siempre ha existido. Quizás ahora más, o apenas estamos despertando a ellos, no lo sé. 

Es difícil de saber qué pasa por la mente de una de estas personas. Lo cierto es que no es el único. Qanon, uno de los focos más luminosos en las teorías de conspiración reciente, cuenta con millones de seguidores. El mismo Donald Trump ha dicho que las elecciones fueron un fraude, embaucando en ese camino a sus votantes, que, para fines prácticos, son la mitad de Estados Unidos.  

Soy optimista de poder regresar al camino de lo tangible a mi amigo. Mi hermano y yo no hemos podido. Lo intentamos con cariño, con afecto, con respeto. Es decir, lo valoramos como un amigo. Pero hemos fracasado hasta ahora.

Su credulidad por estas teorías no parece tener fin.

Sí suena como un problema ¿Cómo vivir en democracia? ¿Cómo vivir en sociedad? En comunidad. Si cada vez más, millones y millones de personas, piensan que la NASA es una empresa fantasma para robarnos nuestros impuestos.

Y los que fabrican estos videos, ¿creerán realmente lo que dicen? ¿O sabrán que están engañando a una parte de la sociedad?

Desafortunadamente, yo no tengo la respuesta a estas preguntas. Solo tengo la ambición de hacerle ver a mi amigo que la ficción que sigue todos los días, es solo eso, una ficción.

Ahora él ya está en su país de origen. Y yo y mi hermano seguimos aquí, en casa, en medio de una pandemia desbordada y cruel ¿Qué sigue para las teorías de conspiración? ¿La conquista del mundo? ¿La ruina de la sociedad? ¿Será, así, como lleguemos a nuestro fin y no por el apabullante cambio climático?

No lo sé.

¿Y qué onda con YouTube y las redes sociales? ¿Deben ser espacio para semejantes disparates? ¿Cuál es la línea entre censurar y la sensatez? Entre ser una fuerza dictatorial, o una de razón ¿Cómo proceder? De hecho, recientemente he leído sobre varios personajes que han sido censurados en Twitter por hablar de teorías de la conspiración ¿Es ese el camino? ¿Crear algo así como un imperio de la razón? ¿Un imperio que aplaste por la fuerza a toda idea o foco insensato?

Yo, por mi parte, me entristezco por mi amigo.

MDNMDN