Seis días marcharon los israelitas alrededor de la muralla de Jericó, el séptimo los sacerdotes iban por delante con el arca, tocando el shofar (un cuerno de carnero que es como una trompeta). Josué y los israelitas entraron a la Tierra Prometida. Desde entonces Jericó fue una ciudad de paso para los peregrinos que viajaban hacía Jerusalén. En Jericó se convirtió el pequeño Zaqueo e incluso la tradición narra que Jesús ayunó 40 días en este lugar. Desafiando la arquitectura, clavado en el monte, se encuentra el pequeño “Monasterio de la Tentación”, custodiado hasta la fecha por tres monjes ortodoxos.
Entre el ruido y la prisa de Jerusalén
Entre el ruido y la prisa de Jerusalén, un hombre detuvo el tiempo, sin vergüenza, no como en ocasiones puede ocurrirnos, que nos persignamos rápido para que otros no vean. Abstraído del mundo, en un diálogo personal, hace de su vida una oración constante.
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