El juego del calamar es real

por | Nov 3, 2021 | 0 Comentarios

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A propósito de
El juego del calamar, 2021
Director: Hwang Dong-hyuk

Muchos ricos son completamente capaces (moralmente) de organizar unos juegos así, en los que apuesten y disfruten con la muerte y la miseria de otras personas (vaya, hablar de ‘ricos’ es una simplificación: me refiero a ese puñado de personas exageradamente ricas y con un poder desmesurado, como los dueños de monopolios gigantes). Bien, esa es una manera de ver la serie: pensar que son capaces. Pero, ¿qué tal que, de hecho, lo hacen? No me refiero a que exista una isla con un verdadero Juego del calamar. Quiero decir, más bien: ¿qué tal que la codicia de ciertos ricos, su afán de crecimiento de capital a toda costa, y su amor por placeres ridículos y, en varias ocasiones, denigrantes, son la causa de que muchos humanos (las clases bajas, sobre todo) sufran y se ahoguen en mares de escasez y de violencia? Esos ricos saben que muchos de sus placeres son posibles sólo a cuestas de la precariedad de la mayoría de la población mundial. Podríamos preguntarnos si verdaderamente lo dimensionan.

No hace falta decir que los pobres no quieren ser pobres y que muchos de los problemas sociales están vinculados con la desvalorización de la vida de los más necesitados. Por ejemplo, con el abaratamiento de su trabajo o la trata de personas. El juego del calamar es una metáfora de lo que realmente sucede. Pero ¡ALERTA!: si temes que te arruine la trama, te recomiendo leer esto después de ver la serie.

En una de las escenas finales, vemos a Oh Il-nam, el anciano que está detrás del juego, en su lecho de muerte, acompañado de Seong Gi-hun, el protagonista. Están dentro de un edificio alto, con ventanales que permiten observar la ciudad. El anciano señala a un hombre tirado en la calle, abandonado, y apuesta a que nadie se detendrá a levantarlo antes de la media noche, de modo que, probablemente, morirá de frío entre la nieve.

No estoy seguro de que los directores y productores de la serie sean conscientes de la religiosidad de dicha escena. Prácticamente, el anciano está preguntando si pasará por allí el buen samaritano. ¿Hay alguien acaso, en este mundo, a estas alturas, que practique la caridad? La parábola del buen samaritano es cristiana; no obstante, la invitación a la compasión y a la caridad la comparten varias religiones.

Al final de la escena, vemos cómo alguien pasa y salva al pobre hombre. Hay esperanza. Es curioso: era muy fácil ganar la apuesta. Bastaba con que Seong Gi-hun (el protagonista) bajara por el ascensor, saliera a la calle y salvara al necesitado. Sin embargo, no lo hizo. Tuvo que venir alguien más.

También es curioso que el único personaje explícitamente religioso de la serie sea tan irritante. No deja de rezar en voz alta cuando los demás necesitan silencio, y sus diálogos o intervenciones resultan imprecisas (en el mejor de los casos) o, incluso, del todo inconsistentes con la teología de la tradición cristiana. El personaje pretende ser cristiano, pero su caracterización muestra una religiosidad lo suficientemente distorsionada como para mofarse de ella.

El financiero, en cambio, es uno de los personajes mejor delineados. En todo momento, calcula fríamente el riesgo de sus alternativas, diversifica su portafolios y opta por las decisiones más seguras. Sus amistades son una especie de inversión, o de riesgo compartido, hasta que dejan de convenirle. Incluso su suicidio admite esa lectura: se invierte a sí mismo para garantizarle el dinero a su madre: compró en su lecho de muerte un seguro de vida. Más aún, comete un error característico de los financieros: cree que ha llegado al final de juego (esto es, que le ha ido bien) por su propio mérito, sin reparar en que la suerte ha tenido un papel. Es uno de errores frecuentes que Mihir A. Desai, profesor de administración y finanzas en Harvard, señala en su libro La sabiduría de las finanzas.

En resolución, más allá de los personajes, (religiosa o no) ésta es la propuesta de la serie: el remedio contra el tedio y el sinsentido de los millonarios, por una parte, y contra la violencia y la miseria del mundo, por la otra, es nada más, y nada menos, que la caridad. En la primera escena, en cuanto abre la serie, vemos la explicación del juego: cuando pierdes, mueres de verdad. Como contraparte, en este mismo mundo de real injusticia y miseria, cuando amas al prójimo, vives: vives de verdad.

Por Alberto D. Horner
Twitter: @HornerAlberto

Nota: ésta NO es una serie para niños.

Alberto Domínguez Horner

Alberto Domínguez Horner

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