El mono y la navaja

El mono y la navaja

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El 2023 es un año electoral en Argentina. Eso significa que todo el país entra en un indescifrable suspenso que se cierne sobre todas las cosas. El destino general de todo un pueblo, su proyección política y social, como así también todos sus planes personales, sus cálculos financieros, sus decisiones a largo, corto e inmediato plazo, sus conversaciones cotidianas, sus ánimos diarios, hasta el interior de su vida íntima, incluyendo sus frustraciones y sus deseos, todo se ve supeditado por lo que pueda llegar a suceder en las elecciones. Este año se renuevan los cargos de la Presidencia Nacional, de parte de los Diputados y Senadores del Congreso de la Nación y de varias gobernaciones provinciales e intendencias municipales, entre otros. Y de eso pareciera depender todo.

El domingo 13 de agosto se efectuaron las votaciones primarias, las llamadas PASO (Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias) a fin de elegir previamente las candidaturas para competir en las elecciones generales del próximo 22 de octubre. Un extraño recurso preelectoral en el que muchos partidos presentan un único candidato, o sea se vota para elegir entre no opciones, o bien, los partidos que sí presentan opciones, encuentran una ocasión para exponer obscenamente sus irreconciliables diferencias internas y la puja de sus intereses personales (y los de los privados que financian a cada quien).

Si bien este año en Argentina se cumplen 40 años ya del regreso de la Democracia, el ejercicio del derecho al voto sigue siendo obligatorio. Sin embargo, según datos oficiales, la participación en las PASO fue sólo del 69%, lo que significa que cerca de 11 millones de argentinos se abstuvieron de votar. Desilusión, hartazgo, apatía son algunas de sus causas en un país que vive en estado de crisis crónica. Desde que tengo memoria, Argentina está en crisis: crisis económicas, crisis políticas, crisis sociales, crisis de representación, que en sus fundamentos son efectos de la crisis moral de una clase política que se disputa indolente la alternancia en el poder.

En un país en el que el índice de pobreza alcanza casi a la mitad de la población, en las presentes elecciones se juega mucho más que una serie de puestos a cubrir. La falta de expectativas, la ausencia de propuestas sólidas, la mezquindad y mediocridad de la clase dirigente que conducen en definitiva a la suma de todas las incertidumbres, hace muy difícil para muchos tomar una decisión satisfactoria. Más que votar, es más bien botar.

En cualquiera de los casos, alguien tendrá que salir finalmente electo. En vistas a la Presidencia, de más de una veintena de partidos, coaliciones y alianzas presentados, cinco son los que quedaron en carrera. Aunque la elección final se va a dirimir entre sólo tres de ellos. El flamante partido “La Libertad Avanza” (30,04%) se alzó en primer lugar con la figura de Javier Milei. Lo cual constituye una verdadera sorpresa para muchos, aunque también pavor para otros tantos. En segundo lugar, Patricia Bullrich fue la que se impuso en la interna dentro de “Juntos por el cambio” (28,27%). Y en un tercer incómodo lugar, el oficialismo representado por “Unión por la Patria” (27,27%) posicionó a Sergio Massa como su eventual heredero. Si bien la diferencia de porcentajes a nivel partido no es rotunda, marca sin embargo una tendencia significativa ya que de manera individual Milei efectivamente fue el candidato más votado.

Javier Milei.

El búnker de su partido era una fiesta. En su consagración como candidato ganador, Milei hace su aparición en escena. Desde el estrado representa una vez más su teatral arenga, proclamando vehemente las mismas ardientes diatribas que lo llevaron al triunfo. Palabras más, palabras menos, hay un enemigo y debe ser aniquilado (políticamente hablando, vale aclarar). Un séquito complaciente se hace eco unísono de sus palabras, repitiendo como un salmo ciertas máximas “libertarias”. Hasta que finalmente su garganta se desarticula enardecida en un vibrante grito de “¡Viva la libertad, carajo!”, seguido de vigorosos “¡viva…viva…viva!”

¿Quién puede oponerse lúcidamente a la idea de “libertad”? Sería como oponerse a la idea de “amor”, de “paz” y de tantas otras excelsas palabras. La paradoja en todo caso se abre cuando una curiosa y bien circunscripta idea de libertad es la quiere imponerse de manera excluyente, arbitraria y a los gritos.

Javier Milei es economista de formación. Tras años de fuerte exposición mediática en la que no se privó de entrar en todo tipo de controversia, fue forjando un llamativo personaje con un discurso fuerte y aguerrido, casi feroz, como el del león que porta como logotipo personal, figura de su icónica cabellera. Su orientación ideológica está en línea con el “liberalismo libertario”, pero más le gusta autodefinirse como “anarcocapitalista”, con todo lo que eso pueda llegar a significar. Su carisma se enciende al presentarse a sí mismo como “antipolítico”, en el sentido en que su lucha es contra la “casta” política partidaria tradicional, atestada de maquiavelismos y corrupción.

Asimismo, se expresa explícitamente en contra de la “justicia social”, cuya propiedad intelectual se la adjudica de manera exclusiva el “Justicialismo”, mejor conocido como Peronismo”, cuya reapropiación actual la encarna principalmente el “Kirchnerismo” o simplemente “Los K”. A quienes acusa de agigantar irresponsablemente al Estado, haciéndolo lastimosamente deficitario y culpablemente clientelista, en vistas de esa pretendida justicia social.

Patricia Bullrich.

El kirchnerismo es un movimiento político que actualmente ejerce el gobierno en la Argentina, promovido originalmente por el matrimonio de Néstor Kirchner (fallecido en 2010) y Cristina Fernández, quienes, a lo largo de sus respectivas presidencias, han impregnado profundamente la política argentina de las últimas dos décadas. Por eso es que Milei enarbola nuevamente aquel lema que caracterizó la crisis argentina del 2001, previa a la era Kirchner: “¡Que se vayan todos!”. Que se vayan todos los políticos de casta, que se anquilosan en el poder, pero primero que nadie, que se vayan todos los K.

Algo mesiánico, algo “loco”, como indica un viejo apodo suyo, Milei se desempeña desde 2021 como Diputado nacional, cargo desde el cual ha sabido diferenciarse de sus pares por sortear mes a mes el sueldo que cobra por su banca. En la campaña electoral actual, signada por un abismal vacío de ideas, se jacta de ser el único en presentar propuestas programáticas concretas. Las cuales, cuanto más irritantes resultan, más vocifera con exaltada emoción. Uno de sus acting más célebres es cuando explica apasionado la reducción del Estado mediante la eliminación de Ministerios, entre otros ajustes, recortes y detonaciones, aplicando su consabido “plan motosierra”. Son muchos los que coinciden en que el Estado argentino está sin duda sobredimensionado. Pero si, como dice el dicho, no hay nada “más peligroso que mono con navaja”, ¿qué nos espera de un león con motosierra?

Pese a todas las alarmas, los números demuestran que son muchos los seducidos por esta nueva forma de liderazgo. En particular, según muestran los sondeos, los jóvenes son al parecer los más entusiastas. En el contexto de una inflación económica indomable y la persistente y extenuante devaluación del peso, toda perspectiva de futuro se torna incierta. La economía pareciera haberse vuelto una ciencia oculta. Y la poción mágica de Milei es dolarizar de una vez por todas la moneda nacional.  Bajo el argumento entonces de que los políticos de siempre, lejos de sacar adelante al país, no han hecho más que hundirlo más y más, por qué no probar una receta que rompa con todo lo conocido. Pero esto no deja de ser una apuesta a ciegas. Temeraria y desesperada.

Milei supo capitalizar la rabia social. ¡Al punto que hasta en la Antártida ganó! La grieta de polarización política que padece la Argentina traza con él una nueva fisura. En su lógica de “uno contra todos” y “todos contra uno”, Milei sería así la voz ultra rebelde de la sociedad, al punto que hasta las izquierdas se ven usurpadas por él en su típica vocación contestaria, siendo él una personificación autóctona de las nuevas derechas.

Dentro de la tríada de candidatos finalistas, Patricia Bullrich es la de mayor trayectoria. Sus orígenes políticos se remontan a la militancia en la “Juventud Peronista”, en medio mismo de los turbulentos años setenta. Hay quienes señalan su vinculación en ese entonces al movimiento “Montoneros”, ala armada de la izquierda peronista; lo cual ella simplemente niega. Tras el golpe de Estado de 1976, perpetrado por las Fuerzas Armadas, se exilia del país hasta el restablecimiento de la Democracia en el año 1983. Desde entonces ha tenido una activa participación en diferentes espacios partidarios. Fundó un partido propio, generó alianzas con otros, hasta fundirse finalmente con el PRO, partido al cual ella llegó a presidir y cuyo principal referente es el ex Presidente de la Nación Mauricio Macri. A lo largo de distintos gobiernos, ocupó importantes cargos ministeriales y legislativos. Durante el gobierno de Macri fue Ministra de Seguridad, donde consolidó su imagen de “mano dura”.

Sergio Massa.

Actualmente en las PASO, dentro de la coalición “Juntos por el cambio”, Patricia Bullrich acaba de ganar la interna frente a Horacio Rodríguez Larreta. Una fiera lucha intestina que terminó hiriendo a ambos precandidatos, poniendo de manifiesto lo endeble de su unión. Una riña entre halcones y palomas, como se ha dado en llamar.

Bullrich es un halcón que siempre fue halcón. Sin embargo, es un verdadero fenómeno de transformación. Los seres vivos completan sus mutaciones de generación en generación. Ella, como verdadero animal político, las completó en vida. Increíblemente, ella es referente hoy de un sector de la sociedad que la hubiera denostado irrevocablemente en sus inicios.

Por su parte, Rodríguez Larreta, actual Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, quiso emular a dos predecesores suyos, quienes desde el mismo puesto al frente de la Capital Federal de la República Argentina, se catapultaron hacia la Presidencia de la Nación. Más proclive a hacer el amor y no la guerra, Larreta realizó un minucioso trabajo de automarketing, en el que se encargó de moldear su perfil de “conciliador”. Hizo uso y abuso de la propaganda de su gestión en la ciudad; pero ni los carriles exclusivos para buses, ni las sendas para bicicletas llegan al interior de las restantes 23 provincias argentinas, como para recibir de ellas generosamente sus votos.

En estas elecciones el oficialismo está representado por la coalición “Unión por la Patria”. A diferencia de otras elecciones en que todo el aparato partidario se mueve en bloque obediente tras un solo candidato, esta vez simularon una interna entre Sergio Massa, actual Ministro de Economía del gobierno de Alberto Fernández, y Juan Grabois, un revoltoso dirigente social que acredita cada vez que puede su cercanía al Papa. Pero para este no había tanta chance, ya que Massa había sido ungido el candidato estrella por la misma Cristina Fernández de Kirchner. Pero Cristina amparó sin embargo también la precandidatura de Grabois a fin de colectar todos aquellos votos K para quienes Massa resultaba invotable, al menos en esta primera vuelta. Es de mencionar que sobre la Vicepresidenta pesa actualmente una condena de 6 años de prisión por corrupción en la obra pública; sin embargo, por sus fueros, no puede ser detenida.

Massa comenzó en la política muy joven. En su carrera tuvo tiempo de pasarse una y otra vez de bando, ocupando distintos cargos públicos y candidaturas. Llegó a ser Jefe de Gabinete del primer gobierno de Cristina, para luego abjurar por completo del kirchnerismo y formar un partido propio, por el cual llegó a candidatearse para Presidente en 2015. Pero las vueltas de la vida lo llevaron ahora a ser el candidato K. Y por eso, la metáfora más obvia es la del camaleón. Un camaléon, al que ya le son muy visibles las capas despintadas de sus distintos camuflajes.

La historia argentina está poblada de animales. Distintos personajes políticos han sido tradicionalmente singularizados con los atributos de muchos de ellos. Desde calificar de gorilas a todo antiperonista, como la de referirse a los K como pingüinos, en este zoológico hubo también un sapo, un zorro, una tortuga, un chingolo, una lechuza, un pavo, un peludo, un tapir, un chanchito, un burrito cordobés, una morsa, un bulldog, un gato, entre otros. Hasta Perón mismo se autodenominó curiosamente como “león herbívoro”.

Las PASO ya pasaron. Ya está. Los candidatos son estos. El pueblo argentino se enfrenta una vez más ante una disyuntiva imposible. Dentro de esta fauna política en la que se encuentran un león, un halcón y un camaleón, ¿a cuál de ellos el electorado le otorgará la navaja de mando?

Alemania en la ola de insolvencia

Punto de vista de un ciudadano alemán. (S. K.)

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Actualmente todas las empresas de Alemania están luchando contra el fuerte aumento de los precios de la energía. El precio del gas se ha multiplicado más de diez veces en comparación con el año pasado. Causando que muchos tengan que declararse insolventes y cerrar o trasladar sus operaciones al extranjero.

Panaderos, carniceros, cerveceros, la industria metalúrgica… la lista de empresas quebradas es larga y probablemente no llegará a su fin mientras los políticos no cedan. Véase el resumen con las empresas en bancarrota de Egon Kreutzer.

Empresas fundadas antes del cambio de siglo, como el fabricante de caramelos Bodeta o la carnicería Krön de Núremberg, sobrevivieron a la inflación galopante del final de la República de Weimar y a dos guerras mundiales, pero las sanciones y la política energética del actual gobierno alemán les están rompiendo las espaldas.

Lo que está ocurriendo, ahora mismo, es una desindustrialización de proporciones inimaginables. Si esto continúa así, dentro de un año no habrá industria manufacturera en Alemania.

Literalmente me siento impotente con esta situación. Al menos me queda el consuelo de no haber votado a los responsables de este gobierno, a ninguno de ellos. Pero eso no cambia la situación en la que nos encontramos.

Ayer me enteré que mi panadería favorita, en la que compraba panecillos desde niño, tuvo que cerrar porque no podía pagar el precio del gas. Tras la noticia y el panorama me surgió la pregunta ¿acaso debería en algún momento emigrar?

Francamente no creo que la situación se vaya a mejorar o normalizar. Me parecen demasiado testarudos los políticos que se aferran a su ideología contra viento y marea y que no toman en cuenta las necesidades del pueblo. La situación requeriría de un replanteamiento de nuestra política energética, de cómo comerciamos con la energía, un cuestionamiento de los intercambios energéticos, etc. En uno de los pocos momentos de iluminación de Horst Seehofer, afirmo: “Los que deciden no son elegidos y los que son elegidos no tienen nada que decidir”.

En la democracia representativa que impera, el ciudadano –llamado ciudadano porque tiene que ser garante de todo y de todos– puede votar cada 4 años, pero las decisiones no pueden ser sometidas a votación. El pueblo y el individuo no pueden ejercer realmente ninguna influencia, porque en realidad no tenemos elementos de una democracia directa, como sí ocurre en Suiza. De vez en cuando hay manifestaciones, algunas más concurridas que otras, pero no cambian nada, o al menos yo, personalmente, no noto cambio alguno. Quizá haya un error en mi sentir, pero mis amigos y conocidos sienten lo mismo, y en ese caso entonces ellos, y muchos otros, también estaríamos en el error.

Psicólogos en tiempos de crisis

Psicólogos en tiempos de crisis

Por Claudia Alaluf

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El campo de la psicología se ha visto muy afectado por corrientes de pensamiento que no terminan de llevar al hombre a ninguna parte. Si vamos al origen la palabra psicología proviene del término griego psique que significa alma, y logos, que significa estudio. Pero hoy la psicología ni siquiera sabe ya ni es capaz de afirmar si el ser humano tiene alma. 

Los psicólogos de antes estudiaban filosofía, incluso los primeros psicólogos fueron los mismos filósofos. Hoy sucede que los psicólogos no tienen más allá de una asignatura universitaria en las que se les hable de ontología, ética y ni siquiera de filosofía en general. Pues al convertir a la psicología en una ciencia puramente biológica, se le dejó desprovista de todo su acervo filosófico y ontológico. Los principales afectados han sido los psicólogos clínicos y psicoterapeutas, pues al trabajar directamente con el ser humano -en el campo de su alma-,  tienen que valerse de otros recursos más afectivos y humanos, que no necesariamente tienen una correcta antropología o fundamento filosófico, tal como las terapias alternativas o del new age que hoy lamentablemente son muy comunes en el campo de la práctica psicoterapéutica.

El mismo origen de la psicología moderna marcada por el psicoanálisis de Freud, plantea ya en sí mismo el conflicto. Aunque Freud no lo afirmó así, es sobresaliente la influencia de la filosofía de Nietzsche en su teoría psicoanalítica. Tanto Freud como Nietzsche llegan a planteamientos muy semejantes acerca del ser humano y que tienen un corte que ahora podemos denominar relativista –aunque el término empleado por Nietzsche fue perpectivismo–; estos filósofos de la sospecha, Nietzsche, Freud y Marx, comienzan a dudar de la conciencia y proveer nuevas interpretaciones en la que la verdad como una y absoluta es excluida y que da pie a un sistema de pensamiento basado en el ateísmo, la lucha contra la religión, especialmente el cristianismo, el desecho de los valores y el énfasis en la liberación de los impulsos. Con esta hermenéutica de la sospecha, terminamos sospechando hasta de nosotros mismos y es precisamente en este momento, en que estos intérpretes asumen sin dudar de las intenciones que conocen mejor nuestras motivaciones que nosotros mismos. 

Sigmund Freud, 1921.
Fotografía: Max Halberstadt.

Es muy curioso cómo coinciden los dos investigadores; Nietzsche llegando por el ámbito de la filosofía y la cultura, pero con grandes intereses por la psicología, y Freud surgiendo por el campo de la medicina, pero también a su vez con un profundo interés por el estudio filosófico. Es así como la influencia del pensamiento nietzscheano en el campo de la psicología, ha generado todo un campo teórico en el que el psicólogo de hoy se sigue formando. 

Nietzsche mismo se empeña en ignorar la realidad, en afirmar que ésta se construye con lo que uno piensa. Se empeña en decirnos que hay que construir una nueva moral e incluso da las pautas aunque al final no se atreve a llamarse a sí mismo superhombre.. Y es precisamente su obsesión, un círculo vicioso del que no hay escapatoria, una teoría circular tal como el psicoanálisis, en el que si uno acepta o no acepta la teoría propuesta, siempre confirma la conjetura.

La forma en la que Nietzsche describe al ser humano es dolorosa y vacía. Para él la debilidad y la vulnerabilidad deben ser eliminadas; la vanidad y la malicia son lo único que hay de cierto en el hombre. Todo es falso excepto la mentira, y sólo es verdad su falsedad. Hasta cierto punto, es verdad que el tipo de hombre que describe en, Sobre verdad y mentira en sentido extramoral, tiene mucha coincidencia con la sociedad contemporánea: “profundamente sumergidos en ilusiones y ensueños, sus miradas se limitan a deslizarse sobre la superficie de las cosas y percibir formas, sus sensaciones no conducen en ningún caso a la verdad, sino que se contentan con recibir estímulos”. 

Pero es injusta la generalización, pues muchos, aún fuera de la masificación intentamos dar honor a lo que afirmó Aristóteles: “el hombre por naturaleza desea conocer la verdad”.

Es cierto, en general la gente de hoy está dormida. Prefiere creer y seguir a ciegas aquello en lo que le aseguran el confort, la certeza, el no tener que preocuparse por pensar más allá de lo cotidiano. Podríamos ser llamados “la sociedad de la pastilla”, que con una pastilla queremos curar todo mal, olvidarnos del dolor, del pesar, incluso, todos recordamos aquella famosa película en la que también con una pastilla podemos acceder a conocer la verdad.

La solución propuesta por Nietzsche – el superhombre – es ambiciosa en el sentido filosófico, pero ingenuo en el sentido realista, y es porque se le escapa la gran flecha que ha guiado a los hombres más virtuosos conocidos sobre la tierra, y esto es el sentido de la vida inspirado por lo divino. Nietzsche con su propuesta del superhombre, cree que el ser humano puede ser feliz cuando por fin se acepta a sí mismo, incluyendo sus impulsos y pasiones que no tiene por qué seguir reprimiendo, cuando deja de actuar por lo que otros piensen y comienza a actuar conforme a su propia guía de valores, cuando busca ser mejor y más perfecto, pero sólo por su propia motivación. 

El problema con el superhombre de Nietzsche es que pone al hombre como máximo grado de perfección, del cuál derivaría su autoperfeccionamiento, cosa prácticamente imposible, ¿pues cómo podría el ser humano ser su propia fuente de perfeccionamiento, si antes él mismo ha planteado que es pura falsedad, malicia, mentira y crueldad? ¿Cómo el hombre mismo podría ser fuente de su propia perfección si es lo peor?

Friedrich Nietzsche.

En sí, justo aquello de lo que Nietzsche buscaba escapar era la culpa y el sufrimiento. Se peleó tanto con la religión que llegó a creer que el sufrimiento era un signo de una moral débil y que se identifica con el cristianismo, pero con el tiempo, él mismo no pudo escapar del sufrimiento que le deparaba el final de su vida, padeciendo una fuerte enfermedad que desequilibró todo su ser tanto a nivel físico como mental. El sufrimiento no es una ideología y ninguna religión promueve sufrir por gusto, sino que es un camino de purificación y fortaleza, pero eso es una elección, pues al evitarlo también nos debilitamos. Al final, siempre es así, la realidad se impone.

Podemos ver que no son sino acrobacias intelectuales con las que Nietzsche juega para sacar de su ficción a Dios, metaforizando todo, pero proponiendo luego como base realista lo improbable. No es sino la expresión más ingenua de la soberbia.

Esa es precisamente la ficción del mismo Nietzsche: niega la verdad para volver a crearla. Se dice que una mentira repetida mil veces se convierte en verdad, y esa es la verdad de la que Nietzsche habló, no la verdadera sino la construída. Y esas mentiras repetidas son precisamente el mal que aqueja hoy a nuestra sociedad, que camina ya hacia el absurdo y lo ilógico sin medida, un paso cada día.

Una de las grandes trampas a las que se enfrenta el psicólogo de hoy, es la gran cantidad de corrientes ideológicas que hay. Pero si en algo coinciden tantas es precisamente en el relativismo y el desecho de la verdad como guía.

Y es muy grave, pues como alguna vez dijo Rudolf Allers, psicólogo alemán estudioso de Tomás de Aquino: “Para hacer el bien no basta con la intención, es necesario saber qué es lo bueno y qué no lo es”. Y ante esto surge la pregunta, ¿cómo pueden los psicólogos hacer el bien, si hoy cualquier cosa puede ser “buena”?

Divan de Freud, Londres.
Foto: Robert Huffstutter.

Los psicólogos tenemos un gran reto por delante, y es recuperar nuestra capacidad de discernimiento, así como nuestra capacidad de juicio. Muchos psicólogos hoy están preparados para decir “yo no juzgo”, y debemos entonces pensar qué infructífero sería sentarnos a la terapia de un psicólogo desquiciado, es decir falto de juicio.

Siempre que llega un nuevo paciente a terapia, busca algo, muchas veces no sabe exactamente qué busca o que espera encontrar, pero siempre todos tienen una cosa suficientemente clara: y es que quieren estar bien. Saben que no están bien y quieren estarlo. Quieren estar mejor. ¿Pero cómo puede un psicólogo ayudarle si no sabe qué es lo bueno, o si pretende aceptar que todo es relativo? Hace falta mucho por profundizar, por comprender, pero sobre todo, por limpiar nuestros ojos de ideas preconcebidas para volver a empezar por mirar una cosa: la realidad.

Psicólogos en tiempos de crisis

El estrés hídrico: la otra crisis de México

Por Mariana Garay

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Algunas crisis nacionales o mundiales suceden de manera súbita y sin previo aviso. Tal es el caso, por ejemplo, de la crisis causada por un terremoto; otras crisis en cambio se dan “en cámara lenta”: se gestan lentamente, y se puede prever su impacto y sus consecuencias, aunque no por ello se trata de crisis menos relevantes. Tal es el caso del estrés hídrico en México: el desperdicio, contaminación y falta de agua.

De no actuar ágilmente, en los próximos años tendremos una verdadera crisis no solo de salud sino económica por la falta de agua en gran parte del país, ya que corremos el riesgo de llegar pronto al día cero, como ha sucedido ya en Ciudad del Cabo en Sudáfrica. 

En economías emergentes como México, los recursos naturales y la población parecen un arma de dos filos: son oportunidad y son riesgo. México definitivamente tiene oportunidades para desarrollar negocios con materias primas y cadenas de suministro de un sector primario consolidado. El crecimiento poblacional representa un mercado potencial de consumo, pero también de recursos humanos preparados. Esto es una combinación atractiva para empresas globales que buscan implementar en México estrategias de centro-plataforma para sus operaciones en la región (nearshoring) y globales (offshoring), pues ante la crisis de cadena de suministro de 2021 las empresas repensaron las estrategias operativas para reducir riesgos en este rubro.

México es un destino de inversiones y una atractiva plataforma para desarrollar nuevos negocios. Además de ofrecer un estado de derecho sólido, certidumbre, atractiva apertura comercial con 12 Tratados de Libre Comercio con más de 42 países, la suposición de los recursos naturales debe considerarse como un elemento clave para empresas que consideran la sostenibilidad una vértebra importante de sus valores. 

El agua no es un recurso menor, es vital y debe ser de gran importancia en los foros y decisiones políticas. 

En 2021, México enfrentó una crisis por sequía que dejó al 85% del país en una situación alarmante, sin mencionar que algunas presas se encontraron por debajo del 25% de su capacidad (NASA).(1) De acuerdo con CONAGUA, el 56% de los municipios del país tenían una crisis anormalmente crítica.(2) En 2022, la situación podría no ser tan diferente. 

De acuerdo con el artículo publicado en la Gaceta UNAM,(3) el esperado fenómeno de La Niña –aumento de los vientos alisios y bajas temperaturas en el océano– este 2022, podría agravar los riesgos de escasez hídrica por sequías. 

Esto definitivamente pone en alerta a las autoridades locales, cuyas acciones son titánicas ante los recursos con los que cuentan para operar. 

Foto: Johannes Plenio

En primer plano, el agua es un derecho que tenemos como habitantes del país. Lo indica el artículo cuarto de la Constitución Mexicana:

“Toda persona tiene derecho al acceso, disposición y saneamiento de agua para consumo personal y doméstico en forma suficiente, salubre, aceptable y asequible. El Estado garantizará este derecho y la ley definirá las bases, apoyos y modalidades para el acceso y uso equitativo y sustentable de los recursos hídricos (…)”.

Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

Adicionalmente, México es signatario del compromiso de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. El objetivo 6 es asegurar el acceso universal al agua potable y la extracción sostenible, entre otros puntos. Sin embargo, el lugar que ocupa el tema hídrico en las discusiones y políticas públicas no corresponde a su importancia: desde la poca consciencia de la población en el consumo de agua, hasta los presupuestos asignados y el manejo y administración responsable en algunos organismos de agua. Ojalá no tengamos que padecer la escasez del líquido en carne propia, antes de comprender que esto se puede convertir en nuestra siguiente gran crisis. 

Además, se debe garantizar el recurso hídrico a la población, pues ante una pandemia y circunstancias de higiene necesarias, la población no debería sufrir la escasez como ya sucede en varios municipios del país. Y no solamente ante situaciones críticas, sino diariamente. 

En segundo plano, y esto desde una perspectiva de inversión y de negocios, lo que podría afectar mayores aristas económicas es la disponibilidad del recurso para la operación de las industrias. México es casa de industrias muy importantes en el sector de bebidas, industrias intensivas, entre otras. Si bien se les debe y se les exige una responsabilidad ambiental, muchas ya cumplen con acciones voluntarias que permiten una circularidad del recurso y tratamiento de agua para hacer mucho más sostenible su operación.  Por otro lado, los inversionistas comienzan a integrar como riesgo la disponibilidad del recurso hídrico; por ejemplo, Moody’s ha integrado este elemento como parte de los análisis de responsabilidad social, ambiental y gobernabilidad (“ESG” por sus siglas en inglés) y en sectores directamente afectados por sequías como  la agricultura.(4) 

El agua es un recurso muy valioso para diversas industrias que dejan una gran huella hídrica. Por ejemplo: para producir un par de jeans se requieren mínimo 7 mil litros de agua, unos tenis requieren 4,400 litros y una camiseta de algodón alrededor de 2 mil. Esto considerando únicamente la producción, de un artículo que será pronto desechado así funciona la fastfashion, pero también hay que sumar la contaminación hídrica que produce la industria textil. Por otro lado, en México el 1% de la población es la que tiene mayor riqueza, y lo mismo sucede con el agua, un 1% que equivale a 3,304 usuarios son dueños de 13 millones 183 hectómetros cúbicos anuales y los usan con fines lucrativos. Y así por medio de las concesiones un pequeño sector privado monopoliza el agua, la mayoría producen bebidas azucaradas. Baste decir que en México existen 653 mantos acuíferos, de los cuales 115 están sobre-explotados.

Ya la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) prevé que para 2030, la cantidad de litros cúbicos disponibles por año irá de 4,416 a 3,841 m3 por habitante.(5) 

Foto: Francesco Ungaro

Además de que las pérdidas en el sistema van desde un 20% a un 40% dependiendo de la entidad federativa en México, lo que contrasta con países como Dinamarca con una pérdida del 8%, y cuyo porcentaje se ha logrado no sólo por las soluciones aplicadas en los sistemas sino por una conciencia en la población que les ha permitido reducir en 40% su consumo hídrico. No podríamos comparar peras con manzanas, pero sí podríamos tomar experiencias que puedan servir en la mejora continua del sistema hídrico mexicano. 

Como mexicanos, empresarios, servidores públicos, o simplemente como seres humanos, nos debemos al deber moral de no dejar pasar las advertencias de esta crisis anunciada para años venideros, sino que debemos comenzar a actuar desde donde nos encontremos. El refrán popular dice: “cuando veas a tu vecino las barbas cortar, pon las tuyas a remojar”. Ya hemos visto la escasez y sequía de Ciudad del Cabo, procuremos evitar este extremo. 

El agua es vida. Debemos hacer consciencia de nuestro consumo de agua. Los que han sufrido la escasez del recurso, conocen la frustración y la importancia del vital líquido. Los afortunados que seguimos con disponibilidad de agua en el grifo 24/7, hagamos conciencia para un uso con menos desperdicio y sumarnos a las acciones que, desde diferentes roles, los organismos de agua, el gobierno, las organizaciones civiles, y las industrias están llevando a cabo, y en su defecto, exigir desde la ciudadanía un manejo y distribución equitativa y responsable.

Foto: Nyau Mimi

Sabemos que las entidades públicas sufren de una disponibilidad de recursos económicos limitados para realizar las obras y adoptar la tecnología necesaria, pero hay que reconocer la labor que muchos organismos y activistas realizan en la búsqueda de modelos viables para lograr la continuidad del servicio. Además de la identificación y autorización de nuevos pozos, y los ríos, hay áreas de oportunidad en el mejor manejo de aguas residuales y su reinyección al subsuelo, reutilización o bien verter nuevamente a cuerpos de agua para garantizar una circularidad sostenible. Hoy en día existen soluciones que por ejemplo permiten la generación de energía eléctrica a través del biogás generado de los lodos en Plantas de Tratamiento de Aguas Residuales, lo que permitiría reducir los altos costos en la operación, pero este es otro tema en el rubro eléctrico que dejaremos para otra ocasión. 

México sigue siendo un país con vastos recursos naturales, pero tenemos que cuidarlos, y al igual que la pandemia, cuando tenemos aviso, no podemos dejar pasar las crisis anunciadas; porque lo que hagamos hoy tendrá un efecto mañana, pensemos en las generaciones futuras y actuemos  responsablemente y sobre aviso.


(1) https://www.eleconomista.com.mx/arteseideas/Mexico-segundo-pais-con-mayor-estres-hidrico-en-America-Latina-20190811-0077.html

(2) Presentación de PowerPoint (conagua.gob.mx)

(3) Advierten posibles condiciones de sequía para inicios de 2022 – Gaceta UNAM

(4) Research: Moody’s: Droughts and water stress in Mexico set to impact water-intensive industries – Moody’s (moodys.com)

(5) GAMA MORENO, Luis Antonio; Sánchez Rodríguez, Marco Antonio y Ochoa Franco, Christopher de Jesús. “Diseño de un Interfaz para la detección de fugas de agua”. Revista Digital Universitaria [en línea]. 1 de febrero 2010, Vol. 11, No.2 [Consultada: 2 de febrero de 2010]. Disponible en Internet: <http://www.revista.unam.mx/vol.11/num2/art23/int23.htm>

Psicólogos en tiempos de crisis

La cruz en medio de la crisis

Por Mary Eberstadt

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Nota del editor: El 15 de septiembre de 2021 Mary Eberstad recibió el premio Papa Pio XI otorgado por la Society of Catholic Social Scientists. Presentamos aquí su conferencia magistral tomada de la versión de The Catholic Thing con ocasión de tan importante reconocimiento.

Al pensar qué podría compartir hoy, me vino a la mente una frase del extraordinario novelista Evelyn Waugh. Aparece en un relato irresistiblemente casual que se publicó en un periódico en 1930, sobre las razones de su conversión a la Iglesia católica. Waugh resumió esa decisión trascendental en veintiocho palabras. Afirmó: “en la fase actual de la historia europea, la cuestión esencial ya no es entre el catolicismo, por un lado, y el protestantismo, por el otro; sino entre en cristianismo y el caos”.

Cristianismo o caos: en cierto sentido, la elección entre estas dos posturas ha sido perpetua desde la Resurrección.  Pero decir que siempre ha sido así y levantar las manos ante el mundo es una evasión –especialmente para los católicos, especialmente ahora– es un momento en que mucho están tentados a hacer precisamente eso. Por el contrario,somos llamados a leer los signos de los tiempos, no a quejarnos de ellos. Así que empecemos por mirar este asunto de frente y establecer las características distintivas del caos en este momento, nuestro momento. ¿Qué podemos ver?

Lo primero que vemos es que seguimos viviendo en la época vislumbrada por Matthew Arnold, Henri de Lubac, Alexander Solzhenitsyn y otros clarividentes religiosos: la edad moderna, cuyo drama consiste en sucesivas oleadas de secularización que invaden cada vez con mayor insistencia los territorios que antes se consideraban de Dios, y sólo de Dios.

Evelyn Waugh

La segunda certeza, igualmente conspicua, es que las formas características del caos de nuestro tiempo son distintas de las que nos precedieron en la historia moderna. Por ejemplo, basta comparar esta época con la de Evelyn Waugh. En 1930, el año en que ingresó a la Iglesia, la humanidad ya había pasado por una Guerra Mundial y otra era inminente. El caos tenía un sello propio diferente para las personas, como él, cuyas vidas abarcaron la primera mitad del siglo XX. El caos residía en la guerra, la dislocación y una desbordante masacre. 

A pesar de esa masacre muchos pilares sociales se mantuvieron firmes. Las familias particulares fueron devastadas por las guerras, pero la familia como institución no lo fue. La demoniaca antropología nazi tuvo su momento, como también lo tuvo la antropología comunista, pero fuera de estos recintos malignos, la comprensión y significado cristiano de la creación y redención prevalecieron en todo Occidente, dentro de las naciones cautivas de Oriente y otras partes del mundo.

La Iglesia católica también se mantuvo firme. En 1930, el visionario, Pio XI era Papa. Al año siguiente fundó la Radio Vaticana, “para anunciar el Evangelio en el mundo”, proclamó con júbilo. Aunque el caos comenzaba a insinuarse en formas novedosas en algunas iglesias protestantes, la Iglesia católica parecía exenta, como señaló Evelyn Waugh cuando citó la naturaleza “coherente y consistente” de la enseñanza católica como la razón predominante de su conversión. 

Como muestra este breve resumen, aunque solamente han pasado 90 años desde 1930, se sienten como 90 años luz de distancia. Consideremos una rápida checklist de la escena actual. 

Disputa de teólogos. Grabado alemán 1483.

En primer lugar, está el agravado caos familiar, provocado por un experimento social radical de más de seis décadas de duración. Los vínculos humanos elementales se han deshilachado y cortado; y la institución de la familia se ha debilitado en una escala nunca antes vista.

En segundo lugar, y de forma simbiótica, también se ha agravado el caos psíquico de todo tipo. Durante décadas se ha documentado el aumento de las enfermedades mentales. Ansiedad, depresión y otras aflicciones derivadas de la desconexión y la soledad se han vuelto endémicas, especialmente entre los más jóvenes y frágiles. El irracionalismo se ha desatado.

El tercer punto es el caos político. Aunque sus causas son múltiples, la disolución del clan y la comunidad dejan también aquí sus huellas. Por decirlo retóricamente: ¿cómo podrían las personas desvinculadas y desposeídas de nuestro tiempo producir algo diferente a un lenguaje público desordenado?

El cuarto punto es el caos antropológico de un orden totalmente nuevo. El mundo occidental está sumido en una crisis de identidad. Su forma más reciente, es el pensamiento mágico sobre el género que se ha escapado de la academia y ahora transforma la sociedad y la ley. Un pensamiento mágico tan absurdo que incluso los niños pequeños podrían denunciarlo. Nunca antes se había registrado un descenso impactante: en el presente muchas personas ni siquiera saben lo que los niños pequeños saben, es decir, quiénes son. Una vez más la irracionalidad está desatada. 

En quinto lugar está el caos intelectual. Fuera de unas pocas instituciones fieles, la educación estadounidense, especialmente la de élite, se ha escondido en un nido de cuco posmoderno durante décadas. Personas que no creen en la verdad dirigen las instituciones encargadas de discernirla. Hace poco un ateo fue elegido capellán jefe de Harvard. ¿Por qué no? Si no hay verdad, entonces no hay contradicciones. En gran parte de la academia, la irracionalidad no sólo no tiene límites. Es la que manda.

El sexto punto y más consecuente: hay un caos de nuevo orden y significado entre los católicos del mundo occidental. Surge de las personas que quieren transformar las enseñanzas de la Iglesia y de su animadversión contra las personas que sostienen la verdad de esa enseñanza. Es insoportablemente visible en la vida pública, cuando día tras día, los líderes que ostentan con orgullo la etiqueta de católicos desafían con el mismo orgullo el catecismo y los puntos clave del derecho canónico. El pensamiento mágico también impulsa este tipo de caos. La etiqueta “católico pro-aborto” tiene tanto sentido lógico como “capellán ateo” o “ex hombre”. Todos participan de la misma característica irracionalidad. Todos exigen que cancelemos a Aristóteles: que creamos “A” y “No-A” a la vez.

Ahora bien ¿qué podemos discernir hoy mirando este vacío, cuya existencia se ha convertido en un hecho ineludible de la vida cotidiana y de la vida pública por igual; el vacío que hace que muchos estén ansiosos por las futuras generaciones, como nunca lo han estado los católicos estadounidenses?

Discernimos una verdad que debería producirnos pasmo. En cada uno de estos casos, el caos ha sido azuzado y transformado así en una una fuerza catastrófica por la propia secularización. Quizá tarde, pero en algún tiempo futuro, llegará el día de rendir cuentas por alimentar al caos; y esto augura tempestades para el orden secularizado, y una reivindicación con mayúscula para la Iglesia.

El aumento de la angustia mental y el declive de la religión organizada, por ejemplo, no son fenómenos que ocurren al azar. Las ciencias sociales confirman que las personas con vínculos sociales sólidos tienen más probabilidades de prosperar que las que no los tienen. La fe religiosa confiere esos vínculos. Las ciencias sociales también demuestran que la fractura de la familia y otras formas de aislamiento aumentan los riesgos de ansiedad, depresión, abuso de sustancias, soledad y otras vejaciones. Todos estos fenómenos se han visto exacerbados por la huida de Occidente de Dios.

Hay que considerar que la generación más alejada de la Iglesia en Estados Unidos, los Nones (1), es también la más afligida mentalmente. De nuevo, la pérdida del Padre (con mayúscula) y la pérdida contemporánea de tantos padres terrenales, se unen en la raíz.

Gráfica de la identidad religiosa en Estados Unidos (2018)
en la que se incluye la variante de los Nones. Fuente Barna.

La secularización también está detrás del caos familiar actual. Al abrazar el divorcio, la ausencia de padre y el aborto, la humanidad se ha auto infringido heridas, cuya gravedad apenas ha empezado a notarse. Apenas empezamos a comprender que lo que sucede en en el hogar no se queda en el hogar. Los hijos ferales del caos familiar se lanzar a las calles, tratando frenéticamente de sustituir con políticas de identidad los vínculos primordiales de los que fueron privados. La política de identidad es un lamentable intento de alquimia emocional de parte de las almas desesperadas por establecer vínculos. La política de identidad apunta tácitamente a la reivindicación de las enseñanzas sin ambages del Magisterio sobre el sentido de la vida y lo que es realmente mejor para nosotros.

En cuanto al caos que acosa a la Iglesia, también tiene raíces en la secularización. Se ha vuelto aceptable y común hablar de católicos “conservadores” y católicos “liberales”. Pero las etiquetas políticas engañan. La verdadera división católica en nuestro tiempo es entre las personas que tratan de mantenerse como signos de contradicción del mundo, y las personas que capitulan. Es entre los católicos que quieren que las poderosas tendencias seculares influyan y transformen la Iglesia, y los católicos que se oponen a ello. Es entre las almas que creen que el Catecismo es verdadero, y las almas que quieren editarlo con un bolígrafo rojo, suministrado por un secularismo denunciante. La verdadera división es entre los católicos que quieren que las exigencias temporales superen a la Cruz y los católicos que saben que la Cruz no puede ser superada.

No se trata de triunfalismo religioso. (Me gustaría que pudiéramos disfrutar algo de triunfalismo religioso, pero como dicen los niños, es demasiado pronto.) El punto es que la secularización impone costos en un ámbito tras otro, y los creadores de gustos y modas secularizadas, dentro o fuera de la Iglesia, se niegan a reconocer este hecho. Y por eso corresponde a otros, incluidos los académicos y educadores, llevar a la luz la suma de los costos de esas imposiciones. Su trabajo es vital en este momento por dos razones: en primer lugar, porque el caos de hoy causa múltiples formas de sufrimiento que podrían aliviarse, si fuéramos capaces de entender sus verdaderos orígenes. En segundo lugar, porque el caos de hoy equivale a una prueba inadvertida de que el cristianismo, y judaísmo del que abreva, entienden bien a la humanidad.

Hay una verdad en medio de las confusiones actuales que lleva demasiado tiempo ignorándose. Nuestra cultura secularizadora no es una cultura cualquiera. No, nuestra cultura secularizadora es una cultura inferior. Es pequeña de corazón. Diluye la gravedad del sufrimiento. No considera a las víctimas de sus experimentos sociales como víctimas, sino como daños colaterales aceptables y justificados por esos experimentos.

Este es el secreto impronunciable del secularismo y también es su mayor vulnerabilidad.

Crucifijo. Foto: Alem Sánchez

Esta misión de diluir la gravedad del sufrimiento salta a la vista, por ejemplo, en los esfuerzos por redefinir los horrores de la prostitución como un anodino “trabajo sexual”. Impulsa los intentos de normalizar la pornografía, ignorando los calamitosos costos para los hombres, las mujeres y el romance. Alimenta la presión para cerrar los centros de emergencia para embarazos y las agencias de adopción, indiferente a si los bebés, los niños y la gente pobre los necesitan. Blanquea los datos sobre las tasas de suicidio, los trastornos alimentarios, el abuso de sustancias y otros índices de angustia mental entre la población transgénero; y lo mismo sobre otras demografías en las que reconocer los daños humanos podría poner en peligro las agendas políticas.

De nuevo: el caos desatado en Occidente ha extendido formas agudas de miseria en toda la sociedad. Pero los arquitectos y defensores de un orden social a-cristiano, y cada vez más anticristiano, se hacen la vista gorda. Corresponde a los estudiosos y académicos fieles decir la verdad sobre los costos de la secularización, porque los estudiosos y académicos que forman parte del caos no pueden o no quieren.

Para terminar, una cita más ayuda a resumir la importancia de las misión común de académicos y educadores. El historiador Christopher Dawson abre su ensayo El cristianismo y la cultura occidental con la siguiente frase “La supervivencia de una civilización depende de la continuidad de su tradición educativa.”

Iglesia destruida en Siria.

Aquí es donde entra la Sociedad de Científicos Sociales Católicos y el resto de la comunidad académica y escolar representada aquí por otras sociedades toman relevancia. La academia secularizada ha abdicado de su vocación: Repudia la continuidad. Se burla del patrimonio occidental. Los académicos contra-culturales son la primera línea de defensa en la lucha por aferrarse a la Cruz en medio del caos actual. Esto es cierto no sólo para quienes necesitan ahora su trabajo; sino también para los que han de venir, para aquellos que en el futuro leerán sobre el legado del año 2021. 

Los estudiosos del mañana mirarán hacia atrás anonadados y quizá con lástima, al pensamiento mágico de hoy. Necesitarán hechos, cifras, argumentos y pruebas, especialmente sobre los costos humanos del actual experimento de secularización. Encontrarán esa biblioteca en su trabajo colectivo.

Algún día, una civilización re-evangelizada contemplará el comienzo del siglo XXI, y tratará de tomar la medida de su caos. Aquellas personas del futuro comprenderán, al contrario de muchos de nuestros contemporáneos, que ustedes están diciendo la verdad en el vacío de este tiempo, y dando voz a los que no la tienen en un momento desafiante. Es un honor estar con ustedes hoy, y siempre, en esa misma misión.

Acercamiento del Cristo de San Damián.

Traducción y edición: Andrea Fajardo y Fernando Galindo. Agradecemos la autorización de Mary Eberstadt y The Catholic Thing para traducir y publicar este artículo.


(1) Un estudio del panorama religioso en Estados Unidos reveló que el porcentaje de católicos y evangélicos disminuyó al tiempo que aumentó un nuevo grupo denominado los nones; quienes no pertenecen a ninguna confesión, pero tampoco se consideran ateos o agnósticos. El término nones surge en los años 90, a partir de las encuestas en que se pregunta a qué religión pertenecen, una de la respuesta es “none of the above” (ninguna de las anteriores). 

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