Por Alberto Domínguez Horner
@HornerAlberto
On Tyranny, Timothy Snyder
Tim Duggan Books, New York, 2017
Cuando la neblina cubre el discurso público, es bueno recordar el norte. Timothy Snyder presenta una guía para resistir la tiranía, el peor mal en la vida política; el combate a la tiranía es la causa diáfana que debería unirnos. No se detiene a explicar el panorama actual, porque lo vivimos: una nebulosa de izquierdas y derechas. En México, la circunstancia ha sido planteada en términos de una enemistad irracional entre conservadores y liberales, retrógradas y progresistas, católicos y seculares, y —división irreflexivamente aceptada— chairos y fifís. La niebla evanesce cuando tenemos el objetivo claro y lo asumimos de manera colectiva.
A todas luces, el libro fue escrito a partir de la situación de Estados Unidos o, mejor dicho, con ánimo de responder a ella. Eso no quita que en México o en otros países le podamos sacar todo el provecho. Sus coordenadas históricas —el siglo XX— arrojan luz a todas las democracias; se centra en el fascismo nazi, en la Unión Soviética y en otros países que tremolaron la bandera del comunismo. No deja de señalar, sin embargo, a Donald Trump y a Vladimir Putin. Esta memoria histórica nos advierte el derrotero a través del cual, históricamente, varios pueblos se han despeñado en el peor de los males. «La historia no se repite, pero sí alecciona», sentencia en la primera línea.
La brevedad del libro contrasta con sus obras anteriores (The Red Prince, Bloodlands: Europe Between Hitler and Stalin, Thinking the Twentieth Century, entre otras): éste tiene ciento y poquitas páginas. Y es enorme. Está escrito con la estructura de un libro de meditación. Son veinte lecciones, cada una con una especie de máxima sobre la cual meditar al estilo Lao Tse, y una explicación al respecto con una referencia histórica. Es difícil tomarse en serio un libro con esta estructura que no haya sido escrito antes de Cristo. Snyder nos obliga a tomarlo en serio. La verdad, ya lo leí al menos unas cinco veces y sigo aprendiendo de él.
Una de las enseñanzas de Snyder apunta justo a sobreponernos ante las hostilidades sociales con miras a un objetivo común, en la lección Haz política con el cuerpo: «Para que la resistencia triunfe, han de romperse dos fronteras. Primero, las ideas sobre el cambio han de incluir gente de diversos trasfondos que no concuerden en todo. Segundo, las personas han de encontrarse a sí mismas en lugares que no son sus casas y entre grupos que no eran antes sus amigos». La necesidad de estar en lugares no acostumbrados con nuevas personas, y la posibilidad de no concordar en todo, desplazan la bruma del desacuerdo y permiten la solidez de un propósito colectivo. Como base histórica, Snyder toma la unión de trabajadores Solidaridad, de 1980-81 en Polonia, la cual reunió profesionistas y obreros, católicos y seculares, izquierdas y derechas. Diez millones de personas unidas.
Todo el libro se estructura de esa manera: establece la lección, relata un episodio histórico y apunta a nuestra realidad actual. Cada capítulo es una lección. Veinte lecciones del siglo veinte. El prólogo, History and Tyranny, y el epílogo, History and Liberty, le dan un sentido profundo a las lecciones.
Destacan entre sus lecciones las justas consideraciones que guarda hacia el lenguaje. Sé amable con nuestro lenguaje y Escucha las palabras peligrosas son lecciones queatacan el tema de manera directa. En otras como Asume tu responsabilidad por el aspecto del mundo, Desmárcate del resto, Cree en la verdad e Investiga, el tema no deja de ser crucial. Los tiranos usan la palabra ‘extremista’ —en castellano podríamos incluir el mal uso de la palabra ‘radical’— para descalificar a quienes se resisten a la tiranía; cuando hablan sobre ‘el pueblo’, se refieren sólo a ciertos habitantes, y a cualquier intento de entender el mundo de un modo distinto lo clasifican como una ‘difamación’ al dirigente. Snyder alerta sobre estos y sobre otros aún más perversos usos del lenguaje: la palabra ‘terrorismo’ es empleada en el discurso de los tiranos para que la ciudadanía ceda su libertad en nombre de la seguridad. La relación de inversa proporcionalidad es ilusoria. «La gente que te asegura que sólo puedes obtener seguridad a cambio de tu libertad», afirma, «normalmente quieren negarte ambas».
Además de la cautela con el discurso público, Snyder recomienda lejanía con las pantallas y cercanía con el papel. Regala al lector los títulos de los principales textos que inspiraron la argumentación de su libro y otros de novelas pertinentes. De nuevo, quienes llevemos nuestra vida política en otro lenguaje y contexto habremos de pensar en clásicos de nuestro lenguaje —en mi opinión, Cervantes, Alfonso Reyes y María Zambrano son una buena referencia—. Las coordenadas que el profesor Snyder ofrece para ello resultan valiosas.
Al leer en las lecciones sobre la necesidad de instituciones fuertes, de una prensa próspera, de ética profesional, entre otras condiciones deseables, uno se pregunta —yo me lo pregunté— por qué, a pesar de la historia, seguimos tan maleables a los caprichos de los tiranos del presente. ¿Ignorancia? En parte. La lección 20 asume con clarividencia lo que otros capítulos muestran: el miedo nos ata las manos. Snyder escribe «Sé tan valiente como puedas. Si ninguno de nosotros está preparado para morir por la libertad, entonces todos moriremos bajo la tiranía». Esa es la máxima, por así decirlo, y no hay un desarrollo explicativo como en el resto de las lecciones; allí termina… ¡es que no hace falta explicarlo!: la tiranía es el gobierno que tienen los cobardes.

Ya se han presentado eventos, posteriores a la publicación del libro, que bien pudieron evitarse con pensamientos como los que éste promueve. El libro advierte sobre los estados de emergencia y la manera en que los tiranos abusan del miedo de la población: Mantén la calma cuando llegue lo impensable. Los ejemplos históricos que ofrece son el incendio del Reichstag, la noche del 27 de febrero de 1933; la trayectoria —ejemplo reciente— de Vladimir Putin, quien se hizo del poder en buena medida gracias al miedo que el terrorismo suscitó en la población; y, a tono con Rusia, las invitaciones a combatir el terrorismo de parte de Donald Trump. De hecho, recientemente presenciamos cómo Putin alteró la legislación para poder reelegirse en 2024, encubierto por la emergencia del coronavirus. Muchos otros gobernantes hicieron lo suyo. Escuchar las palabras de Snyder habría ayudado: «Un momento de conmoción permite una eternidad de sumisión. Para nosotros, la lección es que debemos impedir que nuestro natural miedo y aflicción permita la destrucción de nuestras instituciones. Valentía no significa no temer, o no afligirse. Significa reconocer y resistir el manejo del terror más allá, desde el momento del ataque, precisamente cuando parece más difícil hacerlo».
El prólogo y el epílogo manifiestan la relevancia de la memoria histórica y la exponen como propósito urgente del libro. Frente a la política de lo inevitable (la creencia en que la historia ya sólo avanzará hacia la democracia liberal) y a la política de la eternidad (el ánimo de regresar a un pasado glorioso que nunca existió), Snyder propone definir nuestra nación con base en un potencial futuro, y no en una virtud inherente; en consecuencia, imaginar alternativas para el futuro y asumir nuestra responsabilidad en ese futuro. Propone no discutir sobre quiénes son los buenos y quiénes los malos —deshacernos de toda esa neblina—, sino sobre posibles soluciones a los problemas reales. Propone la historia real, en cuyo seno la libertad es posible.
0 comentarios