Por Ordisi Andrés Vázquez Vences
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Me llegó el turno. Estaba en el muelle. En el tapete de salida. Me clavé en el mar — dulce emoción ¡es fantástico! Es una sensación de volar, deslizarte en el agua. Los nervios desaparecen, empiezas a nadar…
Andrés Vázquez
Cuando te dicen que un Ironman no es cosa fácil, tienen toda la razón; implica muchos aspectos: tiempo, esfuerzo, dinero, dolor, ausencias con la familia, con amigos, desmañanadas, más dinero…Te dicen que es “un estilo de vida” y hasta ahora, después de la experiencia, le doy el peso que realmente tiene la frase: necesitas tener mucho amor al deporte y sobre todo mucha convicción para desarrollar la disciplina y el compromiso que la preparación para una prueba así requiere.

¿Recomiendo hacer un Ironman? ¡sin duda! Es de las mejores experiencias que puedes tener en la vida. En lo personal, es la mejor experiencia de mi vida deportiva; es todo un reto y al culminarlo de verdad sientes que puedes hacer todo lo que te propongas, que rompiste una especie de límite del cuerpo y sobre todo de la mente.
La decisión
Empecé a pensar en hacer el Ironman alrededor de enero del 2021. Nos encontrábamos saliendo de lo más fuerte de la pandemia y tenía la sensación de querer regresar al deporte, aunque nunca lo dejé del todo, sí ya no lo practicaba como en mi juventud. Mi cuerpo tenía esa memoria, me pedía regresar a esos niveles de exigencia. Mi esposa me llamaba “gordo”, y hasta cierto punto lo estaba, tomando como referencia “los años mozos” de cuando me conoció.
Me decidí entonces a retomar el entrenamiento para el triatlón, pero… no lo haría como solía hacerlo, quería algo especial; durante algún tiempo allá por el 2014 cuando iniciaba en el mundo del triatlón me pasó por la cabeza la idea de hacer un Ironman, pero sabía que no tendría la forma de hacerlo, acababa de nacer nuestro segundo hijo, empezaba un emprendimiento, no tenía ni tiempo y mucho menos el recurso para poder hacerlo. En enero del 2021 la situación era diferente, pensé que tenía las condiciones para un proyecto así de ambicioso y a partir de ese momento mi meta fue completar un Ironman.
El plan
Lo primero era volver al entrenamiento: nadar, bici, correr, cardio, gimnasio. No importaba que hiciera bici de montaña, que corriera por las tortillas, que nadara en la playa; lo importante era empezar a retomar el deporte. Me inscribí a todas las competencias que pude: natación, medio maratón en Temoaya, carrera de mountainbike en Donato Guerra, acuatlón y algunas más.
Por otro lado también me tenía que empapar de información al respecto, necesitaría todos los consejos posibles. Empecé a seguir entrenadores de triatlón, páginas que hablaran de largas distancias, maratones y demás. Compré un libro (TU PRIMER IRONMAN: Más allá de tu plan de entrenamiento, de Marcos Duato).
Ya con algo de información y sabiendo un poco más qué me esperaba, tenía que empezar a realizar mi planeación. Mi estrategia fue realizar dos Ironman 70.3 (Los cabos 2021, Acapulco 2022), el Maratón CDMX 2022 y el Ironman Cozumel 2022. ¿Presupuesto? ¡claro! un pequeño gran detalle.
Como ya antes había hecho algún triatlón pensaba que ya tenía el equipo “básico”: trisuit, bici de ruta, casco y las zapatillas. Poco a poco caí en la cuenta de las cosas que me faltaban para de verdad tener un equipo básico: la mayor inversión es la bici, para estas distancias es altamente recomendable una de contrareloj. Es una distancia larga y entre menos esfuerzo requieras es mejor; computadora de bici; maleta de viaje para bici; herramienta portátil; tenis de carrera. Y a esto se suma equipo no imprescindible pero importante: lentes de sol reloj o pulsera para medir entrenamientos y sobre todo el costo de las competencias (no son nada baratas), así como presupuesto para los viajes.

Proponerte además del objetivo final cada vez una meta intermedia más alta es importante. En mi caso me ayuda a minimizar los nervios y saber que es parte del proceso del camino a seguir. Por eso, además del objetivo final, me concentré paulatinamente en cada uno de los pasos: entrenar para los medio Ironman y el maratón eran pasos previos para la meta final. Y meses antes del triatlón en Cozumel la meta previa era lograr ciertos tiempos en cada fase de la competencia.
Por más que tengas definido tu plan siempre salen imprevistos: entrenamientos que por alguna razón no pudiste hacer, trabajo. En enero del 2022 tuve una caída en bici en el Autódromo de la CDMX, faltaban 3 meses para mi primer Ironman 70.3. La caída fue algo aparatosa y me dejó sin poder entrenar por casi un mes. La recuperación fue larga, pero no me desesperé; lo tomé como otro de los obstáculos a superar.
Otra parte importante de la preparación es poder compaginar los horarios de entrenamiento con el trabajo. Tienes que hacer tiempo en donde no hay para tratar de cumplir con el programa de entrenamientos. Como viajo mucho, tuve que adaptarme. Si iba hacia playa nadaba y corrí; la bici la tuve que convertir en parte de mi equipaje. Y no solo eso, a mis compañeros les movía sus horarios para poder entrenar, e incluso algunas veces fungían de “escoltas” en mis trayectos de bici.
Mi primer Ironman 70.3 en Acapulco
Mi plan original tuvo que cambiar porque el Ironman 70.3 de los Cabos se canceló por la pandemia; pero no cambie el objetivo, pensé que lo importante era seguir con el entrenamiento, entonces mi primer 70.3 sería en Acapulco.
Me sentía preparado para el primer 70.3 en Acapulco, que era parte del proceso y no la meta final, que podía hacer la distancia sin problema. Un mes antes de la competencia en Acapulco mi buen amigo Memo me acompañó a la costa. Hicimos un triatlón olímpico para experimentar el efecto del calor y la humedad. Aprendí que son buenos los carbohidratos pero no el exceso de lácteos. Una abundante pasta Alfredo fue mi cena antes del triatlón con Memo ¡y lo terminé pagando en la carrera! Pero al final la experiencia suma. Algo así no me volvería a pasar en el 70.3 o peor aún en Cozumel.

En Acapulco mi competencia en general fue buena. Dada la cercanía con Toluca, pude invitar a mis papás, saber que estaban ahí durante la competencia fue gratificante. Estaba además preparado mentalmente: como en otras ocasiones desde el día anterior me encontraba enfocado en la competencia; hice la prueba en mi mente varias veces; revisé todo lo que necesitaba: trisuit, gorra, googles, calcetines, zapatillas de ciclismo, casco, lentes, bici, mochila con herramienta de emergencia, computadora de bici, tenis para correr, visera, vaselina, bloqueador, hidratación (dos ánforas) y geles (4 ¡gran error!). La cena preparada por mi esposa fue de abundantes carbohidratos y nada que me pudiera indigestar.
El día de la competencia mi esposa me llevó a la transición T1. Estaba nervioso antes de la salida pero encauzados hacia la meta de la jornada. Primer error, colocar mi tiempo real en la natación: salí demasiado tarde, veía la fila de 1000 atletas enfrente de mí. Cruzó por mi mente: “¿seré tan malo en la natación?”. Considerando que mi primer deporte del triatlón fue la natación, y que si bien no era nadador de largas distancias, mi desempeño no había sido malo en competencias de natación, al final yo era un nadador que se metió al triatlón.
Me llegó el turno. Estaba en el muelle. En el tapete de salida. Me clavé en el mar — dulce emoción, ¡es fantástico! Es una sensación de volar, deslizarte en el agua. Los nervios desaparecen, empiezas a nadar… muchos competidores enfrente, empezaba a pasarlos, de repente se formaban grupos, se complica el rebase.
Rebasar, incluso en aguas abiertas, no es como en ciclismo o atletismo, se requiere de mayor esfuerzo. La paciencia no es lo mío. Pasaba nadadores pero me frustraba el esfuerzo adicional que estaba realizando y la situación llegó a causarme molestia; ya no era tan amable en los rebases.
Terminé la natación. No me fue mal, pero no tenía un tiempo previo de referencia para compararme. Corrí hacia la bici. Me esperaban los 90 kilómetros. Sabía de los puntos de abastecimiento y tenía que comer 3 geles en el resto del trayecto. El plan era: 1 entre el kilómetro 10 y 20, otro entre el 35 al 50 y el último durante el ciclismo entre el kilómetro 75 y el 90.
Empecé con la etapa de ciclismo; venía pedaleando y pasando atletas, me sentí motivado. Veía el velocímetro y estaba 3 kilómetros por arriba de lo esperado. La emoción me gana. Pasan los kilómetros y por ahí del km 80 el cansancio en las piernas se siente. Empiezo a bajar la velocidad pero sin preocuparme, de cualquier forma estaba por arriba de lo esperado. Así llego a la transición. Tomo mis cosas para la carrera. En ese momento me percato de que solo comí un gel de los tres que tenía previsto, pero me aferro a la idea que no pasaba nada, me sentía bien, así que tomo un gel para el camino.
Empiezo a correr. El calor es agotador y sofocante. Recordé el triatlón olímpico que había hecho un mes antes, pero esa carrera se realizó por la costera, la sombra de las palmeras era oxígeno. En este caso no había absolutamente nada de sombra. Con las piernas cansadas pero corriendo al ritmo presupuestado.

Los primeros 10 km y primer vuelta normales. Paso por donde están mis papás, mis hijos y mi esposa. Los gritos me alientan pero siento que bajo mucho el ritmo. Sigo sin antojo del tomar el gel que llevaba para el camino. Veo el reloj y por el buen tiempo en el ciclismo la meta de hacer todo el triatlón por debajo de las 5 horas y media está al alcance. Me queda un poco más de una hora y solo 10 km restantes, pero mi impresión en ese momento estaba muy alejada de lo que me iba a pasar:
La energía se me empezó a agotar. Me sentí extremadamente débil en el km 13. Mi ritmo ya estaba muy arriba de lo planeado. Estaba trotando y yo sentía que caminaba. Me encuentro con un abastecimiento y lo que nunca se me antoja, una Pepsi, me supo deliciosa.
Sigo con los últimos kilómetros pero es fatídico. Me siento débil. Llega el punto que camino. No me gustó nada la idea pero realmente no podía continuar corriendo. Llego a la meta más por orgullo que por fuerza. Efectivamente mi tiempo en la carrera extremadamente malo. Termino con el reloj en 5 horas 47 minutos. 17 minutos por arriba de mi meta.
Al terminar la carrera y considerando lo que la sufrí, por mi mente cruzó la idea de que si así de trabajo me había costado Acapulco, definitivamente no iba a lograr hacer el doble de distancia en Cozumel. Al final cumplí con este paso, si bien no como lo hubiese querido, sí me daba la oportunidad de mejorar y evaluar las deficiencias para llegar a la meta final.
Trievo
La experiencia de Acapulco no quería pensar tener en mente lo difícil que me fue terminar el medio, sentía que psicológicamente me iba afectar para Cozumel,
Algunos días después de la competencia de Acapulco, se definió la fecha del triatlón de San Gil 113 k, que realmente es lo mismo que un Ironman 70.3, pero no se pueden llamar de esa forma por los derechos de la marca. Pensé que sería buena idea hacer San Gil y corregir los errores de Acapulco.
No podía hacerlo solo, al menos no sin enfrentar mayores obstáculos. Las referencias en mi búsqueda de información coincidían en lo importante que era contar con un entrenador, hasta antes Acapulco pensaba que no necesitaba uno, pero después de la experiencia mi opinión cambió por completo.

Durante la etapa de ciclismo en Acapulco un atleta en especial que venía en primero durante mi primera vuelta captó mi atención, al ver los resultados me enteré de su nombre: Cuauhtli Rivera. Ya había escuchado de él, gran triatleta de Toluca, quizá el mejor; ganador de su categoría en el triatlón de Acapulco.
Con eso calificó nada menos que al mundial de San George, Utah. Cuauhtli ya contaba con toda mi admiración. Mi amigo Alex en alguna época entreno con él y me dijo: “que si buscaba que me consintieran no era la opción, pero que si quería sufrir con buenos entrenes él era el adecuado”, conociendo a Alex sabía que era buena referencia al respecto. Me acerqué a Cuauhtli y a su equipo de TRIEVO, le platiqué de mi meta y los pasos que tenía pensado a seguir y así comenzó la etapa con entrenador y con un equipo de triatlón.
En mi época de estudiante en el Tecnológico de Toluca pertenecía al equipo de natación y eso me permitió conocer grandes amigos, la parte de sentir la hermandad y apoyo de tus compañeros fue algo que añoraba: Trievo fue indispensable, me permitió saber mejor lo que me esperaba, estar mejor preparado, sentir el apoyo de los compañeros de equipo e inclusive hacer nuevos amigos.

Empecé a entrenar con Cuauhtli en junio, me quedaba un mes para San Gil. No me preocupaba la distancia ni que me hiciera falta preparación física; pero sí creía que los pequeños detalles podrían hacer la diferencia; platicando con Cuau y cuando él evaluó mi rendimiento, caímos en la cuenta de que el problema en Acapulco había sido la alimentación.
Cuau conoce infinidad de circuitos y competencias. Para San Gil me comentó que en la parte del ciclismo hay una dura pendiente y que era indispensable prepararse para ella. Alguna ocasión salimos los dos y realizamos una ruta con condiciones similares a las que me enfrentaría. Para Cozumel realizamos rutas e la bici con fuerte viento en contra.
Un pequeño detalle: una lesión no me dejaba correr adecuadamente. Después de Acapulco empecé a correr más para mejorar esa parte que consideraba mi mayor debilidad. En mi época de estudiante, cuando tenía algún dolor, únicamente bajaba la intensidad del entrenamiento por unos días y dejaba de sentir el dolor; en esta ocasión no sucedió así. Cuau me recomendó entonces un fisioterapeuta en Kinesiomedic, que casualmente resultó ser mi amigo Diego de natación. Acudí a una terapia y sorprendentemente dos días después estaba corriendo. De haber sabido, hubiera ido a consulta tres semanas antes y evitado así perder tantos días de entrenamiento de carrera. Todo la preparación con Cuau me agradó y ayudó bastante; en cada parte del proceso él conocía y tenía las respuestas para estar mejor preparado. Yo sentía como mi rendimiento mejoraba con los entrenamientos. Las rutinas de Cuau estaban muy bien estructuradas. ¡Pienso seguir el resto de mi vida de triatleta con Trievo!
San Gil 113 k
El evento en general me gustó, la cercanía del lugar lo hace muy accesible. Mis hijos harían el acuatlón kids, por lo que viajamos desde el viernes ya que ellos competían el sábado. Recogimos los paquetes de los tres, estaba más nervioso por ellos que por mí. El día de su competencia estaba muy emocionado los vi dando su mejor esfuerzo y eso me motivo y al mismo tiempo me comprometió a un buen desempeño en mi prueba.

El día de mi competencia desayuné lo habitual y me llevaron al club mi esposa e hijos. La salida fue relativamente ágil y no tardaron tanto. En la natación no me pasaría lo de Acapulco, yo tendría que salir entre los primeros 100, así que estaba lo más enfrente que podía del grupo. Algo de nervios pero menos que en Acapulco: ya conocía la prueba y venía a resarcir errores. Entro al lago. Empiezo a nadar. Salgo con muchos competidores. Algunos pequeños golpes. Una patada en la cara me tira los googles. No me preocupo mucho solo me los pongo
nuevamente y sigo, pero ya venía algo desconcentrado tanto que mis manos empiezan a tocar el fondo… mi trayectoria no era la mejor porque me acerqué mucho a la orilla. Trato de concentrarme en seguir lo más lineal hacía las boyas, sigo nadando, el tiempo se me hace mucho, me preocupa que hiciera un mal tiempo, veo el final de la etapa de natación y me apresuro. Al salir del agua escucho los gritos de mi esposa, veo mi reloj y realmente no fue mal tiempo; hice el mismo tiempo que en Acapulco con todo y mis malas trayectorias.
Me apresuro a correr a la T1 que en este triatlón en particular también es la T2. Recuerdo que ,eme pareció una distancia larga, unos 500 metros para llegar a mi bici. Tomo mis cosas y corro hacia el área de montaje.
Compré una mochila para la bici y así poder llevar comida y geles. Un día antes la llené con chocolate, galletas, geles, cacahuates con nueces. La prioridad era cuidar mi alimentación.
Me subí a la bici y lo primero que hice fue comer un gel. Empecé a pedalear y en los primeros kilómetros tomé agua y más comida. El clima ayudaba, estaba fresco. Mi velocidad no de lo mejor, pero no quería desgastarme tan pronto. En el regreso de la ruta en bici me percaté de que había una ligera pendiente que quedaba de subida en la ida, así que justificaba la velocidad a la que iba.
Estaba trabajando sobre sensaciones. Todo el trayecto sin contratiempos me mantuve comiendo y bien hidratado. Agarro la desviación en donde empezaba la subida, un poco preocupado por no conocerla pero con lo que me decía mi entrenador estaba preparado. Venía con un par de triatletas que traían buen ritmo pero en la subida se empezaron a quedar. Eso me motiva, más en la parte que sigo pasando competidores.

Llego al final de la cima. No se me dificultó, hasta lo disfruté por la emoción de venir adelantando atletas. Empieza la bajada y no desistí con el pedaleo. Me sentía bien así que no lo veía necesario. La emoción sigue pues sigo pasando competidores con facilidad. Llego a la transición, veo mi reloj y sorprendentemente hice menor tiempo que en Acapulco, siendo que esta ruta era más demandante. Me siento más animado, pero recuerdo que mi mayor problema es la carrera así que no me ilusiono del todo.
Tomo mis cosas para el medio maratón y empiezo la carrera con buenos ánimos. El clima bastante agradable, con algo de calor pero muy tolerable. En mi primer kilómetro veo el reloj y el tiempo esperado con buen ritmo; ahora solo faltaba mantener ese ritmo por los 20 kilómetros restantes.
En el kilómetro 2 el primer abastecimiento. Tomo agua para seguir con el plan de estar bien hidratado, pero en esta ocasión tomo mucha y muy rápido, lo que provoca que me dé el famoso dolor de caballo. Ese dolor provoca que los dos siguientes kilómetros suba mi tiempo.
Comienzo a preocuparme, pero pensando en que se pasará el dolor. Por el kilómetro 5 me encuentro una niña del club con naranjas (en este triatlón está permitido la ayuda de los colonos del club) En mi mente pienso que si mastico, el dolor se quitaría. Le tomo una naranja y empiezo a masticar más que a comer. El dolor se desvanece y empiezo a correr nuevamente al ritmo esperado.
En los abastecimientos ya no tomo agua, pero sí hielo. Eso me ayuda a mantenerme hidratado y a no sentir nuevamente el dolor. Sigo así hasta terminar mi primera vuelta de 10.5 km.
Me siento muy bien con buen ritmo, pero sigo pensando en lo de Acapulco. El mayor problema fueron los últimos 10 km. En el km 12 veo mi reloj. Traigo buen tiempo y me sigo sintiendo bien. Pienso que ya lo logré, que me puedo mantener así el resto de la carrera. Llego de nuevo al lugar donde estaba la niña y le agradezco por la naranja, “¡me salvó la vida! le digo. Ella sonríe.
Sigo corriendo y me encuentro con un competidor que me pregunta de la ruta y cuánto le faltaba. Él iba en la primera vuelta. Le explico la ruta y me dice que me ve muy fresco para estar a 6 km de terminar. Me alegraron y motivaron sus palabras. Por el km 18 ya empiezo a sentirme un tanto cansado, pero sé que estoy a nada así que no me permito bajar mi ritmo. Llego al km 20 y ahora sí me digo “ya lo hiciste, siéntete libre de aumentar el ritmo a lo que puedas”.
Hice mucho menos tiempo de lo planeado. Llego a la entrada de la meta y a un lado mis hijos y mi esposa. Mis hijos corren a mi lado. En este triatlón está permitido entrar con ellos, eso aumenta mi alegría.

Veo mi reloj, no podría estar más satisfecho: un gran tiempo de 5 horas 15 minutos. Y lo mejor la sensación de terminar bien físicamente, una muy buena competencia concluyo. Al ver la clasificación había quedado en el lugar 10 de mi categoría, nada mal.
Meses previos a la gran prueba
A veces la fiesta y el desestréss es necesario, pero definitivamente esta peleado con la preparación de un Ironman, recuerdo muy bien en una ocasión que se me pasaron las copas un viernes y el sábado me tocaba rodar 120 k. Solo dormí un par de horas y cuando empecé mi entrenamiento todavía me sentía mareado, me decía a mí mismo “recuerdas cuando ibas a nadar en vivo, tranquilo en un rato se pasa”…
CONTINUARÁ…

🥹🥹woow 🫶🏽, sin duda alguna para muchos que estamos en el ambiente deportivo, una competencia es un logro personal, pero un Ironman si es una ambición grande, tienes que empezar a tener un cambio en la rutina por los entrenamientos, las desveladas, la alimentación, sacrificios sociales, familiares y sobre todo tener la solvencia económica que esto conlleva. Muchas personas creerán que esto es muy sencillo, pero la realidad de las cosas no es así, la constancia es una clave y tener en mente el objetivo, no dudo ni tantito que tuvo momentos difíciles como, desveladas por el trabajo, o simplemente el no querer ir a entrenar o quedarse más co su familia, pero la determinación de realizar esta prueba y estar en condición, siempre estuvo en mente. Con dos palabras puedo decir que es ADMIRABLE e INSPIRADOR.