Los guantanameros Buena Fe

por | Nov 7, 2020 | 0 Comentarios

Fotografía de Karla Llanes, para Cubadebate.

No hacen falta muchos argumentos —los ejemplos sobran— para afirmar que la poética de la canción contemporánea sufre un lamentable estado. No obstante, hay grupos como Buena Fe en cuyas canciones, compuestas por Israel Rojas, se encuentran versos como:

Que no es lo mismo previsores que adivinos,
que no es igual recitación que improvisando,
que es preferible quien lo intenta y ha perdido

que quien blasfema pero nunca va intentado

La banda fue fundada por Israel Rojas y Yoel Martínez, ambos guantanameros. En 2001 lanzaron su primer álbum. Quien tiene una formación musical robusta es Yoel Martínez. Israel Rojas ha sido la parte inventiva; él escribe las letras y propone la melodía, y Yoel la arregla y armoniza.

Israel Rojas habla sobre Buena Fe y su música en Havana Cultura

Son los herederos de la tradición de la Nueva trova. El tañer de sus guitarras, sus armonías y ritmos son por completo distintos a los de la Nueva trova, pero su espíritu es el mismo. No lo digo nada más al aire; Israel Rojas lo ha afirmado varias veces, y Silvio Rodríguez les dio el espaldarazo en la canción La tempestad.

La canción apareció en Sobreviviente, el álbum de 2017, y sirve bastante bien para dar un atisbo de lo que es Buena fe. Plantea un escenario de desorientación:

viejo mapa que no nos dirá cómo llegar
adelante sólo reina un gran fanguero

La tempestad ha borrado todo los caminos. Israel Rojas canta esos versos, acompañado de un arpegio de guitarra cadencioso y un teclado dulce. En la canción, encuentra a un caminante añoso a quien le pide orientación. Y resulta que el caminante añoso es Silvio Rodríguez.

La tempestad, canción del álbum Sobreviviente

El simbolismo de la canción puede entenderse a modo de espiral. En un primer giro, el destino de la banda misma. En un segundo giro, contemplamos la necesidad de la juventud de ser orientados por los ancianos, de reconocer un maestro. Y el tercer giro: desde una perspectiva política y vital, la sensación compartida de desorientación histórica, y la urgencia de entender el pasado en continuidad con el presente para hallar un futuro.

Mucha de la música actual más difundida tiende a lo soso y lo simplón. Nuestra época no es precisamente una época en la que el conocimiento, las artes y la acción política se persigan como bienes en sí mismos. Buena parte del público no busca todo el gozo que puede dar la música; prefiere, en cambio, el placer inmediato y tosco de la música fácil, justo porque es un placer fácil de alcanzar. Aún así, sería absurdo pensar que esa parte del público representa a todo el público. Se percibe también, en la atmósfera actual, el desencanto con los criterios que usan los medios de comunicación para promover a unos artistas y a otros no. Dicho desencanto manifiesta la búsqueda de una música libre, sin que la dificultad que eso implica —tanto para quienes componen y ejecutan como para quienes la escuchan— la detenga. Buena fe a pesar de no destellar todavía en los medios, llena los conciertos.

Naturalmente, tras veinte años de trayectoria, se notan cambios en su discografía. En Corazonero, uno de sus primeros discos, la batería es genérica; es la batería pop-rock trillada. En ellos, el lucimiento reside exclusivamente en los instrumentos de cuerda y en la voz. Después, en Π 3, 14, el álbum de 2014, encontramos ya cierta textura llamativa en la batería. Además de la batería, hay en su discografía esporádicas apariciones de timbales y otras percusiones características de Cuba que llegan a su culmen en Carnal, su último lanzamiento, en donde también la batería halla ese sabor cubano que, valga decirlo, está cerca de la genialidad y muy lejos de la caricatura folclórica.

De hecho, Carnal fue un tanto criticado. En una reseña de AM:PM, los acusaron de comerciales pop, de coros simplones y de carentes de novedad, es decir, que repetían aspectos de sus grabaciones anteriores. La reseña la escribió Isely Ravelo Rojas (15/01/2020). Sus acusaciones tienen el ingrediente secreto de toda acusación errada: la contradicción. Los álbumes anteriores de Buena Fe no son comerciales. Así que Carnal o fue repetitivo o fue comercial, pero no ambas. Personalmente, me gustó el álbum. Acaso diría que le faltan momentos de silencio, algún coro sin significado como el ‘na na na’ de Sin arrepentimiento, o algún solo instrumental largo, es decir, al menos otra canción con la parsimonia de Mía. También le encontré algunos ripios, como el verso

Su atraso y desenfoque, su ponzoña

en el cual Israel Rojas se ve obligado a cantar ‘ponzoña’ como esdrújula para que embone. Defectos menores.

Los sintetizadores de Ernesto Cisneros y el slap de Israel López (el bajista) en Pataki de libertad (la canción que abre este último disco) están llenos de brío; el brío con el que, como la canción, hay que combatir el sexismo, el racismo y, en general, la desigualdad. Canciones como Valientes o Madurar arremeten contra prejuicios que corroen a la sociedad. Además, incluye una canción compuesta por Yoel, cosa novedosa de por sí.

Carnal, el más reciente álbum de Buena fe

Cámara lenta y Mía conforman las canciones amorosas, y no son meras cursilerías. Las relaciones de pareja son materia de reflexión en la búsqueda de una mejor sociedad. La primera muestra una tensión entre el ímpetu y la calma necesarios en una relación, idea que está expresada en los mismos tropos de la letra, aliteraciones como

Reivindico la pausa con causa
Parar para reparar

Carnal, la canción que da nombre al álbum, lleva doble filo. Por una parte, critica la violencia y el sinsentido de las expresiones que imperan en los medios de comunicación:

Y aunque no niego el progreso que puso una sonda en marte
Un software no convierte al grito y al llanto en arte

O en estos otros versos:

Cantos que llevan ganas de devorar al que escucha,
de proyectarlo a vivir o a cantar bajo la ducha;
ni son trampas a la gloria ni son tesis doctorales;
son emociones al viento, prolongaciones carnales.

Por otra parte, expresa también la aceptación de que todos somos de carne, “célula por célula”, y la esperanza de que, a partir de la comprensión de nuestro ser y nuestra circunstancia, mejoremos las cosas; la esperanza “de que nunca sea de piedra el corazón”. Resalta, incluso, el papel de la fe y denuncia a quien “escupe en el rostro del tipo en el crucifijo”.

Carnal, canción del álbum homónimo

Música crítica y reflexiva urge en nuestra época. Letras bellas urgen en nuestra época. Experimentación con distintos géneros, lo mismo. La música comprometida es arriesgada porque, a diferencia de las canciones de sentimentalismo pueril o espontaneidad animal, con ella nunca estarán todos de acuerdo. Conviene saber, de cualquier modo, que es perfectamente posible escuchar, estar en desacuerdo y disfrutar.

Buena fe inspira esperanza en la tempestad. La poesía y la calidad armónica caracterizan su trayectoria, en la que han experimentado con un sinfín de géneros. Han sabido no dejarse llevar por una corriente estética o política enfrascada. ¡Y grabaron con Omara Portuondo y con Silvio!

Por Alberto Domínguez Horner
Twitter: @HornerAlberto

Alberto Domínguez Horner

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