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Por Santiago Bravo
Jesús salió a ver al pueblo lleno de azotes, con la corona de espinas y el manto que le habían puesto como burla. El pueblo pidió su muerte y Pilato se lavó las manos.
¡Aquí está el Hombre!
Cuando la televisión y las redes sociales nos enseñan diferentes tipos de personas exitosas, Dios nos enseña la humildad de su hijo, lastimado, entregado a los hombres y confiado en el amor de Dios. Este es el hombre, el que se entrega con amor, el que confía en Dios, el que no amenaza.
Oh Jesús enséñanos a seguir tu ejemplo en medio de este mundo, a ser fieles como tú, a darnos con amor, a colocarnos en las manos del Padre y a esperar, como tú, que el amor tenga la última palabra delante de la violencia.
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