¿Qué queda aún por aprender de los años de posguerra de la segunda mitad de siglo XX? ¿No vivimos acaso una realidad totalmente distinta? “Postwar” la obra magistral del gran Tony Judt nos revela la permanencia del mundo de posguerra en nuestro presente.
Un libro que en la edición en inglés ronda las 1,000 páginas podría ser una sugerencia de lectura más bien difícil de hacer, porque sin duda se requiere de mucho tiempo y esfuerzo para terminar de leerlo. Postwar – A History of Europe Since 1945 de Tony Judt, publicado en 2005, es precisamente una obra así de monumental en extensión. Aunque para algunos sería una sugerencia de lectura improbable, creo que el libro es tan monumental en extensión como en valor.
El valor de este libro de historia se puede juzgar, en primer lugar, por su claridad y concisión. Estas virtudes no son comunes entre los historiadores, contrario a lo que pudiera pensarse. Judt, sin embargo, las domina: sus párrafos, perfectamente hilvanados uno tras otro, abren usualmente con una explicación, que se desarrolla en las oraciones siguientes y que se vincula a subsecuentes problemas en la oración final del párrafo. Extraño para un libro así de largo, y sobre todo con un objeto de estudio tan vasto, pero el autor va siempre al grano. Gracias a esta claridad mental, Judt es capaz de sacarle la mejor partida a su erudición y establecer relaciones novedosas entre la política, la economía, el arte, la moda y la filosofía, la religión y la diplomacia durante el tiempo de postguerra.
Más allá de lo estilístico, o lo novedosas que sean las interpretaciones de Judt, también hay razones circunstanciales que hacen de Postwar una lectura valiosa. Éste, aparte de ser un libro magistralmente argumentado, es (aterradoramente) relevante hoy en día. La razón más obvia de su relevancia es que la guerra ha vuelto a Europa – el conflicto actual está geográficamente contenido en Ucrania, pero tiene ramificaciones en el resto del continente. Y no sólo eso: la historia, o, mejor dicho, la tergiversación de la historia, ha jugado un rol importante.
Putin, por ejemplo, ha intentado enmarcar esta guerra, así como la previa anexión de Crimea en 2014, como un intento de eliminar a los nazis de Ucrania. El referente histórico de Putin, como se puede leer en Postwar, son probablemente los primeros años de la posguerra, cuando la URSS ejecutó públicamente a soldados alemanes en Kiev. Judt profetizó una tergiversación así de la historia, pero sí explicó que la identidad ucraniana vive, a partir de la desintegración de la URSS, un renacimiento, y que dicha identidad, para las obsesiones de Putin, empieza a gravitar más cerca de Bruselas que de Moscú.
Claro que una supuesta liberación del nazismo no es la única referencia histórica en la reciente invasión de Ucrania. El aparato propagandístico de Putin igualmente ha intentado esparcir la idea de que Ucrania no es ni ha sido soberano, y que eso justifica la “reclamación” rusa de su territorio. Lo primero es falso y lo segundo moralmente reprobable.
Tony Judt
Tony Judt refiere en Postwar los precedentes de soberanía de Ucrania, previos a la desintegración de la URSS – estamos hablando, por ejemplo, de la independencia de Ucrania previa a la Primera Guerra Mundial. Judt también indaga sobre la represión y colonización soviéticas, que probablemente ayudaron a conformar una identidad ucraniana en mayor oposición a la rusa. Igualmente explica que un proceso de urbanización durante el régimen soviético ayudó precisamente a la consolidación de la identidad ucraniana. Estas distinciones pueden parecer, en fin, curiosidades, pero creo que en nuestro contexto explican, en parte, la tenacidad con la que han resistido las fuerzas ucranianas la agresión rusa. La posibilidad de poner la actual guerra en contexto histórico no es lo único que tiene que ofrecer Postwar. Al final, este libro tiene lecciones que trascienden la coyuntura de la invasión de Ucrania: da testimonio, en general, de lo difícil, intrincado y costoso que resulta reconstruir física y psicológicamente uno o más países después de una guerra. Nos previene también de limitar nuestra atención histórica a la guerra, por culpa quizás de los visos de heroísmo a los cuales somos más afectos, y nos sugiere no perder de vista – y menos ahora mientras las agresiones contra Ucrania continúen – que hay tanto de admirable en luchar como en reconstruir.
Este corazón ucraniano se hizo muy famoso en todo el mundo. Pero se sabe poco de la autora, Tatiana Sumtsova, que vive en la ciudad de Sumy, Ucrania nororiental y que es una querida amiga mía. La región de Sumy ha padecidobombardeos rusos desde el inicio de la guerra guerra el 24 de Febrero de 2022.
Tres “Corazones Ucranianos” de Tatiana Sumtsova
Una bomba destruyó la casa de familiares de su esposo: de aquel hogar murieron la madre y el padre, la abuela, una sobrina y uno de los hijos de la sobrina. Sobrevivió sólo la niña pequeña de esta familia, de 4 años de edad, que fue herida gravemente en este ataque ruso a hogares de civiles.
Tatiana lleva el blog en redes sociales a nombre de su gato Persik. Antes de la guerra relataba y mostraba a sus mascotas, sus caminatas por los parques y alrededores de Sumy, su trabajo artesanal, siempre con mensajes de amor a la vida, felicidad y dicha que vivía en Ucrania.
Cuando las bombas rusas empezaron a caer tanto en la ciudad de Sumy, como en la ciudad de Kharkiv donde vive su hija, Tatiana quiso relatar a través de su blog lo que estaban viviendo ella y su familia. Relataba cómo se escondía con su gato y el resto de la familia en el sótano de su casa, cómo oía los sonidos de la alarma antiaérea, los sonidos de estallidos y disparos de diario. Ponía fotos de la destrucción causada en su propia ciudad, y en la ciudad de su hija.
Increíblemente en los primeros días perdió más de 100 suscriptores al blog, que eran rusos. Muchos se ponían a escribirle mensajes en privado con contenido grosero, insensible y ofensivo. Estos suscriptores le recriminaban a Tatiana que “no querían ver cosas feas”, que “se inscribieron al blog del gato Persik para ver sólo cosas positivas”, y hasta exigían que Tatiana dejara de publicar “cosas perturbadoras y mentiras”.
¡Hasta donde ha llegado la propaganda de Kremlin para deformar la percepción del mundo de la ciudadanía rusa! Tanto que en lugar de sentir compasión y dar algunas palabras de aliento a una persona que se supone ellos estimaban, y la cual sufre bajo los bombardeos a diario, en lugar de este comportamiento normal y humano, la atacan y agreden con comentarios ofensivos. Los rusos que escriben tales comentarios están tan intoxicados, que ni siquiera creen en el testimonio de una persona real que vive el horror de la guerra. ¡Han perdido toda noción de lo que está bien y lo que está mal!
Tatiana relata que hizo este corazón de lana pura en la técnica de “felting seco”con los colores de la Bandera de Ucrania, con dos manitas entrecruzadas parecidas a las patitas de su gato Persik pocos días antes del inicio de la guerra. Lo hizo para tranquilizarse.
La guerra estalló de todos modos, y muchas personas tanto en Ucrania, como en todo el mundo vieron este corazón como un símbolo de esperanza, un símbolo de amor. Tatiana empezó a recibir pedidos, muchos pedidos. Algunas personas no querían pagar de inmediato, porque temían que la autora pudiera resultar muerta antes de enviarles el pedido. Pero otros mandaban el dinero sin dudar.
Tatiana no ha puesto precio para este corazón, cada uno paga lo que considera justo o posible. Ella también regaló muchos corazones a sus conciudadanos atrapados en zona de guerra como consuelo y conciudadanos que no tenían el dinero para pagar.
Tatiana usó el dinero recibido para comprar víveres para su propia familia y aquellos parientes que han perdido el medio de sustento, y todavía donó para la caridad.
Estoy muy orgullosa de conocer a una persona tan valiente y humana, Tatiana Sumtsova.
La filósofa, Adela Cortina, creó la palabra aporofobia para definir el miedo y el rechazo a los pobres. En diversos textos ha explicado que en Europa el rechazo a los refugiados de otras nacionalidades es diferente a la xenofobia, pues no existe un miedo hacia el extranjero en sí, ya que en el año 2008 España tuvo ochenta y tres millones de visitantes extranjeros según el informe del Instituto Nacional de Estadística del 2019. Si en España existiera una fobia hacia los extranjeros es evidente que no podría tener la mencionada cantidad de visitantes cada año. Cortina señala que el rechazo hacia el refugiado no es porque sea extranjero sino porque es pobre. Como no existía un término que definiera el miedo al pobre, acuñó la palabra aporofobia; reconocida por el Diccionario de la lengua española desde el año 2017.
En el periódico El País se lee en su edición en línea del día 25 de febrero de 2022 que “Un abrazo recibe en Polonia a los que huyen de la guerra de Ucrania”. En contraste con esa noticia, se pueden ver en las redes sociales y en otras publicaciones internacionales videos que presentan testimonios de que los brazos abiertos o abrazos sólo son para los refugiados ucranianos, pero no sucede lo mismo con los refugiados que no son ucranianos. En esos testimonios las escenas son semejantes: por un lado se puede ver que se recibe a los refugiados ucranianos con agua, comida, ropa, muñecos de peluche para los niños y albergues temporales; por el otro lado se puede apreciar personas africanas, indias y árabes que son contenidas por los militares para que no suban los trenes en su éxodo hacia la frontera, o bien a los militares en las fronteras de los países vecinos que golpean y no dejan pasar a las personas que no son ucranianas, sino hasta después de muchas horas.
Refugiados ucranianos cruzando la frontera de Polonia, marzo 2022. Créditos: Mvs.gov.ua
¿Acaso se trata de xenofobia por el sólo hecho de ser extranjeros? No podría serlo porque en el caso de Polonia, por mencionar un ejemplo, en el año 2018 tuvo más de seis millones de visitantes extranjeros de acuerdo a la Organización Mundial de Turismo. ¿Se trata de aporofobia?
En un reportaje de National Geographic publicado el 18 de marzo de 2022, titulado Guerra y racismo: así discriminan a los migrantes de Ucrania en las fronteras europeas, se puede leer que: El 90% de los refugiados son mujeres y niños. Y no todos son de origen ucraniano. Muchos son estudiantes originarios de África e India. Lamentablemente, desde que que tuvieron lugar los primeros ataques en suelo ucraniano, los testimonios de discriminación en las fronteras se han hecho más frecuentes.
“Fue una pesadilla”, “las autoridades nos clasificaban”, “nos rechazan sólo por ser negros”, “no se permite el paso a ningún africano”, son algunos de los testimonios recogidos por medios franceses y británicos de estudiantes extranjeros que han denunciado un trato diferente e irrespetuoso mientras intentaban huir de la misma guerra: “Dejan pasar primero a los ucranianos y luego al resto.”
De acuerdo con el reporte, algunos de los refugiados son estudiantes de África e India, entonces ¿se trata de un miedo hacia los estudiantes africanos e indios? ¿Cómo se define ese miedo?
Campo de refugiados sirio. Foto: Ahmed Akacha.
En la actualidad además del conflicto bélico en Ucrania, existen guerras y bombardeos en Etiopía, Siria, Afganistán, Yemen, Somalia, Israel-Palestina y Mozambique, por mencionar las más relevantes. En estas guerras ha sido una constante observar que personas de esos países, que no son parte de su milicia, se vean obligados a emigrar a otros países como refugiados para evitar las consecuencias inherentes a esos conflictos, incluyendo la posibilidad de morir. La Organización de las Naciones Unidas tiene desde 1950 una agencia específica para esos casos, denominada el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), que en sus principios rectores tiene como objetivo representar la voluntad política de la comunidad internacional para fortalecer la cooperación y la solidaridad con los refugiados y los países de acogida afectados, que se estima supera los cuarenta y seis millones de personas. Lo que está sucediendo en Ucrania no es ajeno a esto.
De acuerdo con la ONU antes de la invasión Rusa, en Ucrania, había casi cinco millones de inmigrantes, de los cuales setenta y cinco por ciento provienen de Rusia, Bielorrusia y Kazajistán, pero también hay personas provenientes de África, India Asia y América Latina por mencionar algunos puntos de origen. Con motivo de la guerra, al 21 de marzo de 2022, la ONU estima que casi 3.5 millones de personas han cruzado la frontera como refugiados, quienes en un acto “solidario” han sido recibidos por sus vecinos, la mayoría en Polonia y Alemania.
Para los ucranianos que son recibidos como refugiados en otros países con actos de bienvenida y alimentos, el término que se ha utilizado es el de solidaridad, pero ¿qué termino se puede dar a la recepción de refugiados no ucranianos en las fronteras que son recibidos de forma diferente a los refugiados ucranianos?
Campo de refugiados sirios. Foto: Ahmed Akacha
En la lógica formal existe el principio de no contradicción, el cual consiste en que dos proposiciones contradictorias no pueden ser a la vez verdaderas. Con base en ese principio es evidente que no puede ser verdad la solidaridad que se pregona para los ucranianos y la no solidaridad que se utiliza para los no ucranianos. La solidaridad es una e indivisible; es un valor fundamental para las relaciones internacionales del siglo XXI reconocido por las Naciones Unidas.
Los actos contrarios a la solidaridad para los refugiados no ucranianos, como los que se han denunciado ¿son actos de racismo, discriminación y odio? Los actos cometidos por los militares en el trato hacia los refugiados no ucranianos, son actos del Estado, porque los ejecutores obedecen órdenes de un mando superior que pertenece al Estado. Esta discriminación es un acto político bastante grave.
El sentido de las guerras entre diferentes grupos o países no ha cambiado mucho en la historia de la humanidad, pero sí la forma en la cual las conocemos. Ahora con el uso de la tecnología podemos conocer en tiempo real lo que está ocurriendo en la guerra con las víctimas y también con los refugiados.
Así es como se ha tenido acceso a múltiples videos y reportajes que dan testimonio de los actos contrarios a dignidad de las personas refugiadas, en específico al trato que se ha dado a los no ucranianos en las fronteras con Ucrania, entre los cuales se encuentran estudiantes y familias.
Campo de refugiados sirios. Foto: Ahmed Akacha.
La fobia al extranjero se llama xenofobia, la fobia al pobre se llama aporofobia, pero ¿en qué categoría entra el rechazo hacia los refugiados no ucranianos que también huyen de la guerra?
Los motivos de las guerras son múltiples y diversos, entre los cuales está el indebido concepto de “raza”, como sucedió con los judíos antes y durante la Segunda Guerra Mundial. Hanna Arendt, en Los Orígenes del totalitarismo, refiere que:
“El racismo puede, desde luego, llevar a la ruina al mundo occidental y, lo que importa, al conjunto de la civilización humana. Cuando los rusos se hayan convertido en eslavos, cuando los franceses hayan asumido el papel de dirigentes de una force noire, cuando los ingleses se hayan trocado en “hombres blancos”, como ya por desastroso maleficio se convirtieron en arios todos los alemanes, entonces esta transformación significará en sí misma el final del hombre occidental. Porque, pese a lo que cultos científicos puedan afirmar, la raza no es, políticamente hablando, el comienzo de la humanidad, sino su final; no es el origen de los pueblos, sino su declive; no el nacimiento natural del hombre, sino su muerte antinatural.”
Policía en Kiev. Foto: алесь-усцінаў.
Martin Buber escribió que únicamente en la relación viva podemos reconocer inmediatamente la esencia peculiar del hombre, porque también el gorila es un individuo, también una termitera es una colectividad, pero el “yo” y el “tú” sólo se dan en nuestro mundo, porque existen el hombre y el yo, ciertamente a través de la relación con el tú.
Esa relación del “yo” con el “tú”, el “tú” con el “yo” y el nosotros se debería dar incluso en la guerra, en los actos de solidaridad sin comillas, en el reconocimiento pleno en el otro de su dignidad humana, en el sentido mismo de la vida y la existencia, con la única raza que se tiene, que es la humana.
Así como somos testigos en tiempo real del trato que se ha dado a los refugiados no ucranianos al tratar de salir de Ucrania para salvar su vida, podemos ser actores en tiempo real de los actos de solidaridad a los refugiados no ucranianos que huyen de la guerra. Los medios los tenemos al alcance de la palma de nuestra mano, para expresar que esos actos no son normales, que son actos contrarios a la dignidad humana, que no se deben permitir porque son contrarios a nuestra humanidad misma.
Si hay un miedo o una fobia no debería ser hacia el refugiado no ucraniano ni hacia aquel que es diferente. Los términos xenofobia y aporofobia sólo denotan a un predicado de la persona y dejan la totalidad de su ser, que sin importar el origen o sus posesiones es siempre digno. Si tememos a las diferencias y no reconocemos a todos como personas igualmente dignas, entonces nos enfrentamos, como diría Arendt, con el final de la humanidad, el declive y la muerte antinatural del hombre.
He tratado de escribir algo todo el día, después de los descubrimientos horribles de cientos y cientos de cadáveres de los civiles en la ciudad de Bucha, cercana a la capital Kyiv de mi querida Ucrania. Expresar de alguna manera la indignación, el dolor, la desesperación, hasta el odio hacia esas criaturas inhumanas llamadas “soldados rusos”. Y no puedo. Tengo un nudo en mi garganta, una piedra en mi corazón. Tal atrocidad es inconcebible. Veo fotos y no puedo respirar. Jovencitos y hombres en la edad entre 16 a 60 años de edad, muchos con las manos atadas a la espalda, y el “tiro de gracia” en la cabeza. Ciclistas muertos sobre la carretera. Toda esta región cercana a la capital: Bucha, Irpin, Hostomel, Makariv, Borodyanka fue acribillada, masacrada, destruida, violada y saqueada.
No puedo ni pensar en las niñas de 10 años violadas con tal brutalidad que toda su parte femenina fue hecha trizas. Cadáveres desnudos con signos de violación de 5 jovencitas ucranianas directo sobre una carretera. Video de un criadero de perros con todos ellos muertos porque les dispararon “los grandes liberadores rusos”, hasta a los cachorros los mataron. Cadáveres de los mismos oficiales del ejército ruso abandonados por doquier, ya que sus subordinados prefirieron saquear y robar en las casas ucranianas a darles una sepultura a sus compañeros.
Y lo que más me ofende es la pronta respuesta de las llamadas “autoridades rusas”, del ministerio de defensa de Rusia en particular, y del ministerio de relaciones exteriores diciendo que todo eso lo hicieron… ¡los mismos ucranianos!
Soldados rusos matan, violan, masacran, saquean y mienten, mienten, mienten. ¡Y vuelven a mentir! ¿Acaso creen que no se harán los peritajes e investigaciones pertinentes involucrando a los organismos internacionales? ¿Acaso creen que no hay testigos vivos de sus crímenes?
En La Haya ya se abrió la carpeta de investigación de los crímenes de régimen de Putin en mi país Ucrania. Tarde o temprano la justicia se hará. Sólo que ya no podrá ser resucitada toda esta gente de Ucrania, muerta por los criminales rusos.
P.D. No publico las fotos y videos. Las pueden encontrar por cientos con solo poner en su buscador las palabras: Bucha, Irpin, Hostomel.
¿Cuál es la génesis de esta lamentable invasión? ¿Qué tiene que ver esta decisión de Putin con el pasado de la Unión Soviética? ¿Qué papel juega la propaganda y la mentira en esta guerra híbrida?
Spes, conversacíon con el Dr. Francisco Gil Villegas