Por Irene Hernández Oñate
Síguenos en nuestro canal de Telegram:
https://t.me/spesetcivitas
Porque es una revista digital auténticamente incluyente donde párvulos, niños, adolescentes, adultos, ancianos e intelectuales tienen un lugar común para compartir y reflexionar sobre lo que la vida les ha dado: contentos, fracasos, conocimientos, logros, cantos, anécdotas, dudas, poemas, tristezas, coplas, esperanzas, sabiduría, motivación existencial, aspiraciones, viajes, amistades, canciones, placeres, ficciones, aversiones, amores, pasiones y todo, todo lo que la vida da.
Porque quien ha fundado esta iniciativa es un ser humano que se eleva más allá del hombre casi a la altura del niño. Ese niño que es un sabio ingenuo que comparte todo porque bien sabe que sólo aquél que comparte puede ser dueño de algo.
Porque me parece loable y cristiana la labor de mentor que ha ejercido el fundador de esta revista para repartir el Verbo a todos los rincones.
Claro que se trata de un espacio al que no cualquiera puede acceder, ya sea como colaborador o como usuario, ya que este espacio le está vedado a quien no sabe leer ni escribir. Porque aunque la palabra, oral o escrita, parece cosa de nada, conozco individuos a quienes les han mutilado su capacidad para entender lo que se transmite con la escritura o con el discurso coherente. Y no me malinterpreten, pero incluso los párvulos como María de cinco años, que cursa el jardín de niños y que habla sobre el “espinosaurio” hace un discurso coherente. Porque -¿qué es una palabra?-. Una palabra escrita, para quien no conoce ni comprende los signos convencionales que la forman, puede ser un acertijo, un garabato o nada… y una palabra hablada para quien no conoce ni comprende los sonidos convencionales que la forman lo mismo.
Por lo anterior, y esto es paradójico, considero que quien puede disfrutar y ser parte de espacios incluyentes como SPES también pertenece a una élite muy afortunada cuyo disfrute lúdico tiene cierto grado de refinamiento en comparación por ejemplo, con un funcionario de cierto grupo político de cierto país, que tuvo el desatino de afirmar que “leer por placer es un vicio capitalista”.
La palabra que es una cosa de nada, pequeña, corta, un aliento, un soplo, un sonido que va y viene cuando se la mezcla con muchas otras, llega y arraiga en lo hondo del individuo que Dios destinó para ella. Y siendo esto así, considero que la élite de la que hablo siempre tendrá la capacidad de ser feliz pase lo que pase en sus circunstancias. Además, quien escribe o habla desde su corazón, que para los hebreos es la sede del entendimiento, sin dobleces y con ánimo de compartir, construir, sumar y aportar, puede ser el profeta que como dice Giovanni Papini en su Historia de Cristo, recuerde “a los traidores los juramentos; a los malos, la caridad; a los corrompidos la pureza; a los feroces, la misericordia; a los [gobernantes], la justicia; a los rebeldes, la obediencia; a los pecadores, la pena; a los orgullosos la humillación y conduzca a los idólatras al verdadero Dios”.
Por último, aprovecho este espacio para agradecer al Creador, que para mis padres fuera de suma importancia que mis hermanos y yo aprendiéramos a leer y escribir nuestra lengua materna y así disfrutar de ella.
0 comentarios