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“Sin música, la vida sería un error” afirma el filósofo Nietzsche en una carta a Heinrich Köselitz, quien prefería el pseudónimo: Peter Gast. En la frase completa no sólo afirma que una vida así sería un error, sino también una fatiga y un exilio. Nietzsche, el melómano que idolatró a Wagner –porque en sus óperas alcanzaba el equilibrio entre lo dionisiaco y lo apolíneo–, compuso algunos himnos y piezas para piano. Sin embargo, Nietzsche, no es conocido como compositor, sino como filósofo, filólogo, esteta y melómano.
La necesidad de la música en la vida cotidiana no pertenece exclusivamente a los melómanos y entendidos, sino que es una experiencia universal. Aunque no se puede determinar un origen preciso del descubrimiento de la música, se puede considerar que el primer instrumento fue la voz y en ese sentido se pudo haber desarrollado a la par que el lenguaje. Esos primeros sonidos, provocados por el aire que pasaba a través de las cuerdas vocales dieron origen a los primeros armónicos. No todos somos capaces de producir sonidos musicales afinados –algunos sólo cantamos en la ducha o cuando nos aseguramos de que nadie nos escucha–, pero sí tenemos la capacidad para percibir la entonación, el ritmo y queramos o no nuestro cerebro reacciona al estímulo.
Conocemos el mundo a través de cinco sentidos y uno de ellos es el oído. Las vibraciones golpean el tímpano; el martillo, yunque y estribo amplifican las ondas sonoras y llegan hasta el oído interno donde se tornan impulsos eléctricos que van hacia el cerebro. Finalmente el cerebro los identifica como un sonido. Y lo que escuchamos puede interferir con nuestra química cerebral, sentimientos y psicología: una canción estimula nuestra memoria y así evocamos un recuerdo, una sensación o puede cambiarnos de humor. De ahí la importancia de poner atención a lo que escuchamos.
La música tiene la capacidad de alcanzar ciertas regiones psicológicas y del alma con mayor facilidad porque se trata de un lenguaje universal que nos habla al interior al tiempo que nos permite compartirlo con el mundo que nos rodea, con la vida. Por ejemplo: podemos sentirnos melancólicos al escuchar la voz de Jeff Buckley y Amy Winehouse, o la canción Tears in heaven que Eric Clapton compuso y canta por la muerte de su hijo. A veces ni siquiera importa la letra, porque el ritmo y la voz, tienen la capacidad de ponernos la piel de gallina. Esto no sucede únicamente con la tristeza y melancolía, sino con toda la gama de emociones que somos capaces de sentir. Así producimos dopamina y nos alegramos con Don´t stop me now de Queen o Color esperanza de Diego Torres; nos relajamos o asustamos con las voces graves de los cantos gregorianos; nos energizamos con la rapidez del goa y el psytrance; o incluso se nos hace un hueco en el estómago con Bad de David Guetta porque produce cierta ansiedad.
Dicen que en gustos se rompen géneros y es que la música no sólo tiene un efecto en nuestras emociones y psicología, sino en nuestra vida cotidiana, eso es lo que nos permite volverla referencial y apropiarnos de esa emoción e incluso identificarla y relacionarla con algún recuerdo. Escuchar a Bach me remite a una querida amiga y los días de la preparatoria; y cuando escucho a Queen recuerdo uno de los mejores días de mi vida con mi abuela, mi hermano y mi madre saltando en la cama con el concierto a todo volumen. Esas memorias irremplazables e intransferibles estarán grabadas en mi mente por siempre y me pertenecen al grado de que no puedo compartirlas, porque aunque describiera ese momento lo mejor posible, el otro, no tendrá la misma emoción; sino una diferente, una propia que también es intransferible.
En ésta ocasión conversé con Mercedes –quien participó en el concurso de La Voz y recientemente ha lanzado los sencillos Tiburones y ¿Qué hubiera sido?– sobre el canto, la música, la vida y la importancia de la introspección. Para Mercedes y Flores, la música es su vida. Melómana y cantante, sabe escuchar, producir armónicos e interpretarlos.
Muchas veces las aficiones y aptitudes musicales o artísticas se descubren a temprana edad y eso es lo que permite la práctica y perfeccionamiento. Un claro ejemplo es Mozart, de quien se cuenta que desde los seis años ya componía y era considerado un genio y virtuoso. En tu caso, Mer, ¿cómo descubriste este gusto y talento musical?
Es algo muy curioso y lindo porque el gusto por la música viene de familia. Mi mamá toca el piano y canta, su abuela era concertista de piano, mi abuelo tiene un oído muy afinado y toca varios instrumentos. Es lindo porque esta herencia musical nos une como familia.
Desde pequeños, mis hermanos y yo, estuvimos en Kindermusik, que es un concepto alemán para estimular el cerebro de los bebés y niños mediante la música además de aprender afinación. Desde que tengo memoria cantaba y bailaba y después en la escuela hicieron audiciones para el coro, fue mi turno y me pareció muy sencillo, natural y entré al coro de la escuela a los 9 años. Cantaba en el coro y también como solista y eso al principio no me gustaba mucho porque me ponía nerviosa, pero en retrospectiva fue algo muy bueno porque me dio tablas.
Después dejé el coro y como también me gusta bailar me metí de porrista. Tiempo después cuando empecé la carrera retomé el canto.
Vaya que heredaste el gusto y el talento musical. Entonces dejaste el coro y las clases de canto y las retomaste cuando empezaste la universidad. ¿Cómo fue el reencuentro?
Comencé a extrañar cantar y busqué una maestra de canto. Y ahí es cuando la historia familiar vuelve a entrelazarse. Mi mamá toca muy bien el piano y si hubiera querido podría haber sido pianista; la maestra de piano de mi mamá tiene una hija que es cantante de ópera y que ahora es mi maestra de canto. Entonces hay una relación entre madres e hijas que nos une en la enseñanza y aprendizaje. Es algo muy especial. Toda la vida había tenido en el corazón el deseo de cantar, pero no estaba lista, entonces durante la carrera también fue un tiempo de reflexión: ¿quiero cantar? ¿Me quiero dedicar a esto?
Fue un tiempo de mucha reflexión. Tienes una vena musical hereditaria muy fuerte, además de que cantar es tu pasión y ya tenías el deseo desde pequeña, pero no asististe al conservatorio, sino que estudiaste psicología, una rama que también es muy interesante, pero quisiera saber más sobre esta decisión.
Para mis papás era muy importante que estudiara una carrera que no fuera música. Me dijeron que hiciera lo que quisiera, pero que antes estudiara una carrera. Cómo si la música no fuera una carrera. Pero la psicología me gusta bastante. La verdad es que antes me costaba un poco la escuela, pero entrando a la facultad me gustó tanto que ya no me costaba ningún trabajo sentarme a estudiar. Además mi mamá también estudió psicología y está por terminar su maestría en psicoanálisis, entonces fue una decisión natural. Pero no creas que empecé la carrera y dejé la música; al mismo tiempo seguía con las clases de canto, porque mi corazón no me permitía dejarlo.
Cuando terminé la universidad empecé a trabajar y por la vida tuve que renunciar. Pero ya con la universidad terminada y el título en mano, se lo entregué a mis papás y les dije: “ahora sí, ya quiero hacer lo que más me gusta”. Y fue que empecé a dedicarme más a este sueño y pasaron cosas muy bonitas como La Voz y ya pronto lanzaré una canción original.
Aunque de hecho la psicología me ha ayudado a interpretar, porque puedo entender mejor el sentimiento del compositor para poder cantar la canción lo mejor posible. Por ejemplo, una canción triste se debe cantar tristemente porque eso es lo que debe transmitir, cierta melancolía; no se debería cantar una canción triste como si estuvieras contento porque es contradictorio.
Una canción propia, eso está muy bien, porque pasas de la interpretación a la composición. Hay cantantes que solamente interpretan y compositores que solamente componen, aunque en ambos debe haber una gran sensibilidad musical. Pero también hay veces en los que el cantante compone, pienso en Juan Gabriel, que hacía ambos, pero también algunas de sus canciones las interpretaba muy bien Rocío Durcal. O en el ejemplo de Sia, quien comenzó como compositora y que ahora compone y canta. Esta es una pregunta un poco difícil, ¿cómo comienzas a componer? ¿Qué es lo que te mueve o te lleva a escribir una canción? En pocas palabras: ¿qué te inspira?
Siendo sincera, antes no me había planteado componer porque me daba pena. Pensaba que yo estaba para interpretar y no para componer. Pero con la pandemia las vidas de todos cambiaron: el encierro nos lleva a pensar en todas las cosas que tenemos por decir y cada quien a su manera. El aislamiento me llevó a ser más introspectiva. Y comencé un reto, escribir la letra de una canción diaria, lo que fuera saliendo. Después conocí a una maestra de composición y he estado practicando: es un músculo que hay que ejercitar.
Lo que me inspira son mis vivencias, al ser algo tan personal es también lo más real que tengo para ofrecer. Claro que podría inspirarme en algo más, en algo externo, pero al ser algo tan mío es más puro y real. Y eso es incluso mejor para interpretarlo porque se puede transmitir mucho mejor.
Participaste en el concurso de La Voz y cuando te presentaron dijiste que querías mover a la gente que sintiera la interpretación. Esto me lleva a pensar en los conciertos de Queen y cómo la gente se volvía parte del espectáculo.
El intérprete debe sentir primero para que quien nos escucha pueda sentirlo. Como intérprete tienes el privilegio de poder cantarlo para que los demás puedan percibirlo. ¿Viste la película de Rocketman sobre Elton John? Te la recomiendo. Hay una escena en la que él levita mientras canta y todo el público está levitando junto con él. Sentir lo que cantas es crucial, porque si tú no lo sientes nadie lo va a sentir. Lo mismo sucede con la composición, que es tan tuya que la sientes más y es más real.

Claro, es que te conviertes en un medio que lleva a los que te escuchan a otra realidad o incluso a adentrarse en sí mismos.
Sí, somos medio. Somos puente. He descubierto que ayudas a la gente a dejarse sentir, eso es como ayudarlos a despertar. Estamos muy distraídos con otras cosas y apagados con el celular, y la música es un puente muy poderoso para volver a conectar con nosotros mismos y con el mundo. Y no sólo la música: el arte, la literatura. Como medio y puente tienes la responsabilidad de ayudar, y claro que a veces tú también estás perdido y apagado, pero justamente el arte y la música vuelve a despertar tu sensibilidad.
Ahora que mencionas lo del puente; la primera vez que te escuché cantar fue la canción Tocaré el borde de tu manto, que está basada en la historia de la hemorroísa que queda sanada al tocar el manto de Jesús. Y me conmovió muchísimo. De hecho cuando pienso en esa canción la recuerdo con tu voz. La tradición le atribuye a San Agustín una frase muy conocida: “cantar es orar dos veces” y que se relaciona con el salmo 73, porque quien canta lo hace con el corazón y ama a quien le canta. ¿Qué significa para ti cantar en la iglesia canciones religiosas?
Siento que cantar para la iglesia es algo personal: cuando canto estoy rezando. Creo que te santificas en el trabajo, entonces al cantar, no solamente canciones religiosas me estoy santificando porque Dios está en mi vida. Cuando cantas una canción religiosa es una experiencia más celestial, pero al cantar música popular es algo muy humano, es lo que me regresa a mi propia humanidad.
Hay una canción que me gusta mucho que se llama Oceans que es de cuando Pedro está en la barca y Jesús le dice que vaya a él sin miedo; entonces antes de salir a cantar, escuchaba está canción para sentir a Dios al lado mío para vencer los nervios.
La voz es un instrumento muy privado porque a diferencia de un violín o un piano que son instrumentos tocados por un sujeto; en el caso de la voz, eres sujeto e instrumento a la vez. ¿Qué significa para ti cantar y cuáles son sus implicaciones?
Cantar es un proceso en el que hay que conectar con nuestro interior, sea bueno o malo, pero eres tú, y eso comienza desde la respiración. Para interpretar tenemos que confrontarnos a nosotros mismos porque te estás mostrando como eres y eso es difícil. Además de que es un ejercicio catártico y terapéutico. Por ejemplo: los armónicos, que son notas dentro de una nota, que muchas veces el oído no puede percibir. Pero entre más trabajes con la respiración puedes generar más sonidos. Recientemente lo he entendido. Dependiendo de dónde se coloca el aire se genera un sonido diferente y según cómo nos relacionemos con el entorno (inhalar) podemos relacionarnos con nosotros mismos (exhalar) y así se produce la respiración. Lo tienes que entender primero para poder sacarlo y transmitirlo.

Lo que más te gusta es la música pop, pero ¿qué es lo que más disfrutas cantar?
Sinceramente depende de cómo me siento. Hay días en los que quiero probar mi capacidad vocal y ver hasta dónde llega. Lo que más me gusta son las baladas y creo que es lo que se me da más fácil. Las canciones más rítmicas me gustan porque me gusta bailar, pero son más difíciles. Las baladas me salen más naturales porque puedo conectar más fácil conmigo misma y así lo transmito mejor.
Aunque existan parecidos entre las voces, siempre hay algún tono que la hace diferente. Quizá a excepción de los imitadores que realmente buscan producir un sonido lo más similar a quien se está imitando, el resto puede tener ciertas semejanzas sin llegar a ser completamente iguales. Por ejemplo cuando Amaia Montero dejó La oreja de van Gogh, se buscó una voz muy semejante y entró Leire Martínez, quizá porque una voz más grave o completamente diferente cambiaría el estilo del grupo. En ese sentido quisiera preguntar a quién admiras particularmente, ¿quién o qué voz te parece especialmente inspiradora? ¿A quién consideras tu mentor?
Mi mamá es mi primera mentora, ella fue quien primero me enseñó a cantar; también mi maestra de canto, Merishe, que me ha acompañado por mucho tiempo. Crecí escuchando música pop, pero también hay una voz que descubrí a los 9 años, recuerdo la primera vez que la escuché, dónde estaba e incluso lo que sentí, porque me pareció una voz muy bonita, no podía creer que alguien pudiera cantar así: Céline Dion. Ella fue mi primera inspiración y la canción My heart will go on, la del Titanic, fue un parteaguas en mi vida.
Aprovechando que mencionas de nuevo a tu mamá, ¿podrías hablarme un poco más del disco Somos familia? Que es un disco que grabaste con tus padres y hermanos.
Ese disco representa muchas cosas para nosotros, porque la música nos une como familia. Para mi significó un agradecimiento a mi mamá por lo que hizo ella por inculcarnos el amor a la música. Ella nos enseñó a apreciarla y a cantar.

Cambiando un poco el tema. ¿Cómo ves la situación de la industria musical en México?
Lo que he observado es que está el gremio de los músicos independientes que son muy talentosos, pero que seguimos intentándolo. Porque el talento no es suficiente. Y luego están los músicos ya reconocidos. De lo que me he dado cuenta es de que la industria musical es un mundo muy pequeño, en algún punto nos conocemos.
Sabes, hay algo que noté con los que hacen música urbana, reguetón, crecieron mucho porque se apoyan entre ellos: hacen colaboraciones y entonces sus públicos crecen juntos. Entre ellos se ayudan incluso al producir canciones y así fue como la industria de la música urbana creció tanto, imagínate que Bad Bunny puede llenar dos Estadios Azteca y es su primera presentación en México. Pero en la industria de la música pop no hay tanto apoyo. Alguna vez escuché en una entrevista que los chicos de Reik, cuando estaban empezando, llegaban con artistas a enseñarles sus canciones o a pedirles abrir un concierto y que sólo les decían “ya llegará tu momento”, pero cuando llegaron con los de urbano enseguida aceptaron. Creo que hace falta aprender a compartir, a luchar con los egos y comprender que es mejor crecer juntos.
Para finalizar, vivimos en una sociedad en la que el éxito social y económico es muy importante y por lo regular nos movemos alrededor de ciertos estereotipos que muchas veces determinan lo que vamos a estudiar o el trabajo que vamos a desempeñar. Sin embargo, no siempre el dinero influye en nuestras decisiones. De otro modo las humanidades y las artes hubieran desaparecido hace algún tiempo. Sin considerar las posibilidades de fama, éxito, dinero y poder quisiera saber ¿qué consejo le darías a los chicos que quieren dedicarse a la música, arte, literatura o carreras poco convencionales que no son bien remuneradas?
Creo que les diría que el miedo es parte de la vida. No quieras no sentir miedo, porque somos humanos, sino que abraza ese miedo, sal, y a ver qué tal nos va. El principal motor de que las cosas no sucedan es el miedo a que nos digan que no, a que las cosas no sucedan, a no ser lo suficientemente buenos, a no ser remunerados. Mi consejo es tener un acompañamiento terapéutico para lidiar con esos miedos. Pero sobre todo hacer las cosas y buscar, no esperar a que te lleguen las oportunidades, sino intentarlo hasta que te digan que sí. También la disciplina es crucial: trabaja tu arte, porque entre más lo hagas tendrás más herramientas para poder ser lo que quieres ser. La disciplina es lo más importante, porque el talento no basta, y las probabilidades aumentan mientras más trabajamos en ellas. Y estar abierto siempre, porque incluso cuando estás hasta arriba, habrá algo nuevo por aprender. En pocas palabras acepta el miedo, se disciplinado y sal a buscar las oportunidades.
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