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Hace algunos años me senté en Babelplatz –una plaza muy céntrica en Berlín entre la catedral católica y la Universidad Humboldt y que es famosa porque en el tiempo del Nacionalsocialismo quemaron los libros inadecuados en este lugar– y con una cerveza en mano, vi por una pantalla gigante Tristan e Isolda de Wagner. Por lo regular una vez al año la ópera de Berlín (Staatsoper) organiza un evento al aire libre y gratuito, bajo el lema “Staatsoper für alle” (ópera para todos). De este modo la ópera puede llegar a diferentes generaciones e incluso a algún transeúnte despistado.
Aunque podría pensarse que la ópera es para algunos cuantos, sobre todo si sigue parámetros más tradicionales como en Italia, también es cierto que algunos otros lugares están abiertos a las nuevas interpretaciones e innovaciones, como es el caso de Berlín, Budapest y Estados Unidos, en donde no se tiene reparos para presentar alguna ópera en una pantalla gigante de algún estadio de baseball. Incluso recuerdo una interpretación de Don Giovanni por la Staatsoper de Berlín en la que el vestuario histórico se dejó de lado, para hacerla más contemporánea. Aún así retumbó en la sala el grito del comendador. Por un lado la ópera podría democratizarse más, sin que perdiera la calidad y la tradición, en un intento de que cada vez más personas se interesen en ella.
Justamente tratando este punto, comenzó mi conversación con Elizabeth Hertzberg, una joven soprano californiana que desde hace diez años vive en Milán. Elizabeth estudió en el Conservatorio de San Francisco, obtuvo una beca de la fundación Avanti y también ha participado y ganado varios concursos de canto. Sus interpretaciones son variadas, desde Amenaide (Tancredi), Ilia (Alcina), Rosina (El barbero de Sevilla), Zerlina (Don Giovanni), Frasquita (Carmen), Valencienne (La viuda alegre), Lucy (The Telephone), Lisa (Das Land des Lächelns) hasta música de cámara y muchas otras más.
Hertzberg estudió un máster en interpretación y técnica vocal en el conservatorio de Módena, donde conoció a la famosa soprano búlgara Raina Kabaivanska, quien además fue su profesora y organizó la grabación de un álbum. En el teatro comunal de la ciudad de Módena se reunió la Orquesta Filarmónica Italiana, Kabaivanska y Brilliant Classics para interpretar la ópera Telephone de Menotti. Elizabeth cantó el papel de Lucy; y confesó que fue una experiencia maravillosa y cuando encontró el disco en uno de los estantes de la librería más importante de Italia, la Feltrinelli, le produjo una gran impresión. Para Elizabeth fue una gran satisfacción y sorpresa, cuando un año después de grabar el disco, lo encontró en la sección musical de la Feltrinelli y pensar que alguien quisiera comprarlo y escuchar su voz. En esta industria, se trabaja bajo proyecto, y cuando un proyecto concluye con éxito da cierto sentido a la vida.
La voz de Elizabeth Hertzberg la han escuchado miles en el Carnegie Hall, la ópera de Sofía (Bulgaria), teatros de Parma, Módena, iglesias y salas históricas de varias ciudades europeas. En sus propias palabras, ser cantante, implica llevar a todos los rincones la música. Y así, su voz, se convierte en el instrumento contra el tiempo y el olvido.

Gracias por tomarte el tiempo para esta entrevista, entre los continuos ensayos, compromisos y conciertos. Vives desde hace varios años en Italia, donde hay una gran tradición lírica, ¿qué diferencias encuentras con las producciones en otros países?
En todas las grandes y pequeñas ciudades italianas hay un teatro en el que regularmente hay producciones de Puccini, Verdi y también Mozart. Se podría decir que Italia, al ser la fundadora de la ópera, es más tradicional, en comparación con otros lugares como Berlín y Budapest. No son comunes las producciones de compositores contemporáneos, porque ya tienen a Puccini, que es un grande. A veces parece que la ópera se quedó en Tosca, las Bodas de Fígaro y Don Giovanni. Mientras que en otros lugares se experimenta más y hay una mayor apertura, por ejemplo en la Metropolitan Opera hay una producción, Eurídice, que retoma el mito de Orfeo y el rescate de Eurídice del inframundo, pero desde la perspectiva de ella. El libreto es de Sarah Ruhl y la música es de un compositor americano jovencísimo, Matthew Aucoin. Tiene solamente 31 años y su música ya ha sido interpretada en el escenario de la Met. Es importante continuar con la tradición de las grandes óperas, que están hechas de belleza y tienen el poder de mover algo profundo en nuestro interior, pero es igualmente importante dejar un espacio para que nuevas propuestas puedan ser escuchadas. A fin de cuentas podrían convertirse en las próximas grandes óperas.
Vaya que es joven. Hace algunos años asistí a una presentación de Don Giovanni, de la ópera de Berlín y me sorprendió que aunque era el mismo libreto y la música de Mozart, se habían tomado algunas libertades interpretativas, sobre todo en el vestuario, que era contemporáneo y dejaron de lado la sensación de la época. Creo que eso y los programas de la ópera al aire libre, ayudan muchísimo a renovar al público. Además de que los boletos no son impagables.
El momento histórico de la ópera es algo importante para comprender el tiempo y cosmovisión del compositor, pero también es bueno tener la mente abierta a las nuevas interpretaciones. En América sucede algo parecido, por ejemplo cuando hacen una ópera en un estadio de baseball. Es algo necesario para que este arte sobreviva, que pueda llevar a muchos a vivir una experiencia que les toque el corazón. De otro modo, la cultura de la ópera podría morir.
Cierto, de algún modo la ópera deja de ser para un grupo de la élite cultural para poder llegar a muchos y que aprecien la belleza, sin que por ello la calidad disminuya. Acercar la alta cultura a la cultura de masas es sin duda un paso importante para mantener la tradición. En una ocasión en Milán, ilusamente, pesé que podría comprar un boleto para la Scala, pero estaban agotados y un poco caros para el presupuesto de estudiante que llevaba. Sin mencionar la etiqueta.
Por desgracia no es tan fácil entrar a la Scala, adquirir un boleto siendo estudiante o un joven es complicado. Porque aunque hay un número de boletos que dejan para el último minuto, tienes que ir a la oficina a registrarte y estar al pendiente durante todo el día por si realmente quedaron boletos sobrantes. ¿Quién puede estar al pendiente todo el día? Aunque tuvieras todas las ganas de ir, si no tienes el dinero, tampoco puedes permitirte faltar a la jornada laboral. Eso delimita mucho al público. Lo ideal sería que fuera más fácil, pero estamos en Milán y así funciona la etiqueta. En una ocasión, un chico entró con retraso y sudado porque aunque tenía el boleto, en la entrada no lo dejaban entrar por vestir jeans. Entonces tuvo que correr a H&M a comprar un pantalón que se viera más formal y regresar corriendo.
En cuestiones más personales. ¿Cómo empezó tu interés por la ópera y tu vocación como cantante?
Desde que los seis años empecé a tocar el pianoforte. Entonces ya tenía interés por la música, pero aún no descubría la voz. A los diez años mis padres compraron un CD con diferentes versiones del Ave María de Schubert, y cuando lo escuché, intenté imitar cantarla y me di cuenta de que alcanzaba los tonos. Así descubrí mi voz. Poco después una tía, que adoraba la lírica, me enseñó la ópera de La Traviata y no había visto nada tan bello. Pensé que era un sueño y que ese era el mundo en el que quería vivir. La música me sedujo.
La ópera por lo regular es en italiano, alemán y francés. ¿Cuántos idiomas debes aprender o basta con memorizar el libreto?
Un cantante tiene una formación muy completa, sobre todo si eres americano, porque la ópera no es nuestra, como lo es para lo europeos. En España está la zarzuela, Italia y Alemania tienen una tradición de ópera y música de cámara y por eso la mayor parte de la música clásica está en esos idiomas. En el conservatorio estudiamos esas lenguas, aunque eso no significa que lo hablas como si lo hubieras aprendido viviendo en el lugar. Cuando te preparas, estudias el texto, lo traduces, entiendes el sentido del texto y así puedes exprimirlo. Además de que los músicos tenemos buen oído y así podemos imitar los acentos.
Vaya que tienen muy buen oído y capacidad de imitación, ya quisiera yo un poco para mejorar el acento. Tienes una formación muy completa, pero sigues formándote. ¿Cómo compaginas la formación y los conciertos con la maternidad?
Basta decirte una palabra: abuelos. Sin ayuda uno no puede hacer nada. Por fortuna mi madre ha podido pasar mucho tiempo con nosotros. Claro que también ayuda mi suegra. Y ahora mi padre está pasando una temporada aquí. Después vendrá mi madre para la siguiente temporada de conciertos.
Los abuelos son una parte fundamental en la crianza. Cambiando un poco el tema, ¿qué personaje te gustaría interpretar o cuál de los que interpretaste es tu favorito y por qué?
Que pregunta tan difícil, porque no es que tenga un personaje favorito. Siempre me gusta descubrir música nueva, no sólo ópera, también música de cámara como Bach. Yo me enamoro de las piezas que estudio en ese momento. Por ejemplo, ahora estoy estudiando a Lulú, de Berg, que es una ópera muy difícil. Berg fue un compositor austriaco que vivió durante la primera parte del siglo veinte y fue estudiante de Schoenberg. En este momento Lulú y su aria es la que me ha invadido la cabeza. De hecho encontré en línea el primer y segundo acto, pero el tercero no estaba y podías encargarlo por precios exorbitantes. Hace algunos días estuve en Budapest y saliendo del concierto, encontré una librería de libros de música usados. Y ahí, esperándome, encontré el tercer acto. Lo necesitaba para comprender mejor a Lulú. Y ahí estaba, justo en el librero, con mi nombre escrito; sabes, son esas cosas bellas de la vida, esos pequeños dones que nos esperan y sorprenden.

El tercer acto era para ti, te aguardaba donde menos lo hubieras pensado. Tienes este proceso de enamorarte de la pieza y después ¿cómo te preparas para interpretar?
El momento culmen es el concierto, y claro que es muy bello, pero mi parte preferida es el trabajo previo par lograr la interpretación. El trabajo que haces con los músicos es muy importante, porque juntos descubrimos muchas cosas y matices. Entonces puedes experimentar la belleza de la música. Cantar es algo muy especial, muy íntimo, porque la voz es un instrumento y tu cuerpo a la vez. Escuchas tu timbre y tu propia resonancia e interpretas. Aprendes de los compositores, lees sus notas y pasas tiempo con los textos escritos por diferentes poetas y libretistas, incluso algunas veces por los propios compositores. Mientras más profundizas con el texto comprendes más cosas y así tienes tu propia experiencia musical. Y después transmites esa experiencia a los espectadores.
Sobre esta experiencia, puede ser muy conmovedora. A veces es muy visible que un cantante se conmueve, pero la voz no se entrecorta y sigue cantando. ¿Cómo puedes cantar si te conmueves?
Cuando cantas en público, en un concierto, debes tener la fuerza mental para controlarte. Dejarte auto-conmoverte es un acto un tanto egoísta, porque tu ya viviste esa experiencia, y en el momento del concierto se trata de dar. Me ha sucedido en las prácticas que me conmuevo, el otro día estaba practicando la Sommerabend y otras piezas de la Heine Lieder de Castelnuovo-Tedesco. Sentí la atmósfera del verano, los grillos, el río y de pronto me conmoví, porque pensé, que bello es que así mantenemos vivos a estas personas. Estos compositores increíbles, sus almas y sus pensamientos que están en papel, vuelven a la vida con la música. Continuamos recordándolos y al mantener viva su música luchamos contra el tiempo y el olvido. Espero hacer justicia a aquello que escribieron. Porque la voz es el corazón y el instrumento que logra comunicar los tiempos pasados, los sentimientos y la vida.
Muy buena entrevista, sería muy bueno que hubiera más oportunidades de acceso a las operas en vivo