El dinero no lo es todo en la vida, pero es bastante. No hay que permitir que las películas de romance barato nos convenzan de otra cosa. Sin dinero no es posible huir a las montañas con el amado, o dejar familia, estudios y carrera para ir en pos de la pasión. El amor no paga las cuentas. Sin dinero, en fin, no se puede construir un proyecto de vida con libertad. Quienes no piensan nunca en el dinero están condenados a ser sus esclavos para siempre (sin contar a los herederos que tenían la vida resuelta desde antes de nacer, claro está).

También es un error pensar demasiado en él. Son igualmente esclavos los que lo ponen al último como los que lo ponen al centro. Hay quienes ya no saben hacer otra cosa que acumular oro en la bóveda, juntando cosas brillantes como urracas, sin saber para qué lo quieren, lanzándose como desquiciados por más y más y más y mucho más. Los archimegamultisupermillonarios en realidad ya no pueden ser más ricos de lo que son, por mucho que acumulen. Aumentan los ceros a la derecha del valor de sus acciones, sus propiedades, sus inversiones y su dinero en el banco, pero la riqueza real tiene un tope. No hay mucha diferencia entre el que puede comprar una isla privada y el que puede comprar cien, pues ambos pueden habitar solo una al mismo tiempo.
Nada de lo mencionado en el párrafo anterior quiere implicar en modo alguno que ser rico es inmoral. Es un asunto más bien de salud mental. La obsesión por el dinero no es sana. Daña la cabeza y la vida de la víctima y de paso la de todos sus allegados, como cualquier otra adicción. La clave para no contraer esa enfermedad degenerativa conocida como avaricia es deshacerse del excedente monetario de que uno disponga. Dicho de otro modo, regalar lo que sobre. Se puede hacer de muchas y muy variadas maneras, desde una simple donación hasta la construcción de proyectos de desarrollo social. Lo importante es recordar continuamente que somos nosotros los dueños del dinero y no al revés.
Tampoco es cierto que para ganar dinero sea necesario partirse la espalda y que cualquier centavo que no costó sangre es en automático dinero sucio. Cierto es que el sudor y la plata suelen estar relacionados, pero no están intrínsecamente unidos. Lo natural, lo sano, lo ideal, es comenzar trabajando mucho y ganando poco, para terminar ganando mucho y trabajando poco. Formarse en la juventud para que en la madurez se vean los frutos.
Para esto es importante nunca dejar de aprender, mejorando continuamente nuestras habilidades en todos los ámbitos posibles. Nótese que esto no excluye la especialización. Un contador fiscal, por ejemplo, puede crecer eternamente en sabiduría en su ámbito específico, siempre aprendiendo nuevos conceptos, manteniéndose al día en materia de regulación, conociendo otros métodos de hacer lo mismo de forma más sencilla, descubriendo nuevas tecnologías que facilitan su trabajo y le permiten reducir el error humano. En otras palabras, se trata de siempre buscar crecer.
Sin embargo es importante que nuestra vida no se limite al perfeccionamiento y crecimiento profesional, cerrando nuestros ojos a todas las demás dimensiones de nuestra existencia. Es muy común y humano confundir una cartera llena con el éxito. Los ingresos, si bien son un componente del éxito, no definen por sí solos qué tan bien o mal estás llevando tu vida.
Pareciera entonces que a fin de cuentas estamos afirmando que el dinero no importa, pero no es así. El dinero es un catalizador de crecimiento para todas las dimensiones del ser humano. Si bien es cierto que el dinero no compra la felicidad, tampoco estorba. Pongamos por ejemplo a una joven universitaria que quiere irse de intercambio al extranjero. Es una experiencia que sería enriquecedora en todos los sentidos. Conocer otra cultura, otro idioma, ver otros paisajes, respirar otro aire, convivir con gente distinta, todo eso sería increíblemente provechoso. Pero es una experiencia que cuesta dinero. Si nuestra joven dispone de él, no solamente no será un problema, sino que ni siquiera pensará en ello. Si por el otro lado (y que sería más normal) se encuentra en una situación financiera complicada, será mucho más difícil para ella concretar el proyecto, y en caso de lograrlo, habrá gastado una considerable cantidad de tiempo y espacio mental para pensar en dinero y conseguir el suficiente.
Un último comentario: Si bien perfeccionarnos profesionalmente es algo bueno y deseable, me parece equivocado pretender que todos tus ingresos provengan del trabajo profesional. Vivir en esta época y no aprovechar todos los recursos que existen para obtener alguna fuente de ingreso extra es no solamente desaprovechar una oportunidad, es irresponsable. Existen todo tipo de plataformas en las que crear o enseñar algo puede ser redituable. Si tienes cualquier habilidad que valga la pena compartir, hazlo, y asegúrate de que te paguen por ello.
En conclusión, tener dinero es bueno y necesario, siempre y cuando sea visto siempre como herramienta y no como fin. Se puede ser incluso multimillonario sin ningún problema, siempre y cuando el amo siga siendo uno. Es una cosa muy triste servir a un objeto inanimado y ficticio, real solamente en la mente de los humanos.
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