Emmanuel Carrere sabe cosas. Sus libros, por lo general, son un clavado a temas de interés general y de sí mismo. Lo que los vuelve tan interesantes. Su erudición en los temas que toca, así como su honestidad con la que los aborda, ha resultado en una combinación bastante comercial.
Uno de sus libros más interesantes es El Reino (2015). En él, narra su camino de cómo, de ser una persona muy católica se volvió ateo . Leyéndolo, me recordó un poco al libro de Scott y Kimberly Hahn, Roma Dulce Hogar (2000) que narra su transformación al catolicismo. Digamos, que son libros con caminos inversos. Con diferencias, claro está. Scott y Kimberly pasaron del protestantismo al catolicismo, mientras que Carrere pasó del catolicismo al ateísmo. Es decir, los primeros pasaron de unas creencias a otras. Sin embargo, a pesar de estas diferencias, yo los encontré con ciertas interesantes similitudes.
Generalmente se narra la vida de una persona que encuentra a Dios, a Jesús, etc. Pero no Carrere. Carrere te cuenta sobre su encuentro con el vacío. Con la nada. Y, mientras te lo cuenta, también te narra el origen del cristianismo, desde una perspectiva atea, claro está. No es un libro contra la Iglesia. Aunque, evidentemente, tampoco es un libro a favor de ella. Es un libro que despoja a la religión de todo su misticismo, de todos sus milagros, de todos sus aspectos inexplicables y aterriza su historia en una que podamos entender los otros, los que no creemos en eso.
No es de sorprenderos que su siguiente libro, Yoga (2021), trate sobre una fuerte crisis existencial que atravesó el autor, que lo llevó a estar cerca del suicidio, pasó cuatro meses en un hospital psiquiátrico y necesitó de electro shocks para estar bien.
Podríamos concluir, que la religión tiene sus funciones, sus utilidades. Pero la valentía de Carrere, de enfrentarse a la nada y encontrar la fuerza y destreza para narrarlo, es de una osadía épica, digna de dedicarle el tiempo a leer sus libros.
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