Dos novelas se han vuelto muy recurrentes como referentes de distopías. Esos escenarios caóticos y desastrosos a los que podríamos llegar si no prestamos atención a ciertos vicios sociales en los que caemos en el presente. A Brave New World (Un mundo feliz) y 1984 logran hablar de regímenes basados en el miedo y el placer, de sus complejidades, vicios y terrores. Aquí un breve análisis de estos textos, desde el planteamiento formal hasta sus implicaciones sociales.
Planteamiento narrativo
Ambos textos se basan en un planteamiento explicativo para poder describir sus mundos imaginarios, sin embargo, los mecanismos narrativos son muy diferentes.
En 1984 el narrador se apodera de la mayor parte del texto: nos introduce a los pensamientos e ideales más profundos de los personajes, se detiene a explicarnos el porqué de cada accidente en el paisaje y su función histórica.
La narración se vale también de fuentes escritas (el diario de Winston, las normativas y capítulos que explican los lemas del Partido) que, no obstante, no cambian el tono de la voz y siguen la misma intención súmamente explicativa y reflexiva. Este texto retoma muchas estructuras del ensayo y el documental en su construcción, pese a que evidentemente narra una historia de amor imposible que es la que va llevando un poco la trama general. Pese a otras puestas en escena ya hechas, siento que una traducción interesante del libro al cine sería a través del falso documental.
Sorprende también en su construcción un recurso: la digresión y el uso de una gramática condicional, disyuntiva. Sentido narrativo que tiene que ver con la propuesta interesante que hace el autor a la escritura creativa e imaginativa por sobre la historia (o que por lo menos se puede hacer entre líneas). Todo el tiempo el personaje y el narrador se cuestionan si lo que se ha descubierto es verdad, se plantean escenarios posibles ante las acciones realizadas, o se cuestionan sobre el tiempo presente.
Un ejemplo está en cuando Winston y Julia están juntos y el recurso narrativo aparece para cuestionarse si esto acabará bien, desarrolla un montón de posibilidades y concluye (como siempre) que la única posibilidad es el peor escenario, ser asesinados y que no vaya más lejos la relación.
Estos elementos ayudan a plantear un escenario de dudas, el propio título es una hipótesis, pues ni siquiera sabe el personaje si realmente está en el año 1984, probablemente, no.
Quizá este recurso lo que busca es que nos interroguemos no sólo dentro, sino fuera del libro, si lo que vivimos día a día no está constituido de mitos. Dice una canción de Radiohead, inspirada en el texto, “Es muy tarde ahora, porque tu no estabas poniendo atención”. El libro nos dice esto, la gente no está poniendo atención y les han robado su pasado. Por eso la estructura de la narración se basa en suposiciones y negaciones constantes, porque se ve inmersa en una especie de hipernormalización. No prestan atención a lo que de verdad pasa y se dejan llevar por la vorágine de dudas.
En A brave new world (Un Mundo Feliz), el tratamiento narrativo para abordar la idea es algo diferente. El narrador entra en acción, pero este libro utiliza la técnica del diálogo, quizá para hacer más didáctico, ágil y atractivo el planteamiento de su mundo. Leemos muchas veces a personajes discutiendo ideas del mundo de ficción para ilustrarnos los puntos, hacernos conocer las sombras y las luces de esta sociedad, así como enseñarnos la filosofía detrás de la creación de esta ingeniería social.
Claro, el narrador sabe hacer sus interrupciones para aclarar o contraponer escenarios descriptivos con lo que se está hablando. Un ejemplo está en los desastres que se viven en la fábrica mientras un idealista da una cátedra a unos estudiantes de lo que han logrado con la manipulación genética y la creación artificial de seres humanos programados para determinadas cosas. Este planteamiento formal ya nos da a entender que el caos existe pese al discurso organizativo.
Otro recurso importante es la intertextualidad. Ésta no sólo le da título a la novela, sino que interpela un mundo de ideas estéticas y morales que se contraponen y desnudan a todos los personajes. El salvaje John es un personaje Quijotesco, enamorado de la obra de Shakespeare y cuya visión del mundo (lo bueno y lo malo) está directamente influenciada por las obras. En esta novela, Huxley hace lo mismo que Cervantes, contrapone dos visiones morales mediante mostrarnos lo que le acontece a un personaje fuera de época o alienado chocando con una realidad que se le contrapone. Aunque aquí no es tan cómico el resultado.
A Brave new world es una expresión de anhelo y curiosidad, así como Jack en el Extraño mundo de Jack con la canción ¿Qué es?. La propia novela así se nos presenta a los lectores, un mundo completamente extraño, una utopía como en esa cita de Shakespeare de la que está sacada el título de la novela, donde un personaje imagina un mundo hermoso y perfecto que desearía conocer.
Sin embargo, el salvaje va viviendo una serie de desencantos al sentir el choque cultural, no hay castidad, no hay familia, el padre lo desprecia a él y a su madre, no hay amor ni nada similar a Shakespeare y a las citas e interpretaciones que poco a poco se van desmoronando ¿Cómo se entiende el drama de Otelo si nadie es fiel? ¿No es graciosa y grotesca la relación de Romeo y Julieta para seres que no saben lo que es el amor? ¿Cómo va a pesar la disyuntiva de Hamlet si no existe un valor por la vida que se entrega por consenso a cierto tiempo ni hay una idea de paternidad ni justicia? ¿Cómo se entiende ‘to be or not to be’ si para ellos no hay decisiones cuyas posibilidades sean igual de catastróficas para una persona?
Los personajes varían. En 1984, es una historia de amor que sucede mientras se desmembra todo un aparato de gobierno. El amor resulta de unir a un hombre que se siente desencajado del mundo de opresión en el que vive (por eso escribe su diario, para tratar de encontrar un sentido) y a una mujer que se las ha arreglado con base en la hipocresía para hacer lo que ella quiere, ojo, no habla de una persona moralmente admirable, sino de una persona individualista que prefiere saciar sus apetitos y estar con su hombre ante todo.
En A brave new world (Un mundo feliz), también hay un personaje insatisfecho al estilo de Winston, Bernard, pero éste se lanza a la reserva salvaje y trae John al mundo, alguien con quien siente mayor afinidad, pero que muestra estar más alienado y raro que él. Como Julia en el otro texto, es alguien más exagerado, pero este sufre pues no puede ser hipócrita, está condenado a sentir con fuerza su mitomanía con Shakespeare. Lo cual tampoco lo hace un personaje moralmente admirable (como el Quijote mismo), pero que sí, con su paso, nos revelará una serie de inconsistencias en lo que una Utopía representaría en la vida real. Toda Utopía es una distopía disfrazada. Toda utopía requiere pagar un precio que quizá no queremos pagar.
Planteamiento argumentativo: 1984. La Historia y el lenguaje
La Historia está negada para los habitantes de Oceanía. Si controlas el pasado, controlas el futuro, si controlas el futuro, controlas el presente. La gente que no conoce su pasado está destinada a lo que le digan que debe hacer. No está condenada necesariamente a repetir el pasado, sino a la incapacidad para entender su presente y a ser manipulada. El estudio de la Historia, con sus matices y contextualizaciones, con su búsqueda por las fuentes que muchas veces pueden destruir mitos populares, suele cuestionar nacionalismos e ideales. Si se controla, puedes manipular los hechos para seguir narrativas cómodas, aterradoras para los ciudadanos o muy pasionales. Destruyen el tiempo, nadie sabe en qué momento viven, sólo viven.
Sin embargo, la reflexión de Winston es aterradora. Si el futuro cambia, el diario que escribo no le importará a la gente porque no lo sentirá cercano. Si el futuro continúa, lo que escribo no será de ayuda y será improbable o peligroso que lean algo así por la censura. La idea es aterradora, pues quiere decir que la gente nunca pondrá atención. En un futuro que ha cambiado, su diario sería un testimonio de alarma para “poner atención” cuando se vuelva a presentar un movimiento de lavado de cerebros. Ese valor no lo puede ver Winston, porque la gente está acostumbrada a “no poner atención”. Por algo cayeron ahí.
Un detalle a destacar es que el diario y el estilo narrativo estén dentro de una escritura altamente imaginativa de escenarios en un libro de ficción: la escritura de la imaginación, la posibilidad y los escenarios donde todo puede pasar. Quizá esta es la apuesta de George Orwell, la historia y el presente nos son ajenos en un día a día, pero la escritura de ficción es un espacio libre para hacernos esas preguntas sin poner prejuicios temporales (esto no lo vivo, no me relaciono) gracias a las técnicas narrativas que nos pueden hacer suspender las diferencias y ponernos en los contextos algo para hacerlo cercano. El escrito imaginario es el indicado para interrogarnos la realidad, parecería que es lo que termina redondeando a la obra de Orwell.
A esto se suma el lenguaje. El Newspeak es el habla del control mental. Es importante hacer notar que la palabra refiere al habla (de hecho, cuando escriben se llama Newspeak escrito). El habla cotidiana es quizá uno de los dominios del lenguaje más libres y, por lo tanto, más limitados en la mayoría de los casos (los hay donde el albur, los juegos de palabras y demás inventivas populares pondrían esto en cuestionamiento). Pero por lo general el habla es muy sintética, poco afortunada en su gramática, repetitiva, vaga e improvisada con una pobreza de vocabulario muy grande. Sin mencionar que muchos significados se van perdiendo con su uso. No van a ningún lado.
Esta pobreza lingüística original es tomada y convertida en un lenguaje construído específicamente para que los conceptos, la creatividad, y cualquier intento de encontrar ideas más profundas se quede fuera. En este idioma no hay antónimos, todo se construye con sufijos y prefijos y una sola palabra, para reducir el número de palabras posibles y no entrar en las complejidades de la sinonimia (no es lo mismo grande, enorme, gigantesco, titánico, altísimo). El objetivo es controlar los posibles pensamientos que contradigan al partido o que no estén a su favor.
En un apéndice sobre este lenguaje se dice que al negar también ciertas palabras, como libertad o felicidad, uno puede leer la Declaración de Independencia de Estados Unidos, y no podrá traducir ninguna idea o concepto sobre que el gobierno se instaura para velar por la igualdad de todos y su felicidad y, si no hace esto, se debe abolir. El hablante de Newspeak no entenderá casi ninguna palabra y lo dejará de lado.
Curioso, porque no fue sino hasta el análisis que, cuando leí el fragmento, me di cuenta de que ningún gobierno vela por esto. Es decir, el ejercicio lingüístico del apéndice me hizo darme cuenta del peso de los conceptos y las palabras.
En la lengua hablada perdemos el sentido de las palabras con facilidad, y divagamos en otras ideas. Curiosamente, no sólo la literatura nos presenta una opción para mirar todas las posibilidades y evidenciar las contradicciones del día a día, sino que también nos desfamiliariza el lenguaje para que las palabras vuelvan a recuperar sus sentidos conceptuales o se potencialicen de otras formas.
Pareciera que Orwell está haciendo el clásico de llevar agua a su molino, aunque tiene algo de cierto en que el día a día nos aleja de entender o “poner atención” a nuestras palabras, a nuestras ideas conceptos y significados que nos hacen cuestionarnos ¿Qué estoy haciendo? Un sentido idealista, pues la mayoría de las veces el que lee lo hace tan rápido y tan inmediato que no sé hasta qué punto logre todo esto.
Esto también podría cuestionarse, pues la literatura no lleva mucho siendo escrita y sí mucho siendo oral. No obstante, esa literatura oral igual buscaba jugar con el lenguaje, para que pudiera ser memorizada y sonara bien al decirse. No podemos perder el reencuentro con el lenguaje y su simplificación, porque implica que dejamos de prestarle atención a lo que pensamos.
Planteamiento argumentativo: A brave new world, el caos y el lenguaje
La escritura del código genético y la creación de la censura del arte, la ciencia y la religión son partes del control. Ayudar al hombre a cuidarse de él mismo y de sus imperfectos impulsos son los intereses de esta sociedad artificial. Lo interesante es notar qué implica censurar cada una de estas cuestiones durante la discusión que tienen el salvaje y uno de los arquitectos de este mundo. Cada censura cierra las posibilidades para que el mundo pragmático y acomodado que han creado confronte un caos de ideas que pudieran arriesgar la visión tan hermética que sus ciudadanos tienen.
- Censurar el arte es censurar el lenguaje que demuestra que el sujeto social y cultural es caos (dominado de pasiones, sueños, desde los más sublime hasta lo más aterrador).
- Censurar la ciencia es censurar el lenguaje que demuestra que la realidad es caos. Pueden entender cosas más allá del mundo que les proponen y verse expuestos a ideas incómodas o peligrosas que nieguen el estatus quo.
- Censurar la religión es negar la aceptación del caos. Los dioses son los organizadores del caos, pero en un nivel metafísico, fuera del individuo, el sujeto se despersonaliza y se admite en las manos de un destino más allá de su voluntad. Cada uno de las diferentes religiones y posibilidades interpretativas y emociones pueden generar un desajuste, y provocar que la gente busque una respuesta más allá.
- Censurar la soledad. La soledad es la negación del status quo. En la soledad hay demonios y el ocio saca lo peor de nosotros ¿O nos hace respirar y darnos cuenta de errores? ¿No llegamos enfermos y enloquecemos porque ya nos condicionaron a ello? La soledad nos da una puerta a encontrar otras salidas fuera de las que nos exigen tomar.
- Ser diferente es inadmisible, pero no lo reprimas como estado. El morbo, la gente siempre es la encargada de pulverizarse, de tratar de llevarte de regreso al rebaño.
La literatura y el lenguaje, nuevamente, son límites que contraponen y problematizan las realidades, el pasado y el lenguaje también se buscan controlar. Lo importante es que no salgan de donde están.
La reflexión de todo esto, de un salvaje que busca ese Brave new world, es la demostración de que la utopía, tal vez, sea posible, pero no nos tiene en cuenta a los que la soñamos, o el precio a pagar nos excede.
Una canción coreana, mi pareja perfecta (변진섭- 희망사항) habla sobre la mujer ideal de un hombre, al final la mujer le hace saber que ese ideal es muy alto y que ella sólo andaría con un hombre tan perfecto como ella, no con él. Mucha gente que desea esos mundos no se dan cuenta de que ellos no serían parte de esos mundos. Tal vez la reflexión más cruda de la novela es que nuestras ideas de una mejor sociedad no son tan lindas ni nos tendrían en cuenta para formar parte de ellas. Hay que pensarlas un poquito más.
¿Cuál es nuestra realidad?
Nuestra realidad no es una distopía, es una realidad. Hay que contextualizar cada una: hay países cuyas dictaduras se parecen más a 1984, y países que son potencia mundial que se parecen más a Brave New World (Un mundo feliz).
Mientras tanto, pareciera que México se parece más o a La rebelión de la granja (cada seis años estamos viendo en las elecciones cerdos que nos dicen que todos somos iguales y merecemos algo mejor, y cuando llegan al poder…), o a la reserva salvaje de A Brave New World (Un mundo feliz). Pues la reserva salvaje es religiosa, con mezclas de paganismo, con familias, con enfermedades, ruda, hablan español. Siento que Huxley estaba pensando en México cuando ideó este lugar, pero no quiero ponerme el saco.
Al final, no deja de ser literatura, un hipérbaton de cosas muy humanas, de ese caos en el que vivimos y cada libro responde a una inquietud del autor para con su sociedad. Pero como leer cualquier tipo de literatura, las novelas no son un reflejo de nuestra sociedad, pero a nivel abstracto tocan temas que aún resuenan en muchos contextos y nos ayudan a prestar un poco más de atención a nuestra cotidianidad.
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