Este corazón ucraniano se hizo muy famoso en todo el mundo. Pero se sabe poco de la autora, Tatiana Sumtsova, que vive en la ciudad de Sumy, Ucrania nororiental y que es una querida amiga mía. La región de Sumy ha padecidobombardeos rusos desde el inicio de la guerra guerra el 24 de Febrero de 2022.
Tres “Corazones Ucranianos” de Tatiana Sumtsova
Una bomba destruyó la casa de familiares de su esposo: de aquel hogar murieron la madre y el padre, la abuela, una sobrina y uno de los hijos de la sobrina. Sobrevivió sólo la niña pequeña de esta familia, de 4 años de edad, que fue herida gravemente en este ataque ruso a hogares de civiles.
Tatiana lleva el blog en redes sociales a nombre de su gato Persik. Antes de la guerra relataba y mostraba a sus mascotas, sus caminatas por los parques y alrededores de Sumy, su trabajo artesanal, siempre con mensajes de amor a la vida, felicidad y dicha que vivía en Ucrania.
Cuando las bombas rusas empezaron a caer tanto en la ciudad de Sumy, como en la ciudad de Kharkiv donde vive su hija, Tatiana quiso relatar a través de su blog lo que estaban viviendo ella y su familia. Relataba cómo se escondía con su gato y el resto de la familia en el sótano de su casa, cómo oía los sonidos de la alarma antiaérea, los sonidos de estallidos y disparos de diario. Ponía fotos de la destrucción causada en su propia ciudad, y en la ciudad de su hija.
Increíblemente en los primeros días perdió más de 100 suscriptores al blog, que eran rusos. Muchos se ponían a escribirle mensajes en privado con contenido grosero, insensible y ofensivo. Estos suscriptores le recriminaban a Tatiana que “no querían ver cosas feas”, que “se inscribieron al blog del gato Persik para ver sólo cosas positivas”, y hasta exigían que Tatiana dejara de publicar “cosas perturbadoras y mentiras”.
¡Hasta donde ha llegado la propaganda de Kremlin para deformar la percepción del mundo de la ciudadanía rusa! Tanto que en lugar de sentir compasión y dar algunas palabras de aliento a una persona que se supone ellos estimaban, y la cual sufre bajo los bombardeos a diario, en lugar de este comportamiento normal y humano, la atacan y agreden con comentarios ofensivos. Los rusos que escriben tales comentarios están tan intoxicados, que ni siquiera creen en el testimonio de una persona real que vive el horror de la guerra. ¡Han perdido toda noción de lo que está bien y lo que está mal!
Tatiana relata que hizo este corazón de lana pura en la técnica de “felting seco”con los colores de la Bandera de Ucrania, con dos manitas entrecruzadas parecidas a las patitas de su gato Persik pocos días antes del inicio de la guerra. Lo hizo para tranquilizarse.
La guerra estalló de todos modos, y muchas personas tanto en Ucrania, como en todo el mundo vieron este corazón como un símbolo de esperanza, un símbolo de amor. Tatiana empezó a recibir pedidos, muchos pedidos. Algunas personas no querían pagar de inmediato, porque temían que la autora pudiera resultar muerta antes de enviarles el pedido. Pero otros mandaban el dinero sin dudar.
Tatiana no ha puesto precio para este corazón, cada uno paga lo que considera justo o posible. Ella también regaló muchos corazones a sus conciudadanos atrapados en zona de guerra como consuelo y conciudadanos que no tenían el dinero para pagar.
Tatiana usó el dinero recibido para comprar víveres para su propia familia y aquellos parientes que han perdido el medio de sustento, y todavía donó para la caridad.
Estoy muy orgullosa de conocer a una persona tan valiente y humana, Tatiana Sumtsova.
Nota del editor: el siguiente texto no es un artículo de análisis, sino la opinión de una ciudadana rusa. No pretende abarcar las múltiples opiniones al respecto, sino la propia y de otros ciudadanos anónimos que la comparten. Por motivos de seguridad su identidad debe permanecer anónima.
Soy rusa y me gustaría que todo el mundo supiera que muchos en Rusia no apoyamos la guerra en Ucrania, excepto aquellos influenciados por la propaganda. Nuestros corazones sufren por la gente de Ucrania. Muchos rusos tenemos parientes ucranianos y durante mucho tiempo nuestras naciones han sido amigas.
Cuando comenzó la guerra, los rusos nos conmocionamos y empezamos a pedir la paz inmediata. La petición en línea para detener la guerra consiguió un millón de firmas en tan sólo cuatro días. Por desgracia, en este país sólo cuenta la opinión de una persona, pero somos la gente común la que suele sufrir las consecuencias de sus decisiones.
Las personas criadas en sistemas democráticos pueden afirmar que merecemos nuestros sufrimientos porque nosotros mismos hemos elegido a nuestro presidente. Quizá tengan un poco de razón, aunque no hace falta decir, que una dictadura personalista no es el tipo de régimen en el que se pide tu opinión.
Durante muchos años nuestro país ha sido dirigido por un dictador –que en los últimos días ha destruido continuamente nuestra estabilidad política y económica, que él mismo consiguió crear en los primeros años de su mandato– al que nadie se atreve a detener. Se ha rodeado de personas que aprueban inmediatamente todo lo que propone y que tienen miedo de decir una sola palabra contra él. En cuanto a la gente de a pie en Rusia, debo admitir, que a las autoridades no les importamos. Su única misión consiste en ser los lame-botas de Putin.
A estas alturas, parece que las autoridades se han dado cuenta del gran error que es la guerra. Sin embargo, los dictadores nunca admiten sus fracasos. Y como resultado, las autoridades se esfuerzan por suprimir nuestras libertades e impedir que sepamos y hablemos sobre esta terrible guerra. Las personas que intentan participar en protestas públicas son golpeadas y multadas o encarceladas. Desde el 24 de febrero la policía ha detenido a más de 8000 personas en las protestas. Los últimos medios de comunicación independientes fueron cerrados y muchas redes sociales están bloqueadas. Además las autoridades han promulgado una nueva “ley”: cualquiera que intente difundir “falsedades” sobre esta guerra en público puede recibir hasta 15 años de prisión. Por “falsedades” entienden todo el material que no se ajuste a la versión oficial de lo que está ocurriendo. Incluso no se nos permite llamar a esta guerra “guerra”. Dicen que en su lugar deberíamos utilizar el término “operación especial”.
Además de ser oprimidos desde dentro, somos golpeados con sanciones sin precedentes desde el exterior. Muchas empresas internacionales han cerrado sus oficinas en Rusia. El suministro de bienes de consumo y medicamentos de muchos países se ha detenido. Grandes empresas como Apple, IKEA y H&M han cerrado sus tiendas y detenido el comercio en línea. Airbus y Boeing han interrumpido el suministro de piezas de aviones y servicios a las aerolíneas rusas y muchos países occidentales han prohibido el acceso de las compañías aéreas rusas a su espacio aéreo. Como resultado ahora es casi imposible salir del país. Muchos bancos rusos han sido excluidos de SWIFT. El rublo ruso (nuestra moneda) tiene una devaluación récord. Nuestra economía se está derrumbando y la gente está perdiendo sus puestos de trabajo.
Parece que el mundo entero participa en una competencia gigantesca: los participantes se esfuerzan por hacer la vida de la gente de a pie en Rusia lo más insoportable posible. Entiendo que el objetivo de las sanciones sea un intento de detener a Putin. Sin embargo, me gustaría aclarar dos cosas. En primer lugar, la empatía por los sufrimientos de la gente común en Rusia casi nunca ha sido motivo para que las autoridades cambien nada. Me temo que Putin no detendrá esta guerra aunque todos nos muramos de hambre… En segundo lugar, estas sanciones pueden poner a los rusos en contra de Occidente. Hay bastantes personas en Rusia que no apoyan la guerra, pero que al mismo tiempo guardan rencor a Occidente por las sanciones. Nos sentimos abandonados por nuestro propio país y por el resto del mundo.
Así que aquí estamos ahora… El pobre y amenazado pueblo, rechazado por el mundo entero, bajo el tirano sinvergüenza que está matando a nuestros hermanos y hermanas de Ucrania para satisfacer sus ambiciones imperialistas. Mi única esperanza es que esta pesadilla no pueda durar mucho más tiempo. La situación económica y política en Rusia es peor que nunca. Creo firmemente que esta guerra presagia el colapso de la dictadura en nuestro país. Al cometer este terrible error, Putin, ha acelerado su caída. Este régimen está agonizando y mucha gente pronto lo entenderá. Nuestros antepasados derrocaron al zar en 1917 y creo que nos ha llegado la hora de hacer lo mismo con este régimen.
Editor’s note: the following text is not an analytical article, but the opinion of a Russian citizen. It is not intended to cover the many opinions on the subject, but her own and those of other anonymous citizens who share it. For security reasons her identity must remain anonymous.
I am Russian and I would like everybody to know that not many people in Russia do really support the war in Ukraine except for those who are brainwashed by propaganda. Our hearts ache for the people in Ukraine. Many of Russians have Ukrainian relatives, and for a long period of time our nations had been friends.
When the war began, the Russians were shocked and started pleading for an immediate peace. The online petition for stopping the war gained one million signatures within just four days. Unfortunately, there is only one person whose opinion counts in this country but it’s common people who usually suffer from the consequences of his decisions.
People raised in democratic systems may say that we deserve our sufferings because we have elected our president ourselves. They may be partly right, although it is needless to say that personalist dictatorship is not that kind of regime where your opinion is asked for.
For many years our country is being run by the dictator, who is now continuously destroying the political and economic stability, which he has managed to create himself during his first years in office. However, no one dares to stop him. He has surrounded himself with people who immediately support everything that he proposes and who are afraid to say a word against him. As far as the ordinary people in Russia are concerned, I must admit that the authorities do not give a damn about us. Their only mission is to lick Putin’s boots.
By now, the authorities seem to have realized how great a mistake this war was. However, the dictator never admits his failures. As the result, the authorities are going out of their ways to suppress our freedoms and to prevent us from knowing and saying the truth about this terrible war. People who try to take part in public protests are beaten and fined or put in prison. Since 24 February, the police have arrested more than 8000 people at anti-war protests. The last independent media are closed and many social media are blocked. Moreover, just right now the authorities have issued a new “law”: now anyone who is trying to spread “fakes” about this war in public can get up to 15 years in prison. By “fakes” they mean the materials which do not conform to the official version of what is happening. We are even not allowed to call this war a “war”! They say we should use the term “special operation” instead.
In addition to being oppressed from the inside, we are being hit with the unprecedented sanctions from the outside. Many international companies have closed their offices in Russia. The supply of goods and mediсaments from many countries has stopped. Giant retailers like Apple, IKEA and H&M have shut down their stores and stopped online trade. Airbus and Boeing have halted the supply of aircraft parts and services to Russian airlines, and many Western countries have banned Russian carriers from its air space. As the result, it is nearly impossible now to leave the country. Many Russian banks have been cut from SWIFT. Russian Ruble (our currency) has a record devaluation. Our economics is collapsing and people are losing their jobs.
It seems like the whole world is taking part in a giant competition — the participants are struggling to make the lives of common people in Russia as unbearable as possible. I understand that the aim of the sanctions is to stop Putin. Nevertheless, I would like to clarify two things. Firstly, the empathy for the common people’s sufferings in Russia have almost never been a reason for the authorities to change anything. I am afraid that Putin will not stop this war even if we all starve… Secondly, these sanctions can turn the Russians against the West. There are quite a few people in Russia who do not support the war but at the same time hold a grudge against the West because of sanctions. They feel abandoned both by their own country and by the rest of the world.
So here we are now… The threatened, dismayed and poor people, rejected by everybody, under the bloody tyrant who is killing our brothers and sisters in Ukraine to satisfy his imperialist ambitions.
My only hope is that this nightmare cannot last like this much longer. The economic and political situation in Russia is worse than ever. I firmly believe that this war foreshadows the collapse of dictatorship in our country. By committing his terrible mistake, Putin has hastened his fall. This regime is agonizing already and many people will soon understand this. Our ancestors overthrew the tsar in 1917 and I believe it’s time for us to do the same.
Al norte Georgia, al sur Irán, al este Azerbaiyán y al oeste Turquía. Armenia es un país reducido geográficamente más con una basta riqueza cultural . Este pequeño país del Cáucaso central ha sabido permanecer unido en repetidas dominaciones de imperios extranjeros: persas, griegos, romanos y turco otomanos.
Mapa de Armenia.
Es importante mencionar el -no muy conocido- genocidio que el pueblo armenio sufrió sistemáticamente por parte del imperio otomano, durante ocho largos años (1915- 1923). Bajo el lema “Turquía para los turcos”, entre 1.5 y 2 millones de armenios fueron asesinados, otros tantos lograron escapar gracias a la ayuda de judíos o turcos contrarios al exterminio. Actualmente la población armenia o de origen armenio es mayor en el extranjero que en territorio nacional.
La historia que voy a contar no va del genocidio, pero está ligada a él. Poco tiempo después de la independencia armenia del estado turco otomano y del imperio ruso, Armenia fue anexada en 1920 por la naciente Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). La anexión traía una mediana paz que no duraría mucho, pues con Stalin al poder, en 1924, las cosas se tornarían desfavorables para el pueblo armenio.. Así llegamos a 1991, la caída de la URSS trae consigo la independencia de Armenia; esto marcará un antes y un después en la vida de mi amiga Diana.
Diana Hayrapetyan estudia para ser intérprete profesional en la universidad de economía de Plekhanov en Moscú, Rusia. Habla inglés, ruso y armenio, actualmente está estudiando francés. Tiene un club de conversación donde enseña inglés a jóvenes rusos.
Diana Hayrapetyan
Diana, gracias por aceptar mi invitación. Cuéntame, ¿Cuál es el origen de tu familia? ¿De dónde viene?
Es un placer hablar contigo Emi, verás, yo soy 75% armenia, mis abuelos paternos son armenios; se llaman Stephan y Roza. Simón, mi abuelo materno es armenio también y Tamara, su esposa y mi abuela, es rusa.
Que interesante, Diana. Dime, ¿Cómo se conocieron tus abuelos? Especialmente Simón y Tamara.
Simón tenía una compañía que pavimentaba caminos y carreteras, un día le surgió un trabajo en Irkutsk, Rusia; estuvo ahí por un tiempo y se enamoró de mi abuela. Regresó con ella, se casaron y se establecieron en Armenia.
Casa de la familia en Borisoglebsk.
Estoy revisando el mapa y ¡Dios! Es una distancia tremenda.
Lo es. Irkutsk se encuentra en el distrito de Siberia a orillas del río Angará muy cerca del lago Baikal. Mi abuelo vivía en Tashir, una aldea pequeña cercana a la frontera con Georgia.
Ya veo, una gran aventura sin duda. ¿Qué me dices de tu familia paterna? ¿De qué parte de Armenia eran?
También de Tashir, de hecho ahí mismo nacieron mis padres.
Hablando de tus padres, dime, ¿Cómo se llaman? ¿Cómo se conocieron? ¿Por qué dejaron Armenia?
Mi papá se llama Arthur aunque su nombre se pronuncia con una “T” fuerte, no suave como sería la pronunciación en inglés del Reino Unido o Estados Unidos. Mi mamá se llama Silva, pero aquí en Rusia la conocen como Sveta o Svetlana. La hermana de mi papá era compañera de mi mamá, así se conocieron. Con la caída de la URSS las escuelas rusas desaparecieron y muchos trabajos se perdieron. Es por eso que decidieron salir del país tan pronto como pudieron.
Arthur y la pequeña Diana.
¿Cuándo llegaron a Rusia? ¿A qué ciudad llegaron?
Mi madre tenía 18 años y mi papá 25 al momento de casarse, eran muy jóvenes cuando la URSS cayó y tenían miedo que mis hermanos Ararat y Roma tuvieran un mal futuro, además estaban planeando tener otro hijo y querían naciera en un mejor lugar; así que en 2001 mis papás y mis hermanos fueron a la ciudad de Borisoglebsk donde meses después nací yo. Tiempo después, cuando tenía 7 años, fuimos a vivir a Moscú y seguimos aquí.
Debió ser duro para tus padres llegar a un país sin trabajo, con dos hijos pequeños y uno por venir. ¿Cómo se adaptaron a la ciudad?
Honestamente no fue tan difícil pues mis padres hablan ruso a la perfección ya que en la escuela desde niños les enseñaron el idioma. Mi papá junto con su padre y sus hermanos fundaron una compañía de cartón y poco a poco se fueron estableciendo en Rusia, mi mamá comenzó a hacer manicura y pedicura, ese ingreso extra nos ayudó mucho. Mis hermanos se adaptaron bien al cambio y yo al nacer ahí no tuve ninguna dificultad.
Roza y sus hijas.
A propósito de cambios, cuéntame, ¿Notas alguna diferencia entre tu familia y la de tus amigos? ¿Cómo es una familia Armenia?
Hay varias diferencias. Los rusos suelen ser más conscientes de la privacidad de las personas y no suelen cotillear sobre otras personas, los armenios al ser tan unidos llegan a molestarme un poco, tengo primos que viven fuera del país y conocen a la perfección mi vida diaria, quiero a mi familia no te lo puedo negar, pero a veces me gustaría un poco de espacio para mí misma. Sabes, es raro, pues amo las reuniones familiares y los cumpleaños, son unas fiestas increíbles donde todo se comparte, ha habido ocasiones en las que hemos viajado largas distancias para reunirnos con nuestra familia en otras ciudades de Rusia y ellos también hacen lo mismo.
Pero no todo es malo con los armenios, Emi. Los chicos rusos son algo perezosos, en mi opinión, especialmente aquellos que viven en grandes ciudades como Moscú, los armenios por el contrario trabajan desde muy jóvenes pues la situación económica allá es algo mala. Esto los hace más considerados y respetuosos hacía las mujeres. Al principio de la universidad mis compañeros, tanto hombres como mujeres, me querían saludar con un beso o un abrazo. Yo no estoy acostumbrada a esto, sólo mi familia me abraza y me besa y así estoy bien. No es que sea antisocial, para nada, sólo que no me comporto igual que los demás. Con el tiempo mis amigos terminaron por entenderme y ahora no me siento rara.
Sí, he ido en tres ocasiones cuando tenía doce, catorce y dieciséis años. Las primeras dos veces estuve en Tashir con mi abuela Roza y mi madre. La última vez fui también con mi madre a Tashir pero con una de mis tías maternas, en esos días visitamos la capital, Ereván. Fue muy bello, los paisajes eran hermosos y el aire mucho más limpio que el de Moscú.
Diana, ha sido un gusto escuchar tu historia y la de tu familia. Agradezco tu disposición y buena voluntad.
Ha sido una experiencia muy bonita para mí, Emi, me has hecho conectarme más con mis orígenes y mi familia. Gracias por darme la oportunidad de hablar de mis países. Mi familia te desea lo mejor, saludos.
Leía con ese deleite que producen los buenos pasatiempos, hasta que me descubrí defendiendo a un asesino. Quería que no lo encontraran, le daba ánimos para sobrellevar su crisis, para que aprendiera a disimular y a olvidar el mal, ¡para que sacara provecho de un crimen! Traté por varias páginas de voltear la mirada. Quise odiar a Raskolnikov, quise querer que lo descubrieran y lo castigaran, pero no lo logré. No podía más que compadecerme porque yo también soy ese criminal que quiso escapar de su destino. Yo también he sido ese miserable que no se ha dado cuenta de que es un miserable. Todos, de algún modo, hemos sido criminales.
No creo que hagan falta razones para leer Crimen y castigo, la novela más renombrada de Dostoievsky, como si no bastara con la fama de clásico que ya tiene. Basta con esa única razón: es un clásico de la literatura universal y, como todos los clásicos, es un espejo de nuestra condición humana. No es sólo que todos hayamos sido criminales, es que todos hemos actuado mal pensando que nuestra conducta era intachable, que teníamos razones para hacerlo y que era lo correcto. Tal como Raskolnikov, el personaje principal, pensó que a él le estaba permitido matar, aunque el alma se le pudriera por dentro y estuviera sumido en «la depravación que entenebrece la mente y endurece el corazón».
Match Point, dirigida por Woody Allen, fue inspirada en “Crimen y Castigo”.
Todos los personajes reflejan un ángulo de la humanidad. Dunya y Pulhéria Aleksándrovna (la hermana y la madre de Raskolnikov) muestran el amor incondicional que sólo puede hallarse en el vínculo familiar. Sonya es una prostituta y a la vez es el espíritu más elevado y noble de toda la novela. Svidrigailov es el más desgraciado de todos porque, a diferencia de Raskolnikov, nunca se atreve a enfrentar su desgracia. Petrovich, el pretendiente de Dunya, muestra la bajeza del amor excesivo a uno mismo, quiere casarse para que su esposa lo haga feliz, quiere una esposa sumisa y dispuesta a vivir en sufrimiento con tal de que él esté feliz; en realidad los egoístas como Petrovich se desprecian tanto a sí mismos que no se sienten capaces de dar algo de sí; no son capaces de amar. Y, por supuesto, hay un montón de personajes más a los que simplemente les tocó vivir allí, y que tienen que aprender a vivir con eso.
Para leer Crimen y castigo, más que razones, se necesitan ganas, ganas de aceptar las miserias de la humanidad, de creer que aún en los más aborrecibles escenarios es posible buscar una vida mejor. Es importante evitar el mal, pero mucho más importante es afrontarlo sin bajar el rostro, sin que se nos pudran las almas.
Por Alberto Domínguez Horner Twitter: @HornerAlberto